Por Luisa Salomón
La profesora Luisa Pernalete
explicó que los problemas de transporte y la falta de agua se han sumado a las
causas de inasistencia de los estudiantes
En 63 años de historia, el
movimiento de educación popular integral Fe y Alegría se ha expandido de su
origen en la sala de una casa de un barrio caraqueño a toda Venezuela y hasta
países de tres continentes. Pero ni siquiera su amplia labor, que nació el 5 de
marzo de 1955 en la capital venezolana, ha podido quedar exenta de la crisis.
Presente en todo el país,
incluso en zonas recónditas de la geografía venezolana, la red de Fe y Alegría
es una referencia para la educación. Sin embargo, por primera vez en 63 años de
trabajo este período escolar se inscribieron menos estudiantes.
"Por primera vez en
nuestra historia tuvimos menos matrícula que el año anterior (...) todo el
tiempo era que se incrementaba la matrícula, así fuera poquito", informó
a Contrapunto la profesora Luisa Pernalete, coordinadora del programa
de Educación para la Paz del movimiento.
Foto: Rafael Briceño -
Contrapunto/Archivo
Por ejemplo, en la región
central, los estados Aragua y Carabobo, que para el año escolar 2016-2017 tuvo
una matrícula de 13.944 estudiantes, este año (2017-2018) se inscribieron
12.711. Perdieron más de mil alumnos, el equivalente a dos escuelas grandes de
Fe y Alegría.
Cuando se acerca el tercer
lapso, y en medio de una
nueva suspensión de clases ordenada por el Ministerio de Educación,
estiman que quedan en las aulas unos 10 mil estudiantes en esa zona.
En la zona Lara-Los Llanos,
tuvieron 14.319 inscritos el año pasado, y en este solo se matricularon 14.160.
Son 159 estudiantes menos, perdieron el equivalente a cinco secciones.
"¿Adónde se fueron?
Algunos se van a los vecinos países", señala Pernalete. De hecho, contó
que en una escuela de Fe y Alegría de la frontera, la mitad de los estudiantes
van a clase procedentes de la fronteriza ciudad colombiana de Cúcuta.
El aumento de la matrícula ya
no es una constante
Mientras el Gobierno nacional
destaca entre sus logros que la educación pública es gratuita y aumenta la
matrícula cada año, Pernalete indicó que desde hace diez años eso ya no es una
realidad.
"Eso fue verdad que se
incrementó la matrícula como hasta 2007 o 2006, pero si ves las estadísticas que
tiene Luis Bravo Jáuregui en su Memoria Educativa ves que hay menos niños en
primer grado inscritos que hace años", señaló Pernalete.
"Sí se incrementó en
tercera etapa, se hicieron liceos, pero eso ya no es así", afirmó.
#VIDEO ▶️ Así el Presidente @NicolasMaduro inauguró
el año escolar 2017 / 2018 #RevoluciónEducativapic.twitter.com/wTVWVzKSAo
— Prensa Presidencial (@PresidencialVen) September 18, 2017
— Prensa Presidencial (@PresidencialVen) September 18, 2017
Video: @PresidencialVen
Desde entonces, la Memoria
Educativa que lleva la línea de investigación de la UCV refleja, en efecto, una
mayor exclusión escolar. Su forma de medirlo, explicó el profesor Bravo
Jáuregui a Contrapunto, no es más que una revisión del historial de las
cifras oficiales del propio Ministerio de Educación.
Y, de hecho, las declaraciones
oficiales refuerzan esta realidad de aumento de la exclusión escolar. "El
año pasado, creo que fue en agosto o en septiembre, el ministro dijo que había
habido una migración de la educación privada a la pública de algo así de 200
mil estudiantes, una cifra grande. Entonces eso significa que otros se han ido
de la escuela pública, porque no ha habido tanta cantidad de escuelas nuevas",
comentó Pernalete.
En septiembre de 2017, el
ministro Elías Jaua informó entre las
cifras oficiales del inicio de año escolar, que 200 mil estudiantes
habían migrado desde el sector privado al público.
Matrícula escolar en Venezuela
supera los 7 millones de estudiantes https://t.co/3h9fE9lCPC @JauaMiranda@NicolasMaduro #SaludYProteccionEsRevolucionpic.twitter.com/4T8cPYQJcc
— MPPEDUCACION (@MPPEDUCACION) January
11, 2018
Las escuelas más grandes de
Venezuela tienen una capacidad de entre 600 y 1.500 alumnos, por lo que 200.000
nuevos ingresos a la educación pública implicarían una construcción masiva de
planteles, lo que no ha ocurrido. Al menos 200 planteles nuevos deberían haber
sido construidos.
"Si la escuela pública
estaba aceptando ese montón de muchachos es porque otros, se fueron de la
escuela pública, porque no ha habido tal cantidad de escuelas"
construidas, explicó la profesora.
