Luis Manuel Esculpi 02 de octubre de 2018
@lmesculpi
Se
había iniciado un duro proceso de rectificación del más grave error en que la
izquierda de la época había incurrido, el debate pasaba por el reconocimiento
de la derrota política y militar. Tal situación propició múltiples divisiones,
como suele ser frecuente entre quienes se identifican con esa visión de la
lucha social y política.
La
confrontación entre quienes proponían regresar a la lucha de masas y quienes
optaban por persistir en el error, -algunos de ellos o sus herederos ahora son
poder- condujo a verdaderos enfrentamientos entre compañeros y la ruptura de
alianzas que se habían conformado.
Al
conquistar la libertad Pompeyo Marquez, Teodoro Petkoff y Guillermo García
Ponce, a través de una operación espectacular, la incorporación de los dos
primeros a las labores de dirección contribuyeron decisivamente a fortalecer la
política de rectificación.
Ese
era el preludio de un debate que conduciría a una ruptura de importante
significación en el plano nacional e internacional, con los dogmas de la
doctrina comunista. Incorporando la visión democrática y libertaria, a la lucha
por la igualdad de oportunidades y la justicia social.
En ese
período leí un libro realmente conmovedor: La noche quedó atrás de Jan Valtin,
seudónimo de Richard Krebs quien se había incorporado a la juventud comunista
alemana a los 14 años, durante las décadas de los años veinte y treinta actuó
como agente internacional del comunismo, capturado por la SS fue torturado para
que confesara y se convirtió en agente doble, al final no sólo fue perseguido
por el nazismo sino también por el stalinismo. El idealismo y romanticismo
inicial se transformó en decepción y frustración.
Mientras
tanto se producía no sólo nuestra ruptura teórica sino también emocional con el
dogmatismo. Teodoro escribe Checoslovaquia, el socialismo como problema, lo que
motivó que su informe al XXIV congreso del PCUS Brezhnev lo acusara de
“revisionista”; los renovadores en el seno del viejo PCV rechazan la invasión y
avanza el proceso de ruptura conceptual con el sector pro soviético y atrasado
En ese
periodo leo La Confesión de Arthur London dramático relato de cómo mediante la
tortura le arrancaron confesiones en el proceso de Praga, también fue
prisionero de los nazis y llegó a ser viceministro de relaciones exteriores.
London fue reivindicado después de la denuncia de Kruschev contra los crímenes
de Stalin.
Recientemente
se cumplieron veinte años del fusilamiento General cubano Arnaldo Ochoa -héroe
de Angola y el general más condecorado por Fidel- quien fuera acusado de
traición a la patria y de vinculaciones con actividades del narcotráfico;
independientemente de las diversas versiones sobre las verdaderas razones por
las cuales Ochoa “cayó en desgracia” lo cierto es que confesó su culpabilidad
en los delitos de los que se le acusó, manifestando su fidelidad al régimen.
Un
falso concepto de “lealtad al partido” y el fanatismo condujo a hombres de una valentía
comprobable a inculparse a si mismos.
Toda
esta situaciones las recordé a raíz de la reciente difusión por parte de los
voceros del régimen de supuestas confesiones, comenzando por la violación de la
inmunidad parlamentaria y el montaje de que fue víctima el joven diputado Juan
Requesen, pasando por los vídeos en los cuales presuntos autores de hechos
delictivos asumen la responsabilidad de haberlos cometidos.
El
gobierno no sólo estrecha cada vez más los espacios democráticos y acentúa sus
rasgos autoritarios y dictatoriales e inconstitucionales, sino que además asume
las prácticas más perversas y aberrantes conocidas en los regímenes
totalitarios. Algunos, que en otro tiempo lucharon contra la represión y
defendieron los derechos humanos hoy se convierten en verdugos, mientras otros
guardan un escandaloso silencio, pretendiendo ignorar esa oprobiosa conducta.
Lamentablemente la historia se repite.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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