Juan Guerrero 07 de febrero de 2019
@camilodeasis
Es
evidente, público y comunicacional que el régimen de Maduro está “técnicamente”
acabado. Faltan los detalles que sobrevendrán después de una negociación,
donde, la última palabra la tienen los militares y la presión de los ciudadanos
en las calles.
Más
allá de las presiones, tanto internas como de carácter internacional, lo
supremamente urgente es proteger a la población venezolana. De ella, entre 280
a 300 mil personas se encuentran en situación de emergencia humanitaria
compleja. Son los niños y ancianos desnutridos, los enfermos con patologías
severas y terminales, los presos políticos y comunes, y los enfermos
psiquiátricos. Además de una infraestructura sociosanitaria, educativa,
penitenciaria, industrial y de vialidad, pública y notoriamente colapsada.
La
sociedad venezolana se encuentra sometida, desde hace varios años, a una
continua y sistemática “guerra asimétrica” planificada y ejecutada desde el
régimen de Maduro y sus pandilleros, que muestra cifras de muertes anuales,
entre 23 a 25 mil ciudadanos fallecidos. Gran parte de estas muertes, por
acción u omisión del régimen, se han podido prevenir.
Esta
es la espantosa y dramática realidad de un régimen declarado en la práctica,
como del crimen organizado, que ha perdido todo pudor y base
ideológico-política y que se dedica a despreciar, humillar y asesinar
ciudadanos, utilizando los cuerpos de seguridad del Estado, para delinquir y
como grupos de exterminio.
Ya es
imposible hablar de práctica política del accionar gubernamental en la vida
social o de gobernabilidad entre oficialismo/oposición. Eso ya no existe. La
misma organización partidista oficialista, el Psuv, mantiene ahora una
estratégica distancia para poder conservar su disminuida militancia, que le
permita sobrevivir ante semejante asalto al poder del Estado que ha hecho la
banda del crimen organizado desde Miraflores.
La
propaganda que esta mega banda ha desarrollado a escala internacional/nacional,
junto con el uso de la fuerza bruta y la censura a los medios de comunicación,
es lo que medianamente les permite mantenerse en el control fáctico del Estado
y sus estructuras institucionales.
Al
paso de los días el resquebrajamiento del régimen encabezado por quien usurpó
el poder, Maduro, se nota debilitado y a cuenta gotas, se filtran disidencias
que son muestra de la hecatombe roja que ya es imposible detener.
Desde
hace varios años lo veníamos advirtiendo e indicándoselo en artículos a los
jerarcas psuvianos: “necesario es conservar un caudal de militancia, sobre el
20-25%, para reestructurar ese partido y posicionarlo como una real oposición
mayoritaria en un cambio de gobierno”. Sin embargo, las contradicciones
internas y la imposición de una estructura extremista, ultrosa, corrompida y
vinculada a carteles criminales, fue diezmando, tanto al partido como a sus
demás aliados.
Porque
este derrumbe del ensayo socialista totalitario y hegemónico rojo, se está
llevando al fondo del barranco al resto del tristemente célebre Polo
Patriótico. Incluso, los viejos aliados y apoyos internacionales, con la
Internacional Socialista a la cabeza, indicaron que lo de Venezuela no es
ningún socialismo y que no tienen ni quieren que los vinculen a semejantes
personajes. Hasta el pudoroso Dietrich (-creador del eslogan “Socialismo del
siglo XXI”) hace tiempo tomó una discreta e hipócrita distancia.
Al
fondo de los acontecimientos que diariamente se observan, donde se están
comiendo al gran elefante rojo a pedacitos, están ocurriendo otros cambios. Son
los cambios de un nuevo tiempo en la política venezolana. Una generación de
líderes que traen otra manera para acercar el Estado a los ciudadanos. Más
efectiva y eficiente. Más comprometida con la cotidianidad del ciudadano y
donde los medios de comunicación tendrán un desempeño particularmente esencial
en la relación Estado/ciudadanos/medios de comunicación.
No
olvidemos que las redes sociales (RRSS) y los fotógrafos, videógrafos y
periodistas han sido la vanguardia en la avanzada social para hacerle frente a
la gigantesca censura que ha impuesto el régimen. El ciudadano venezolano ha
visto en las RRSS su gran medio de comunicación para enfrentar, tanto la
censura como visibilizar la dramática emergencia humanitaria compleja y
denunciar el ultraje, humillación, censura, tortura, crimen y demás violaciones
a los derechos humanos de esta parasitaria criminalidad roja, llamada
revolución chavizta, socialista, bolivariana, humanista, zomorana,
robinsoniana… del siglo XXI.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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