lunes, 9 de julio de 2018

El bar de Andrés Guevara por @ClaudioNazoa



Por Claudio Nazoa


La cerveza es una emperatriz amarga, astuta e inmortal, coronada con espuma blanca. Otras bebidas la han embestido, pero ella mantiene su reputación. Como si pensara, en lata, botella, barrica o sifón, espera su turno.

El vino tiene cazada una pelea con la cerveza. Antes de abrir el bar, desde los anaqueles, la mira de reojo… El vino, en secreto, la desprecia.

Dorada de orgullo y alborotada de cebada, la cerveza dice:

—¡Mira mi espuma…! Mis burbujas...

Ante tanta altanería, el vino recibe a Madame Champagne, su madre. Ella viajó hasta el sitio de la trifulca en elegantes y burbujeantes copas de cristal D'arques. Con autoridad aristocrática expresa:

—¡Je viens d'arriver de France! y no permité que nadie ose llamarse vino, a no ser que descienda de la raisin fermenté.

—Disculpe, doña –interviene el ron– pero...

—¡Silencio, chusma! Tu madre es melaza de caña de azúcar... ¡Saquen a este morenito de aquí! –ordena el vino blanco envalentonado por la presencia de su madre francesa.

—Déjenlo que hable –murmura un coñac anciano que dormitaba en un rincón.
—Muy bien –dice Madame Champagne– que hable.

—¡Gracias, majestad! –replica el ron– He pasado años recluido en barricas de roble. Pagué mi condena y tuve tiempo de cultivarme y envejecer… Pienso que los dos tienen razón. El vino es de uva y la cerveza también es vino, pero de cebada y…

Un acento recio y elegante interrumpe:

—Please, I also want to speak.

—¡Ah Dios, cará!, el que faltaba. El musiú inglés –murmura una botella de ponche crema venezolano de Eliodoro González P.


El whisky, sin inmutarse, continúa:

—Yo querer hablar. Si de abolengo, tradición y alcurnia se trata, aquí estar los ingleses quienes, aunque andamos en faldas, tenemos los pantalones bien puestos.

—¡Púyalo, Johnnie…! –grita el viejecito Parr desde su botella ámbar.

El elegante Johnnie Walker, caminando apuradísimo por la barra, suena su bastón de plata con cacha de marfil y se hace escuchar:

—Si alguno de nosotros no cumple con lo etiquetado, la culpable es la longeva reina Isabel II. Por ley, ella autoriza nuestra salida de Escocia. Con la mano en la etiqueta, respondan: ¿a quién de ustedes lo respalda un rey?

—Johnnie tiene razón –acota el ponche crema.

De pronto, Andrés Guevara, el barman, abre el bar. Las bebidas, cual prostitutas silenciosas, van a un lugar más íntimo.

Andrés se dispone a comenzar la noche y como si hubiera escuchado, comenta:

—Cada licor tiene un momento y un tiempo, incluso algunos, un templo especial.

09-07-18




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