Por Alberto Lovera
Es claro que para derrotar
al régimen autoritario que tiene sometido a enormes privaciones al pueblo
venezolano, se requiere la más amplia unidad posible de las fuerzas sociales y
políticas democráticas para construir una ruta que lo haga posible.
También es un hecho
constatable que existen diferentes interpretaciones y lecturas sobre el drama
venezolano y de cómo ponerle fin. No podemos esperar que por arte de magia
estas diferentes ópticas se puedan unificar por completo, aun cuando entre
ellas hay zonas de consenso.
Por el desarrollo de los
acontecimientos, tanto los que llamaron a votar el 20 M como aquellos que
siguieron exigiendo condiciones mínimas de una elección libre y
transparente, coinciden ahora que esa convocatoria electoral fue
fraudulenta y debe ser anulada.
Esto permite construir un
piso común para revitalizar una salida constitucional, pacífica y
electoral a la crisis venezolana, No obviamos que para ciertos sectores esta
opción está cerrada y confían que la implosión del régimen se produzca por
algún hecho sobrevenido, sólo que siguen sin decirnos cómo.
No hay que caerse en
engaños. El régimen ha trabajado y sigue trabajando para devaluar al máximo el
derecho al voto como mecanismo idóneo para elegir en condiciones
democráticas. No por ello hay que dejar de exigir la anulación de unos
comicios fraudulentos y la convocatoria de unas elecciones verdaderamente
libres y equitativas.
Unas elecciones con un
árbitro creíble para todas las partes, sin exclusiones de fuerzas políticas ni
inhabilitaciones, contando con mecanismos de observación y verificación
nacional e internacional, suprimiendo todos los mecanismos de presión y
manipulación que ha venido exhibiendo el oficialismo.
En esta propuesta coinciden
una parte sustancial de la las fuerzas políticas y sociales venezolanas, pero
también los organismos internacionales y la inmensa mayoría de los países que
han declarado como írrito el evento electoral del 20 M. La reciente propuesta
de Ecuador en la OEA de someter la legitimidad del 20M al veredicto popular en
condiciones aceptables para todas las partes, o algo similar, puede ser una
semilla que germine en algún momento de esta turbulenta realidad venezolana
Que todo el amplio arco
opositor no esté dispuesto a acompañar esta ruta, aunque lamentable no debe ser
asumido como una tragedia sino buscarle un diseño pragmático que no le cierre
el paso. Que se acuerden todas las fuerzas que trabajan en una salida
electoral, que más tarde o más temprano se hará inevitable, respetando aquellos
que no les parece viable, desterrando las descalificaciones mutuas. Hay que
recordar que experiencias exitosas de lucha contra los regímenes autoritarios
no siempre lograron reunir a todos los actores que querían ponerle fin, así fue
en la Concertación Democrática chilena, al contrario de lo que muchos creen. No
estaban todas las fuerzas opositoras, aunque sí la mayoría, pero lograron
no obstaculizar el ensayo que a la postre resultó exitoso.
Construir la unidad posible
de las fuerzas sociales y políticas democráticas venezolanas que insisten en
buscar una salida constitucional, pacífica y electoral a la crisis venezolana,
respetando a quienes no apuestan a ella, pero a sabiendas que la presión
y la lucha desde diferentes flancos ayuda a debilitar el régimen, teniendo
claro que nuestro adversario no lo tenemos al lado sino al frente de una
camarilla gobernante que por perpetuarse en el poder ha sido capaz de someter
al pueblo venezolano a las mayores privaciones y vejaciones.
08-06-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico