Luis Manuel Esculpi 05 de junio de 2018
@lmesculpi
Aunque
la mayoría de los presos políticos que salieron de las cárceles no tienen
libertad plena, no deja de ser un motivo de alegría solidaria que pese a las
restricciones puedan estar de nuevo en la calle, quienes nunca han debido estar
presos. En el proceso reciente el gobierno quedó al descubierto, por una parte
reconoció la existencia de presos políticos, independientemente que aprovechó
los momentos iniciales para soltar a militante de colectivos y presos comunes;
y por la otra se evidenció nuevamente la inexistencia de la separación de los
poderes.
Las
democracias modernas se destacan -entre otras cosas- por no mantener presos
políticos y por la existencia de equilibrio entre los poderes, en los regímenes
autoritarios esas características no están presentes, tal es el caso del
gobierno de Maduro donde se reducen cada vez más los espacios democráticos
mientras se ensanchan los del autoritarismo.
Independientemente
de las razones que condujeron al gobierno a adoptar las medidas recientes,
donde la lucha de los sectores democráticos, especialmente de los defensores y
familiares de los presos, la presión internacional jugaron un rol decisivo, no
es una concesión graciosa del gobierno que intenta lavar su imagen de régimen
represivo, objetivo que no será fácil de alcanzar dado su conducta permanente.
A la
hora de escribir este artículo no se ha concretado la excarcelación de los
presos más antiguos, la de los policías metropolitanos y el comisario Iván
Simonovis, tampoco la de Leopoldo López y la del General Raul Isaías Baduel. De
tal manera que exigencia de libertad plena de todos los presos políticos sigue
manteniendo plena vigencia.
Los
policías metropolitanos tienen 15 años presos, ni siquiera en la dictaduras del
siglo XX en Venezuela hubo presos políticos que permanecieran tanto tiempo en
las mazmorras, Leopoldo López es un preso político emblemático y el General
Baduel un día antes de cumplir la pena por sentencia de un juicio anterior, se
la abrió otro con el deliberado propósito de llevarlo nuevamente a prisión.
En
paralelo desde mediados de marzo hasta fines del mes pasado han sido apresados
más de dos decenas de oficiales de la Fuerza Armada, información que ha sido
reseñada por periodistas especializados en él área militar y difundida a través
de algunos medios de comunicación; que involucran a sus cuatros componentes,
las más recientes informan de la detención de un General de división y un
General de Brigada activos de la Guardia Nacional, antes reportaban la de
varios Oficiales de la Armada y de la Aviación y en marzo la de varios Comandantes
de batallones del Ejército.
Sin
conocer mayores detalles de las características de las detenciones de los
oficiales de las FAN, es una situación objetiva que mientras salen algunos
presos con libertad condicional, se producen nuevas detenciones lo que algunos
abogados han denominado el “efecto de puerta giratoria”, lo que también se
puede afirmar con certeza es que no existe estamento en la sociedad que escape
a la crisis que confrontamos en la actualidad.
Los
recientes y permanentes llamados de Maduro a las FAN, las exigencias de firmas
y actos de juramentación para reafirmar lealtad al Presidente de la República,
son un reflejo de un ambiente en el mundo militar que al lado de las
detenciones recientes constituyen un indicador de la dimensión de la crisis
socioeconómica y política trasciende a todos los ámbitos de la sociedad y que
la reelección de Maduro no la resuelve, al contrario la agrava inexorablemente.
El
gran desafío que tienen las fuerzas democráticas es el de lograr concertarse
para el diseño de la ruta constitucional, pacífica electoral y democrática que
lleve adelante el cambio político, requisito indispensable para superar la
agobiante crisis que confrontamos. Ese norte no puede perderse en medio de
disputas intrascendentes y subalternas. Cumplir con ese reto es de
trascendencia histórica.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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