"Eso es muy serio.
¿Estarán dándose cuenta de lo que están diciendo? No, no se dan cuenta, pero
uno sí saca cuentas", agregó.
Foto: Ernesto García -
Contrapunto / Archivo
Ya no solo es la comida,
también es el transporte
Más que la deserción o
exclusión, Fe y Alegría monitorea las inasistencias. Las principales razones:
problemas de transporte (mucho más evidentes en el interior del país), falta de
efectivo para pagar el pasaje, incapacidad de cubrir el costo de los útiles
escolares, poca posibilidad de adquirir el jabón para lavar el uniforme o la
falta de agua en las casas.
Pernalete lleva un registro de
lo que ella ha llamado "Lápiz Today", el precio del material más
básico que pueda necesitar un estudiante para ir a clase. Para el momento de la
conversación con Contrapunto, el precio podía oscilar entre 30 mil y 170
mil bolívares, dependiendo del sitio y la ciudad.
Sin un lápiz, aunque las
maestras flexibilicen los requisitos y materiales para impartir clases, es
difícil que un alumno pueda asistir. Lo mismo ocurre con el agua, o sin ella:
la imposibilidad de lavar los uniformes o de que los niños se bañen, influyen
en la decisión de las madres y padres, que no quieren mandar a sus hijos
"sucios" a la escuela.
Otro motivo: el cambio de
rutina debido al hecho de que los padres se van del país para trabajar, cambia
la dinámica familiar. Algunos niños quedan a cargo de uno solo de los padres,
de tíos o abuelos, que no siempre tienen cómo llevarlos a la escuela.
A estas alturas del año
escolar no se tiene aún cifras globales del abandono de las aulas, pero al
menos en una escuela de Guayana las maestras reportan inasistencias del 50 o
60% de los estudiantes. Aulas de clase con 5 o 6 estudiantes, cuando antes
tenían hasta 35 alumnos, relató Pernalete.
Foto: AVN
Y, por supuesto, la principal
razón -de siempre, pero que se agrava con el tiempo-, que es la falta de
alimentación. A principios del año escolar, el ministro Elías Jaua prometió
que en
enero de 2018 todas las escuelas se beneficiarían de algún tipo de servicio del
Programa de Alimentación Escolar.
Ya en septiembre la
aseveración no se cumplía, pero cuatro meses después del plazo que puso para su
promesa, sigue sin cumplirse.
"Hay una zona nuestra
donde ni una sola escuela está siendo beneficiada por el PAE. ¿Cuál es el
criterio para que una escuela cuente con el beneficio y otra no? Sigo sin
saberlo", afirmó Pernalete.
En las que llega, muchas
reportan irregularidades: llegan alimentos insuficientes, no llegan de forma
periódica, no alcanzan para todos los estudiantes.
Foto: Ernesto García -
Contrapunto / Archivo
Sin embargo, en Fe y Alegría
tienen su propio programa de alimentación en escuelas donde hicieron estudios
de talla y peso, y en las demás escuelas hay iniciativas particulares. En
algunas cuentan con apoyo de organizaciones civiles, en otras con simple
organización comunitaria, grandes ollas de comida que cocinan obreros y madres
voluntarias con ingredientes que donan los alumnos, profesores y parte de la
comunidad.
También realizan talleres para
enseñar a las familias a hacer comida saludable con ingredientes más baratos.
"Estamos haciendo todo lo que se nos ocurre" para ayudar a mantener a
los estudiantes en las aulas, explica Pernalete.
Esta ha sido una cruzada
contra el abandono de los estudios, que este año ha sido un enemigo difícil de
combatir en todos los niveles, porque hasta
las principales universidades tienen cada vez más salones y pasillos vacíos.
Foto: Rafael Briceño -
Contrapunto/Archivo
Ante este escenario, Pernalete
afirma que en Fe y Alegría están "preocupados, pero ocupados" para
seguir su trabajo, que busca el cambio social desde sus 174 escuelas, 5
institutos universitarios, 25 emisoras de radio educativas, 200 centros
comunitarios de aprendizaje, 77 centros de formación laboral, un centro de
formación e investigación con dos sedes y un centro de profesionalización para
docentes.
La profesora señala que esta
es una situación, aunque al Gobierno no le gusta, en la que se debe reconocer
que "tenemos una situación de emergencia".
Más allá de los repetidos
"logros" alcanzados en el aumento de la matrícula, es momento de
reconocer que la realidad educativa este 2018 -y desde hace ya unos años- es
otra.
"Diez años después lo que
tenemos es montones de chamos que se están yendo a trabajar o a no hacer nada,
porque un niño de 8 años que no va a la escuela, no se va necesariamente a
trabajar", agregó Pernalete.
12-05-18
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