JOAN FAUS Washington 2 MAY 2014
El informe de Freedom
House destaca la mejora de Paraguay y el empeoramiento de Estados Unidos y
Panamá
La libertad de prensa en el continente
americano es profundamente heterogénea y permite visualizar tendencias bien diferenciadas
entre, por un lado, el norte y buena parte del Caribe; y por el otro, el centro
y el sur. El
informe de 2013 de Freedom House, publicado este jueves, apenas ha
trastocado las líneas maestras de este paisaje, aunque se han registrado
algunos cambios al alza y a la baja significativos. El aspecto más positivo del
documento es que el número de países considerados no libres informativamente pasa
de seis a cinco gracias a una ligera mejora de Paraguay. Las naciones
integradas en los otros dos apartados no varían, por lo que se mantienen las
mismas 15 calificadas de libres en 2012 y las 14 de parcialmente libres.
En el ránking, elaborado a partir de
una serie de encuestas en 23 metodologías, la organización sigue considerando a
Santa Lucía como el país americano con mayor libertad de prensa -con una nota
de 15 sobre 100, la misma que en 2012- y a Cuba como el que menos -con una
calificación de 90, dos puntos más baja que el año anterior-. Los otros cuatro
países considerados no libres son Venezuela -su nota pasa de 76 en 2012 a 78 en
2013-, Honduras -de 62 a 64-, Ecuador -de 61 a 62- y México -se mantiene en
61-. Visto en perspectiva, del total de países de habla hispana o portugués,
solo un 15% goza de libertad de prensa absoluta.
Con relación al anterior informe,
destacan el empeoramiento de la puntuación de Estados Unidos -pasa de una nota
de 18 en 2012 a 21 en 2013-, Surinam -de 24 a 28-, Panamá -48 a 50- y los ya
mencionados de Ecuador, Honduras y Venezuela. En el otro extremo, sobresalen
las mejoras de dos puntos de Paraguay -de 61 a 59- y El Salvador -de 41 a 39-,
al margen de la ya citada de Cuba. También mejoran su calificación, pero solo un
punto, Jamaica (hasta 17), Canadá (19), Trinidad y Tobago (25), Brasil (45) y
Argentina (51).
Freedom House atribuye el
empeoramiento en Venezuela al hecho de que el
presidente, Nicolás Maduro, continuó con los "esfuerzos" de su
predecesor, Hugo Chávez, de "controlar la prensa". En concreto,
cita la adquisición de la cadena de televisión Globovisión, hasta entonces
contraria al Gobierno, por parte de una compañía afín al chavismo.
"Distintas prominentes voces opositoras e independientes abandonaron el
canal, criticando la falta de independencia editorial", apunta el
documento.
El informe no menciona la decisión del
Gobierno de Maduro de suspender en febrero, a raíz de su cobertura de las
protestas opositoras, la
emisión en Venezuela del canal de noticias colombiano NTN24, pero esta
censura se coló en la rueda de prensa de presentación del documento. El
responsable de asuntos públicos del Departamento de Estado de Estados Unidos,
Doug Frantz, aprovechó la presentación para reiterar la petición, hecha el
miércoles, de que Venezuela restablezca la señal de NTN24. "Prohibir una
cadena de televisión es antidemocrático y no está en el interés de
Venezuela", dijo Frantz, que añadió que la "sugerencia" de
reestablecer la señal ya se la hecho Washington a Caracas por medio de canales
diplomáticos y que seguirá haciéndolo.
Respecto a Ecuador, el documento
lamenta que tras entrar en la categoría de no libre en 2012 el deterioro de la
libertad de prensa se agudizó el año pasado con la aprobación por parte de la
Asamblea Nacional de una nueva ley de comunicaciones que crea “poderosos
cuerpos regulatorios con una independencia cuestionable, que fija controles
excesivos en el contenido e impone onerosas obligaciones a los periodistas y
los medios”.
En México, pese a que mantiene su
puntuación, Freedom House alerta que “la violencia y la intimidación se
extendió” a los representantes locales de organizaciones internacionales a
favor de la libertad informativa. Por su parte, en el caso de Honduras atribuye
su descenso de dos puntos dentro de la categoría de no libre a la
“intensificación de la autocensura”, especialmente en los asuntos relacionados
con la corrupción y los posibles vínculos entre los gobiernos locales y el
crimen organizado.
En el apartado de los países
parcialmente libres, destaca el empeoramiento de Panamá fruto de la
“concentración de propiedad” en manos del presidente Ricardo Martinelli y sus
aliados, así como de los intentos del Gobierno de utilizar leyes de registro
para “influenciar o manipular contenido e intimidar a los medios críticos”.
Pese a las ligeras mejoras en
Argentina y Brasil, el informe mantiene sus advertencias sobre los frenos a la
libertad de los periodistas. “Argentina sigue siendo un país de preocupación
por la alta polarización del clima político, y la continua retórica negativa y
ataques verbales de miembros del Gobierno hacia periodistas críticos y medios,
especialmente a los afiliados al grupo Clarín”, lamenta. También recuerda que
el año pasado el Tribunal Supremo consideró constitucional la ley de medios
promovida por el kirchnerismo. En cuanto a Brasil, la organización recuerda que
tres periodistas murieron en 2013 y otros tantos fueron atacados o intimidados
durante las protestas ciudadanas que estallaron en junio pasado. Y añade:
“También supusieron amenazas a la libertad de prensa las acciones legales
contra blogueros y compañías de Internet, y el alto número de peticiones del
Gobierno de retirar contenido ‘online’”.
El único país que se incorpora al
grupo de parcialmente libres es Paraguay, lo que Freedom House achaca a la
“reducción de la influencia política sobre los medios estatales en contraste
con la interferencia y los despidos” en la televisión pública tras la polémica
destitución del presidente Fernando Lugo en junio de 2012.
Finalmente, en la categoría de
naciones libres sobresale el caso de Surinam, que experimenta el mayor descenso
del continente, de cuatro puntos, como resultado de la “falta de implementación”
de leyes que protejan la libertad de prensa, el uso creciente de leyes de
difamación contra periodistas y la distribución preferencial de los anuncios
del Gobierno.
Y también es llamativa la situación de
Estados Unidos, que se mantiene en la parte alta de la clasificación pero sube
tres puntos. Según Freedom House, se debe a una serie de factores: el
mantenimiento de la “limitada voluntad” de alto cargos del Gobierno de
proporcionar información a la prensa, alegando en ocasiones motivos de seguridad;
el hecho que los periodistas que cubren asuntos de seguridad afrontaron los
“esfuerzos continuos de la justicia federal de forzarlos a testificar o
entregar materiales que revelan fuentes”; y finalmente que se cuestionara la
protección a la libertad de información tras las revelaciones del espionaje masivo de la
NSA por parte del exanalista Edward Snowden, así como el escrutinio de los
teléfonos de periodistas de la agencia Associated Press. Todo esto ha hecho que
EE UU haya obtenido su peor puntuación en una década, según enfatizó en el acto
de presentación la directora del informe, Karin Karlekar. Algo que, como es
previsible, trató de minimizar el representante del Departamento de Estado.
“Los detalles y los hechos de las operaciones necesitan mantenerse secretas por
motivos de seguridad nacional”, esgrimió Frantz, que admitió, sin embargo, el
enorme daño causado por las filtraciones de Snowden.
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