Por
Angelica Alvaray, 02/05/2014
Tuve la
suerte de asistir esta semana a la celebración de los 92 años de Pompeyo
Márquez. Fue una reunión discreta, cálida, donde estaban sus familiares y
amigos cercanos, sus compañeros de lucha y aquellos que han acompañado siempre,
y quienes, como yo, somos admiradores y seguidores de su ejemplo. Hubo
discursos, felicitaciones, fotos viejas que repasaban la vida de este político
ejemplar.
Habló el
Presidente del Colegio Nacional de Periodistas, Tinedo Guía, quien anunció la
creación de la “Cátedra Libre Pompeyo Márquez Millán”, con el objetivo de
promover la discusión en torno a los temas relacionados con la libertad y los
derechos de información, de expresión y la Democracia, de cara a la sociedad
venezolana en general. Fernando Rodríguez leyó el editorial que había escrito
ese día para TalCual, Eloy Torres dibujó sus vivencias con Pompeyo, que lo
hacen atribuirse el título de sobrino, habló Miguel Henrique Otero, quien
prestó la sala y Antonio Ledezma en su investidura de Alcalde Mayor.
Pero lo
mejor de la velada fue el discurso de cierre: Pompeyo, en su silla de ruedas,
un poco sordo, micrófono en mano, preparado para hablar. Trastabillaba al
enumerar nombres, al repasar los discursos y al dar las gracias por la cátedra
creada. Titubeaba al pronunciar frases de agradecimiento, y cuando terminó con
un clásico “en nombre de mis hijos, mis sobrinos y yo les damos las gracias…”
etc, etc, lo interrumpimos con un aplauso. Pensamos que eso era todo, pero ¡Oh
Sorpresa!, él paró los aplausos y nos dijo: “Después de estas palabras
introductorias, quiero compartir con ustedes mi visión de lo que está pasando
en el país”.
Allí se
lanzó un discurso fluido, perfectamente articulado sobre la situación actual y
los caminos de lucha. Me apresuré a sacar la pluma y tratar de tomar notas, era
yo ahora la que trastabillaba entre la emoción y la certeza del ejemplo que nos
estaba dando. Seguidamente transcribo mis apuntes terribles y créanme, toda incoherencia
es mía, él estuvo perfectamente lúcido y fluido cuando comenzó a hablar de
política.
Palabras de
Pompeyo en sus 92 años.
Se ha
cerrado un ciclo histórico y estamos en una dictadura militar civil. Yo he
analizado la situación y he llegado a las siguientes conclusiones:
La primera
es que no hay solución a la crisis si no hay un cambio de gobierno. No hay otra
salida. Tiene que haber un gobierno de transición, esta dictadura tiene que
darle pasó a la República Civil, a la democracia, a un régimen de libertades.
Actualmente hay una pugna entre dos modelos: uno autoritario y uno de
libertades y democracia. La idea de un gobierno de transición es con el
objetivo de convocar elecciones libres, que puedan permitir que el país exprese
políticamente su pensamiento, sin la autocracia electoral que se ha creado a lo
largo de estos años.
Mi segunda
conclusión es que la crisis económica se va a agudizar. No hay solución a la
crisis económica sin un cambio de modelo. Una economía productiva necesita
inversiones que no están llegando al país, sino que, todo lo contrario, se
están yendo del país.
Finalmente
está el problema de la unidad. Quiero recoger la expresión de Ledezma: Ni nos
dividimos ni nos van a dividir. La Mesa de la Unidad debe presentarle al país
una propuesta. Venezuela es y será para siempre democrática, lo dice la
constitución nacional y la Mesa debe salir no solo a defenderlo, sino a
promoverlo. La lucha es por eso, por conquistar la República Civil, conquistar
las libertades, y se deben crear diversos espacios de lucha. Las sociedades no
se plantean utopías, se plantean resolver sus necesidades y Venezuela necesita
democracia y libertad. Que se cumpla la Constitución. Debemos unirnos en una
misma dirección para convocar al país a conquistar la democracia.
Pompeyo, a
sus 92 años, nos dio una lección de lucidez y perseverancia, de coherencia y de
valor.
¡Gracias
Pompeyo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico