Por Edward Rodríguez
El domingo pasado 10 de junio
no entendía lo que ocurría por las redes, los hashtag de “Luis
Florido delincuente”, “traidor”, “expulsado”, entre otros; me obligaron a
indagar a profundidad y revisar cuál era la razón del ataque en su contra;
arremetida en la que también participó el padre del líder de Voluntad Popular, Leopoldo
López Gil, que escribió recomendándole al diputado Florido, quien es presidente
de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional, que
renunciara, pues carecía de valor y principios.
Ahora bien, grosso modo, el
ataque virtual comienza por la supuesta designación que Luis Florido hizo de
unos delegados o representantes de la diáspora
venezolana en varios países, sin consultar, ni respetar
el liderazgo de venezolanos en el exilio formado en cada
una de esas naciones. Esta fue la gota que derramó el vaso, pero también se
especuló sobre el desvío o desaparición de un dinero que
las ONG internacionales estaban aportando para la ayuda de los
millones de inmigrantes venezolanos.
Lo cierto es que le arrancaron
la cabeza a Luis Florido de la Comisión de Política Exterior, pero me parece
que entre el Gobierno y la misma oposición dentro de su
organización y de los aliados, entre comillas, hicieron leña del árbol caído.
Será el mismo Florido quien
aclare lo sucedido, como en su momento lo hizo el diputado de Primero Justicia,
Juan José Caldera, luego de que saliera a la luz la grabación de la reunión que
sostuvo con Wilmer Ruperti, o como también lo hizo Heliodoro Quintero y cuanto
dirigente le ha tocado la puerta el escándalo.
Igual ocurrió con la denuncia
sobre ayuda para campañas electorales por parte de la
empresa Odebrecht a dirigentes de la oposición que ya salieron a
responder sobre lo sucedido, pero la gente no se cree el cuento, sin embargo,
tienen que mostrar la cara de honorabilidad y credibilidad, que es lo más
importante en la gestión pública.
Por otro lado, y dentro de
este momento por el que atraviesa la oposición venezolana, tenemos el
interesante el caso de los diputados.
Resulta que se habla de tres
clases. La “Clase C”, que son los que no tienen ni para llegar a las sesiones,
sin sueldo, sin viáticos y desasistidos por todos lados; luego están los de la
“Clase B”, los que se pagan sus propios gastos; y los de la “Clase A”, que
gozan de la ayuda desde afuera y pueden costear muchas cosas, quiere decir, que
entre nuestros diputados también hay una exclusión y una república que va por
dentro.
Lo mismo ocurre con la mini
MUD, el mini Frente Amplio, los mini partidos y las inexistentes alianzas,
hasta la inverosímil excusa de Eduardo Semtei al partido de Henri Falcón,
porque el Chato Guedez, militante de la Causa R, se fue para España.
Otro caso, es la de la
oposición que está fuera de Venezuela, perseguida, excarcelada, en la que
unos libran una batalla diaria para sobrevivir, otros, en las medidas de sus
posibilidades, ayudan a los que van saliendo del país, pero otros, están
haciendo negocios a costilla de la crisis venezolana, se la mantienen de avión
en avión, de locheros, de enchufados y corruptos, algunos
presos, otros huyendo.
Sin duda, estamos en el peor
momento de lo oposición venezolana, ojala los invada la coherencia, y haya un
restablecimiento de principios y valores.
Por cierto, y valga el inciso, aún no sé ¿por qué sonreían tanto los cuatro gobernadores opositores sentados en la Casa Amarilla en el sofá esperando la liberación de los presos políticos de Nicolás Maduro?.
Al que le pique que se rasque y al que no, pues que construya una agenda común. El peor momento de la oposición es hoy.
12-06-18
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