Por Daniel González, 30/04/2014
Hay emociones que solo entendemos los ucevistas, esos que hemos estado con toga y birrete bajo las nubes de Calder o en una cola al mediodía para entrar al comedor. La Universidad Central de Venezuela es, en sí, una emoción, un sentimiento, un orgullo nacional. Y, también es y será siempre, muy a pesar de quienes quieren verla arrodillada a los designios de un amo, como una dama. Sí, como una dama virtuosa y noble que, a pesar de los atropellos y las retaliaciones, se conduce con imponencia y razón por los caminos de esta Venezuela cada día más arbitraria. La UCV es la matrona de las universidades de este país.
El oficialismo, desde los tiempos del presidente Chávez, ha intentado desacreditarla usando cualquier cantidad de argumentos. La han acusado de clasista, de “elitesca”, de estar de espaldas al pueblo y hasta de ser un Estado dentro de otro; esta última acusación muy parecida a la que hicieron los mismos grupos contra PDVSA y con la que justificaron su asalto. A pesar de esto, la Universidad está allí, incólume. Defendida tanto por sus autoridades legítimas como por los estudiantes que la aman.
La Universidad Central es un reflejo el país. El país tiene problemas, la Universidad tiene problemas. Los problemas, de la que fue mi casa de estudios, trascienden el tema presupuestario. A mi juicio, uno de los mayores problemas que afronta hoy por hoy la universidad está relacionado con el tema de los profesores. La universidad parece estarse llenando de personas que saben mucho pero que aportan poco. Personas que al llegar al salón de clases piensan que están ante objetos inanimados y no ante personas capaces de razonar y debatir. Sí, hay problemas en los servicios, es indudable, pero no creo que sean más graves que aquellos que afectan la formación académica de manera directa.
El tema del presupuesto es espinoso. La Contraloría General de la República, muy a pesar de lo que afirman los voceros oficiales, no ha presentado pruebas de que los recursos asignados a la UCV han sido utilizados de forma indebida y, posiblemente, la mayor demostración de ello es que las mismas no fueron presentadas por el señor Mario Silva en aquellos tiempos de La Hojilla. Los estudiantes del chavismo comparan nuestro presupuesto con el de otras casas de estudio y se “horrorizan” con las diferencias. Me pregunto cuántas dependencias tienen estas universidades, proyectos de investigación y planes de desarrollo de carrera en comparación con la UCV.
Estos mismos estudiantes acusan a la universidad de “elitesca”. Cuando los escucho, río. Y me da risa porque de esa universidad “elitesca” ha egresado gente que estudió con mucho sacrificio, y actualmente estudia gente de bajo nivel socioeconómico. Quien suscribe, se graduó de economista y tiene dos hermanos egresados del Aula Magna. ¿Forma parte mi familia de una élite? Podría decirse que sí. Pero de una élite trabajadora, a la que cada bocado que se llevaba a la boca le costaba. Mis padres, venezolanos ambos, no compraron nuestros cupos. En primer lugar porque no son corruptos y, en caso de haberlo sido, no había recursos en mi familia para cometer tal acto. Nuestros cupos los ganamos estudiando cómo se debía. Mis hermanos, gracias a la UCV lograron hacer lo que otros muchos venezolanos también pudieron: mejorar, progresar. ¿Por qué estos estudiantes antes de hablar pestes de la universidad que los cobija, no piden al gobierno que revise de verdad el funcionamiento de la educación secundaria? Porque es allí, en la educación secundaria donde se concentra la mayor cantidad de fallas que frenan a muchos el ingreso a la universidad, por no poder competir todos en igualdad de condiciones.
El gobierno parte de la idea de que las oportunidades son para todos, indistintamente de que se las ganen o no. En otras palabras, según la lógica igualitaria del gobierno, debe tener la misma oportunidad alguien que como decimos los venezolanos “se fajó” y uno que fue un vago. Quizás por no haber sido ni ser un vago, me opongo a esa lógica. Creo que el hacer méritos debe llevar a las personas a tener mejores oportunidades. Con el afán de que a la Central entre cualquiera, la artillería va contra las pruebas internas, incluso en su modalidad actual que es el filtro alternativo al proceso de asignación por CNU. ¿Qué clase de profesionales aspiran formar estas personas?
Lo que hasta ahora es irrefutable es que el chavismo no ha podido hacerse del control de la dama que, sin tapujos, enfrenta el avasallamiento indetenible del Gobierno Nacional. El oficialismo no ha podido hacerse por la vía democrática de los espacios de poder que le permitan callar y doblegar a la UCV y eso les da en la madre. En la construcción del “socialismo del siglo XXI” voces como las de Cecilia García Arocha son peligrosas. Se prefieren voces como las de las diputadas oficialistas o las “reinas” del resto del Poder Público. Una dama que se mantenga en pie y camine hacia adelante a pesar de las dificultades es un objetivo a derribar por quienes se acostumbraron a que le aplaudieran hasta lo no plausible y que se rieran de lo que causa tristeza. Mucho se ha criticado a las autoridades de mi grandiosa universidad, en especial a la rectora y lo cierto es que no tengo elementos ni para juzgarla ni para defenderla. Pero de su actuación presente, en defensa de los derechos de los ucevistas y más aún, de la democracia de este país; me siento orgulloso y dignamente representado. La matrona está acompañada de la razón y el amor de todos los que le debemos momentos inolvidables de nuestra vida.
http://guayoyoenletras.net/index.php/2012-08-06-05-07-46/en-lo-social/1405-la-ucv-la-indoblegable-de-siempre
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