Lissette González, 11/03/2015
Gracias a la generosidad entre colegas dedicados a la investigación
social recibí en mi correo el enlace para acceder a la nueva publicación del
Ministerio del Poder Popular para la Planificación, titulado: Venezuela en cifras.
Nuestra transición al socialismo. Es una publicación más publicitaria que
técnica, por lo que resulta especialmente llamativo que no haya habido más
difusión de este libro, ni siquiera en la Agencia Bolivariana de Noticias o en
los diversos portales afines al partido de gobierno.
Desde hace meses he estado escribiendo en este blog sobre mi
preocupación ante la ausencia de datos para conocer los efectos de la situación
económica especialmente adversa de 2014 sobre los indicadores más importantes
de la situación social. Finalmente, tenemos disponible una publicación con
datos oficiales; pero, ¿nos es útil?
En principio, debería serlo: porque se propone recopilar en una misma
publicación datos económicos y de diversos ámbitos de la situación social
(educación, salud, nutrición, empleo) para el período 1998-2014. Sin embargo,
la información que se presenta no es neutra, sino que desde el capítulo 1 se
propone exponer “la fortaleza del modelo para resistir la guerra económica y
proteger al pueblo” (p. 11). No es, por tanto, una publicación que pone a
disposición de la ciudadanía toda la información oficial disponible para
evaluar de forma transparente la gestión pública, sino difundir aquello que
está acorde con el propósito que se enuncia desde el inicio.
Por ejemplo, ¿aparece en esta publicación la pobreza de 2014? Por
supuesto que aparece, pero la pobreza de ingresos, que era el indicador
recurrentemente utilizado por el presidente Chávez para exhibir los logros
sociales de la revolución (ver, por ejemplo, este boletín
de indicadores sociales del INE), ha salido del panorama para dar protagonismo
al método Necesidades Básicas Insatisfechas.
En otros post en este blog he explicado la diferencia entre la medición
de pobreza por este método y la medición según ingreso (aquí),
cada uno de ellos muestra información complementaria y ambos son de utilidad
para el diseño de las posibles estrategias de intervención. El método
utilizado, por lo tanto, no es un problema en sí. Lo que genera dudas sobre la
intencionalidad es la omisión de un indicador utilizado internacionalmente y
que era el más publicitado por el propio gobierno nacional en el pasado.
¿Por qué convendría no publicar información sobre la pobreza por
ingreso en 2014? Porque este indicador es mucho más sensible a las variaciones
de la situación económica: recesión, desempleo e inflación, entre otros
factores, afectan el ingreso de las familias y, por tanto, la magnitud de la
pobreza. 2014 tuvo la mayor inflación de los últimos 15 años, lo que con
certeza debe haber generado un incremento importante en la incidencia de
pobreza. La duda que tenemos los analistas es cuánto fue.
Pero, a pesar de la cautela oficial, NBI tampoco puede dar buenas
noticias. Este indicador que no considera el ingreso y varía poco en el corto
plazo muestra un discreto aumento en 2014. Y ya sabemos que la pobreza por
ingreso es mayor que por NBI y, además, que aumenta más rápido en tiempos de
crisis.
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