Por Margarita López
Maya, 08/06/2015
La gravedad de la
crisis que padecemos obliga a atender, reflexionar y debatir las alternativas
posibles. Ninguna sociedad es inmune a desorientaciones y dificultades. A veces
son exitosas en superarlas; otras veces se estancan y entran a una decadencia irreversible.
Venezuela, sin duda, está una vez más en una encrucijada.
En mi opinión, esta
no es una situación de la que podamos salir ni fácil ni rápidamente. Pero una
crisis estructural como la que padecemos, puede ser una oportunidad para
enderezar entuertos no solo de la era chavista, sino incluso más viejos, y
frenar la palpable decadencia en la que estamos sumidos.
Esta crisis abarca
la economía, las relaciones sociales, el sistema político, el Estado y hasta la
cultura y la moral de nuestra sociedad. Es como una cebolla: tiene varias
capas, algunas superficiales, otras muy profundas.
En las profundas,
la crisis obedece a disfuncionalidades graves de nuestra economía rentística,
por su dependencia de los vaivenes del negocio petrolero internacional. En lo
político, revela la incapacidad de las elites en el poder de señalarnos un
norte viable, incluyente, honesto, democrático. Repitiendo el pasado, viven en
una burbuja, pendientes de sus intereses particulares, insensibles a los de
quienes los llevaron al poder.
En condiciones casi
idénticas a las de fines del siglo pasado, la oportunidad del cambio político
vuelve a abrirse paso. Si cambia la composición de la Asamblea como resultado
del próximo voto popular, como encuestas parecen indicar, iniciaremos una
transición política.
Tales transiciones
pueden ser muy variadas y no necesariamente exitosas. ¿Cómo asegurar una que
nos conduzca a un futuro que conjure el ciclo prosperidad-pobreza del rentismo
por una senda democrática crecientemente estable? Empecemos por involucrarnos
como ciudadanos responsables. Salgamos a votar, participemos desde nuestros
espacios y capacidades en identificar errores del pasado para no repetirlos.
Informémonos. No dejemos el diseño del futuro sólo a líderes o partidos. Eso ya
lo hicimos con magros resultados. Escojamos a quienes ofrezcan salidas sólidas,
sin inmediatismos, y exijamos de ellos preparación y rendición de cuentas. Del
compromiso de todos depende no fallar otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico