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viernes, 21 de junio de 2019

A la Bachelet por @CECODAP @FERNANPEREIRAV



Por Fernando Pereira


Disculpe el tono impersonal. En la escuela me dijeron que el encabezado de las cartas podía comenzar con Querida, pero ese me pareció muy íntimo o Estimada, tampoco me atrevo a utilizarlo porque no siento la cercanía y la confianza.

Estoy redactando esta carta pensando en los millones de niños y adolescentes de Venezuela que no tendrán la posibilidad de contarle lo que viven y sienten en el día a día. Se que tiene una agenda extremadamente apretada para recibir y conocer la visión de autoridades, políticos, líderes de distintos sectores, organizaciones de derechos humanos, familiares de víctimas, presos políticos… Son muchas y muy importantes los planteamientos que se harán; pero es una lástima que no te puedas (se me sale la familiaridad) reunir con algunos de nosotros directamente pues como sabes, como máxima responsable de los derechos humanos en Naciones Unidas, somos sujetos de derecho desde que se aprobó la Convención de los Derechos del Niño en el año 1989.

Esta semana en la escuela se hizo un conversatorio y vinieron unos señores que nos hicieron ver que este año se cumplen ya 30 años de la Convención que garantiza los derechos humanos para todos los niños. Nos dijeron que esa es una buena noticia; pero la verdad es que nosotros no lo entendemos muy bien.

Este año seis compañeros dejaron la escuela porque se fueron con sus familias a vivir a otros países. Tres a Colombia, dos a Ecuador y uno a Perú. Sin contar con que estamos terminando el año con una maestra suplente porque la nuestra también se fue. Con motivo del día del Padre, la maestra preguntó cuántos de nosotros estamos viviendo con nuestras abuelas o algún familiar porque nuestros padres se han ido a trabajar a otro país y ocho compañeros levantamos la mano. Sí, yo soy uno de esos “niños dejados atrás” que mencionaban en una hoja de periódico que la maestra pegó en la cartelera.


Llegar a la escuela se ha vuelto más complicado. Cada día debo salir más temprano pues no hay suficientes camionetas y debo caminar. Mi abuela se levanta tempranito para que pueda llevar una arepa con algún relleno. Algunos compañeros no pueden llevar merienda y he visto a la maestra dándole un poco de lo que ella lleva. Hubo un tiempo que nos daban el desayuno; pero hace tiempo que no. Además, en la escuela no hay cantina porque todo es muy caro y no hay suficiente dinero en efectivo.

Otra carta desde el hospital

Tengo un primo de 11 años que sufre de leucemia. Mi tía lo lleva al Hospital de Niños que está en San Bernardino. Los hemos visto varias veces en el noticiero de la televisión pues tienen problemas porque no hay el tratamiento. Mi abuela dice que eso está pasando en todos los hospitales y que en el interior hasta es peor la situación pero que no se conoce tanto.

Mi abuela dice que usted va a conversar con los políticos que son quienes pueden tomar medidas para que el país cambie. Yo le podría pedir que pueda volver a estar con mis papás; que me puedan llevar al cine como cuando yo era pequeño y hasta cotufas y refresco podíamos comprar. Me gustaría que reabriera el club de artes marciales al que iba en las tardes porque el entrenador se fue a vivir a Chile.

Estoy seguro que el contenido de mi carta es más sencillo que las cartas que le pueden hacer llegar los niños y adolescentes que viven en comunidades indígenas, trabajan en las fronteras, en las minas, los que están en algún centro porque no están con sus padres, los que han quedado huérfanos porque sus papás fueron asesinados…

20-06-19




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