José Luis Farías 05 de junio de 2018
@fariasjoseluis
Corto
y Picante:
Unos
pocos incrédulos de siempre me escriben denostando contra mi afirmación de que
el Pranato rojo cayó en sus estertores. No entienden que como producto de la
destrucción de la industria petrolera y el quiebre institucional que sacude a
la Fuerza Armada Nacional, a lo cual se suma la creciente presión internacional,
se ha roto la coherencia interna del régimen y ya no hay tiempo ni forma de que
la pandilla gobernante se sostenga en el poder.
El
cuadro de los conflictos internos se acentúa a grados determinantes que impiden
la estabilidad del Pranato rojo en el poder. Ha estallado la guerra por el
botín. La caída estrepitosa de los ingresos petroleros para sostener a los
grupos que se mueven en torno a la debilitada dictadura genera fricciones que
derivan en cruentos enfrentamientos políticos y personales.
Las
zancadillas, traiciones y hasta crímenes son un procedimiento diario del cual
no está a salvo nadie en el gobierno. Son a muerte las disputas por el control
de las pocas vetas que van quedando para el saqueo indiscriminado como la del
oro, el diamante y el coltán de Guayana. El terreno del narcotráfico se torna
muy peligroso para transitarlo como años atrás. Y las sanciones a familiares y
testaferros constituyen un golpe mortal contra el disfrute de los fondos
saqueados a la nación produciendo desesperación en el hampa gobernante.
Entiendo
que después de casi veinte años de oprobio muchos no le vean fin a esta
dictadura y, peor aún, que estén convencidos de su perpetuidad. No les falta
razón para pensar así, aunque están equivocados. Nos encontramos justo en un
momento decisivo, rumbo al fin de la dictadura.
Convencernos
de ello ayudaría mucho a acelerarlo porque facilitaría la disposición a la tan
necesaria Unidad y permitiría concentrar esfuerzos en estructurar un plan de
ofensiva política y social para empujar la salida del déspota y su camarilla.
Pero
la dirigencia política opositora, en su conjunto, se torna indiferente. Observa
con desdén cualquier sugerencia que esté más allá de sus diminutos cálculos y
se torna rabiosa en su empeño por no comprender lo que sucede. Se solaza en sus
miserias internas y no logra concebir una política para conquistar el poder y
estructurarse en torno a ella. Pareciera que es pedirle mucho prestarle un poco
de atención al desmadre del Pranato rojo para poder avanzar.
Queda
claro entonces que en un futuro no muy lejano le narrarán cómo fue que se
derrumbó la dictadura y otros tomaron el poder mientras ella se reducía a sus
pequeñeces. O se pone las pilas, o no le quedará otra que “vender el sofá”.
José
Luis Farías
@fariasjoseluis
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