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miércoles, 7 de mayo de 2014

¿Cómo sobrevivir en Cuba con 18 dólares al mes?, @yusnaby



Por Yusnaby Perez, 05/05/2014

Se habla mucho de lo difícil que es vivir en Cuba con el salario que paga el Estado, y de las mil y una maneras en que las personas “resuelven” para llegar a fin de mes… Están los que tienen un pariente fuera que les manda dinero de vez en cuando; están los que roban del centro de trabajo en perfecta coordinación con el resto del personal, están los que tienen un segundo trabajo por la “izquierda”, están los que cobran un “regalito” por acelerar una gestión, están los que se prostituyen, están los que trabajan para embajadas y ganan su sueldo en divisa, están los que se dedican a actividades delictivas…

Sin embargo hay muchas familias cubanas que, por convicción o por falta de oportunidades, no tienen medios para suplementar sus salarios. ¿Cómo vive una familia que depende únicamente de un sueldo estatal?

Recientemente conocí a Ana Fernández, profesora de una escuela primaria en Centro Habana y madre soltera de dos hijas, una de siete y otra de ocho años. Ana no recibe remesas ni tiene otra entrada de dinero que no sea su salario estatal: 439 pesos cubanos al mes (aproximadamente 18 dólares).

Cada noche en la mesa de Ana hay algo de comida. La libreta de abastecimiento les garantiza algo de proteína para siete días al mes. El resto debe ingeniárselo casi que por arte magia.

“Paso dificultades, pero sobrevivimos gracias a lo que yo llamo la dieta de la croqueta y el perrito”- Me comentaba Ana.

En algunos puntos de La Habana, conocidos como “Mercomar”, venden croquetas de pescado de agua dulce. Se compran en paquetes de 10 unidades a un precio de 5 pesos cubanos. La comida casi diaria por las noches es croqueta con un poco de arroz.

El “perrito” también es otro integrante de la dieta de esta familia. Es una salchicha de carne de cerdo, grasa y conservantes. Cada perrito cuesta 3 pesos cubanos; se fríe y se acompaña igualmente con arroz; se sirve uno por persona al igual que las croquetas.

“Casi todos los días comemos croqueta y arroz, el día que hay perrito es fiesta y cuando hay pollo es Navidad”- Comentaba Ana mientras me mostraba su congelador casi vacío donde sólo había un recipiente con hielo.

En los “Mercomar” a veces venden la masa de la cabeza de la langosta que no sirve para el turismo, pero a un precio bastante elevado. Otra alternativa a la proteína es la carne de puerco de venta libre en los agromercados. Hoy día la libra está a 30 pesos cubanos, por lo que muchos ni siquiera consideran comprarla.

A la profesora Ana le preocupa que sus hijas no estén alimentándose de manera equilibrada. Son pocos los días que en casa se come fruta fresca, y menos aún los días en que se consume verdura. Tras gastar 60 pesos cubanos con la libreta de abastecimiento cada mes, en raras ocasiones le alcanza el dinero para comprar frutas y verduras. De vez en cuando compra plátano burro a 5 pesos la mano, y arroz a 5 pesos la libra.

Lo cierto es que los productores alternativos de alimentos, como los agromercados, muchas veces cuentan con alguna variedad de alimentos (pepino, tomates, cebollas, pimientos, plátanos; incluso carne de cerdo y embutidos), pero fácilmente una persona se puede gastar el tercio de su salario comprando verduras para 1 semana. Frutas como la piña o el mamey son un lujo (una piña puede costar entre 15 y 20 pesos y un mamey entre 20 y 25).

Para freír, Ana utiliza manteca de cerdo, una de las grasas más peligrosas, pues eleva los niveles totales de colesterol en la sangre. Así y todo, le cuesta 20 pesos cubanos la libra y debe ahorrarla. A veces cuando le da tiempo después del trabajo hace la cola del yogurt de soja, donde compra 1 bolsa a 1 peso, y esto debe rendirle para el desayuno semanal de sus hijas. Lamentablemente el yogurt de soja sale a la venta sólo algunos días al mes y está prohibido vender más de una bolsa por persona.

Otros artículos necesarios en la dieta como la leche, la carne roja o el aceite, y otros muchos productos, sólo se pueden adquirir con pesos convertibles en supermercados estatales. El salario mensual íntegro de Ana daría para comprar no más de 2 bolsas de 1 kg de leche en polvo. Por lo tanto, este tipo de productos no están a su alcance.

A diferencia de otros maestros, ella no infla las notas de sus alumnos a cambio de unos pesos. El único “extra” que ella recibe son los regalos por el día del educador el 22 de diciembre, que consisten en pomos de champú, artículos de limpieza o similares que ella vende y con ese dinero asegura la comida para celebrar el fin de año con sus hijas. Así es la dieta de la familia de Ana y muchísimas otras que dependen del salario. Después de pagar la luz, el agua, el teléfono y el gas, cada centavo restante es indispensable.



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