Miguel Méndez Rodulfo Caracas 2 de mayo de 2014
Recientemente la Universidad de
Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, junto con otras
fundaciones, presentaron una novedosa metodología para medir el progreso social
de las naciones. Dicho proyecto estuvo liderado por Michael Porter, reconocido
investigador de estrategia empresarial, desarrollo económico tanto de naciones
como regiones, y estudioso de la aplicación de la competitividad empresarial a
la solución de problemas sociales, de medio ambiente y de salud. La idea surgió
en 2009, en el seno del Consejo del Programa Mundial sobre Filantropía e
Inversiones Sociales, del Foro Económico Mundial. El proyecto culminó en 2013
con la elaboración de un Índice de Progreso Social (IPS) para 50 países. En
abril de 2014 el trabajo de investigación se amplió y se pudo medir el
bienestar de los ciudadanos de 132 países del mundo.
El IPS es un ranking que considera en
total 53 indicadores los cuales están agrupados en distintas categorías y éstas
en tres dimensiones medibles del progreso social: Necesidades Humanas Básicas,
Fundamentos del Bienestar y Oportunidades. En cuanto se refiere a la dimensión
de las necesidades humanas básicas, se incluyen las categorías de: nutrición y
asistencia médica elemental; agua, aire y saneamiento; vivienda, y seguridad.
En la dimensión relativa a los fundamentos del bienestar, estamos hablando de:
acceso a la educación básica; acceso a la información y comunicación; salud y
bienestar, así como sostenibilidad de los ecosistemas. En cuanto a la dimensión
de las oportunidades los temas incluidos son: derechos individuales; acceso a
la educación superior; libertad personal y de elección, así como equidad e
inclusión.
Con la elaboración de este índice se
les permitirá a los países identificar más apropiadamente sus áreas de
fortaleza o debilidad en términos del progreso social de su población,
mejorando de esta manera la forma de entender la delicada temática social y
permitiendo diseñar estrategias que permitan superar adversidades y apuntalar
ventajas. El IPS permite focalizar a los gobiernos, a la sociedad, a las
corporaciones y a las ONG, en la necesidad crucial de mejorar los aspectos de
calidad de vida de los ciudadanos. El bienestar social no sólo es clave para
gestionar el ascenso de los más pobres, sino que es una garantía de la paz
social, requisito indispensable para el desarrollo y el progreso.
El IPS está enfocado en los resultados
más que en la aplicación de recursos, tal como se mide la gestión en el mundo
empresarial. En este sentido se deja claro que más que atender a la partida
presupuestaria estimada y ejecutada, se miden los logros obtenidos que tengan
un impacto real en la sociedad. Más que decir que se aplicaron miles de
millones de bolívares en salud infantil, se miden los índices de mortalidad de
lactantes, por ejemplo; es decir, no es gastar sino invertir mejor. Por otra
parte, y muy importante de destacar, a diferencia del Índice de Desarrollo
Social, el IPS no considera al Producto Interno Bruto como una variable directa
para su cálculo, esto es que considera que un PIB elevado no lleva,
necesariamente, a una mejor calidad de vida. La riqueza generada por un país,
sin adecuados mecanismos de redistribución no es garantía de progreso social.
El crecimiento económico debe estar acompañado de servicios públicos adecuados
y de inversiones en salud, educación y protección social. Este ranking,
liderado por Nueva Zelandia, Suiza e Islandia, tiene a Japón en el puesto 14 y
a EEUU en el puesto 16. Por supuesto que sin generación de riqueza no hay
progreso social, pero también es verdad que medirla a ella solo como sinónimo
de desarrollo, es un error. En América Latina, Costa Rica es el país mejor
posicionado; Cuba y Venezuela están en los últimos lugares de todo este
novísimo índice.
Caracas 2 de mayo de 2014
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