Por Shaylim Castro
El Informe Sobre Movilidad
Humana Venezolana, realizado por el Servicio Jesuita a Refugiados, la UCAT y la
Universidad Simón Bolívar de Colombia, reflejó que más de 70 % de quienes
cruzan la frontera tienen entre 20 y 39 años. La mayoría huye de la
inseguridad.
Caracas. Cuando Luis
Escobar, de 23 años, decidió dejar Venezuela para irse a Argentina, a mediados
del año pasado, renunció a su trabajo y dejó el sexto semestre de su carrera en
Comunicación Social.
Ya en Buenos Aires, se
reunió con sus dos mejores amigos, quienes cinco meses antes habían tomado la
misma decisión para buscar mejoras en suelo extranjero. Cada uno de ellos tuvo,
en diferentes momentos, un encuentro con la muerte y la inseguridad
predominantes en el país natal, lo que los obligó a emprender otro rumbo.
Ninguno tiene más de 25
años, pero tuvieron que emplear sus ahorros, renunciar al trabajo y vender sus
propiedades para reunir lo necesario y alejarse de sus familias. Todos vivían
con sus padres.
Cada uno de ellos puede
encajar fácilmente en los resultados arrojados en el Informe
Sobre Movilidad Humana Venezolana realizado por el
Servicio Jesuita a Refugiados, la Universidad Católica del Táchira, en
Venezuela; y la Universidad Simón Bolívar de Colombia. El mismo señaló que de
las 14.578 personas encuestadas que cruzaron la frontera colombo-venezolana, del
9 de abril al 6 de mayo de este año, casi 80 % tiene edades comprendidas entre
20 y 39 años.
Según datos de la
Organización Mundial de Migraciones, al menos 1.622.108 venezolanos entraron a
otros países. La expulsión de jóvenes se traduce en la pérdida del bono
demográfico, ya que son venezolanos que se encuentran en edades productivas y
dejan un vacío en el campo laboral. Según el informe, 87 % tenía un trabajo
antes de abandonar Venezuela.
Con un país que se proyecta
con 13.000 % de inflación —de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional
(FMI)— y una pobreza que alcanza al 87 % de la población, según la Encovi 2017,
las razones para irse del país son variopintas y ponen la emigración como una
necesidad.
La inseguridad, la
desesperación por lo que sucede en el país, el hambre, los altos niveles de
estrés en el día a día, la incertidumbre y la falta de medicinas, se alzaron
como las variantes principales entre los encuestados que abandonaron el país de
origen.
“Adicionalmente a las
razones psicosociales, existen razones económicas que han movido a los
venezolanos a emigrar, pues en Venezuela tener un empleo, contar con un
sueldo, sea como profesional o un sueldo mínimo, es insuficiente para
satisfacer las necesidades básicas y tener una vida digna”, expresó el
informe.
Otro dato resaltante del
estudio indicó que 59,2 % de los emigrantes tienen estudios universitarios de
pregrado y/o posgrado, mientras que 17,7 % tienen un nivel educativo de Técnico
Superior Universitario. Sin embargo, 14 % abandonó sus estudios —como es el
caso de Escobar— al decidir emigrar.
Las áreas de ciencias
matemáticas, sociales humanísticas y auxiliares afines son los títulos que
poseen al menos 43 % de quienes cruzaron la frontera entre abril y mayo.
Entre los oficios, en las
mujeres destacan las trabajadoras de servicios, deportes y diversiones (12,6
%); profesoras y maestras (9,4 %) y empleadas de oficinas y afines (7,1 %).
Por su parte, entre los
hombres resaltan los artesanos y operarios en fábricas y trabajadores en
ocupaciones afines (17,7 %); trabajadores de los servicios, deportes y
diversiones (13,2 %) y conductores en medios de transporte, comunicaciones y
personas en ocupaciones afines (8,5 %).
Envío de remesas
Ante los altos costos e
hiperinflación, una de las razones para migrar fue ayudar económicamente a sus familiares.
Ante ello, 93 % de los 14.000 encuestados indicó que sí enviarán remesas a sus
casas. De ellos, 48 % enviaría el dinero a sus madres directamente,
mientras que otro 18 % sostuvo que el dinero irá a sus parejas.
Muchos de quienes viajan ven
en Colombia una ruta factible para llegar a otras naciones latinoamericanas,
como Perú, Ecuador y Chile.
Ante el alto flujo
migratorio, las tres organizaciones que llevaron a cabo la investigación
aconsejan implementar una serie de poíticas públicas que ayuden, tanto a la
nación que despide como a la que recibe, a facilitar las condiciones para los
migrantes.
“Coordinar acciones con
otros organismos que procuren, entre otros aspectos, mejorar la atención
inmediata al migrante, proporcionar información clave para su asentamiento,
servir de apoyo durante su tránsito por el territorio y coordinar acciones
entre los organismos involucrados en la política migratoria”, señalaron.
También llaman a garantizar
los derechos de los migrantes a la libertad de pensamiento, expresión y
religión, así como gestionar propuestas para prevenir condiciones de vida y de
trabajo inhumanas, abuso físico y sexual y trato degradante.
Foto referencial: Miguel
González
04-06-18
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