Señores compañeros del presídium; Distinguidos invitados especiales;
Señores profesores; Señores graduandos y sus familiares; Señoras y señores;
Amigos todos
Tenía yo apenas 17 años, cuando recibí mi primera lección en el IESA.
No piensen que era un niño prodigio. Mi profesor de Mecánica Racional -que así
es como los ingenieros llamamos a la Física del Movimiento-, era también
presidente del IESA.
Aquella clase de recuperación fue el mejor pretexto para preguntar a mi
profesor acerca de la intriga que me había provocado saber que él era
Presidente de una Escuela de Negocios.
Ese día me enseñó tres cosas que no entendí en-tonces, pero que el paso
de los años me permitió comprender…
La primera, una sorpresa escandalosa: Venezuela es un país pobre porque
la riqueza de los pueblos de-pende de lo que producen con sus ideas y sus manos
y no de los recursos naturales que tienen bajo sus pies.
La segunda, la riqueza de un país se fabrica todos los días en sus
empresas; y no de forma casual, sino como resultado de una actividad
desarrollada de ma-nera científica, para producir bienes y servicios. La
ri-queza no se hereda y si no se ha producido, no puede repartirse.
Y la tercera, para que Venezuela sea un país próspero, para que se
acabe la pobreza, miles de em-presas deben conducirse con excelencia; y la
excelen-cia no se improvisa, sino que requiere muchos profe-sionales trabajando
en equipo, con conocimiento y pasión para producir riqueza.
“Esa es la Misión del IESA y por eso yo estoy aquí”, me dijo el
Presidente.
Era el Dr. Santiago Vera Izquierdo, venezolano de excepción. Sus
palabras tenían enorme autoridad en labios del que había sido el primer
Ministro del Petró-leo de Venezuela en el año 1951, en una época cuando sólo
los más competentes llegaban a ser ministros.
En los años 70, cuando recibí mi primera clase en el IESA, Venezuela
estaba entre los 20 países más ri-cos del mundo; disfrutaba ya de 50 años de
creci-miento continuo y su ingreso per cápita era mayor que el de España,
Grecia o Israel para la misma época.
Para entender el alcance de las enseñanzas de mi profesor, fue menester vivir la experiencia singular de presidir dos empresas formidables de servicio público. Hidrocapital y Movilnet producían y distribuían calidad de vida y progreso económico a través de las tuberías de agua o de los servicios de telecomunicación a mi-llones de venezolanos.
Para entender el alcance de las enseñanzas de mi profesor, fue menester vivir la experiencia singular de presidir dos empresas formidables de servicio público. Hidrocapital y Movilnet producían y distribuían calidad de vida y progreso económico a través de las tuberías de agua o de los servicios de telecomunicación a mi-llones de venezolanos.
En esas empresas descubrí que la excelencia no es resultado del azar,
sino la consecuencia de un acertado liderazgo. Más todavía, que la gerencia de
empresas es una disciplina científica; y que el significado más profundo de la
sinergia es el poder infinito de un equipo humano que, con pasión y talento,
trasforma la realidad introduciendo competencia, tecnología e innovación de
forma continua.
Pero no me extiendo hablándoles de aquella Ve-nezuela; ésa ya no
existe, fue destruida.
En cambio, sí quiero compartir con ustedes lo que aprendí en los
últimos nueve años, desde que Movilnet pasó a ser administrada por el Gobierno
Nacional y entró a formar parte de la miríada de empresas des-capitalizadas
económica y técnicamente.
Hoy ya sabemos, lo hemos aprendido todos y dolorosamente- que Venezuela
es un país pobre, muy pobre. Aprendimos también que hasta las empresas
excelentes pueden ser irremediablemente destruidas cuando están en manos de
administradores incompetentes.
Hemos comprendido también que, después de una extraordinaria bonanza de
ingresos petroleros, los recursos mal utilizados producen miseria, dolor y
desesperanza.
La destrucción de nuestras capacidades productivas por el cierre de
empresas, por la destrucción del tejido empresarial y por la pérdida de
talentos y capi-tales es una herida que requerirá mucho tiempo y esfuerzo para
cicatrizar.
Se acerca el tiempo de la refundación de la Repú-blica Civil.
Estimados graduandos les toca a ustedes la for-midable tarea de iniciar
la construcción de un país próspero, justo, incluyente y moderno, una
oportuni-dad maravillosa para ejercer su competencia y talento con pasión por
esta nación y toda su gente.
Va a ser necesario haber entendido cómo se pro-dujo la destrucción
institucional de las empresas del país para no repetir los mismos errores. Por
eso no quiero perder la ocasión y me gustaría cosechar con ustedes, algunas
lecciones aprendidas:
1. La ideología puede destruir el tejido productivo de un país. Las
mejores prácticas de gestión empresa-rial no tienen color ideológico. La
Gerencia Moderna es profundamente pragmática, se mide con indicadores objetivos
y no con buenas intenciones.
La mejores prácticas de las organizaciones exito-sas de China, Vietnam, Singapur o Chile son similares.
La mejores prácticas de las organizaciones exito-sas de China, Vietnam, Singapur o Chile son similares.
Pero en Venezuela la ideología fue el pretexto para colonizar con
fanatismo e incompetencia empresas de alta complejidad y tradición de
excelencia.
Ustedes han sido formados en la pasión por el conocimiento y la
investigación, por la búsqueda del lo-gro de objetivos y su medición, ustedes
harán posible que el país pase de las promesas insatisfechas a los resultados.
2. La colonización ideológica de las empresas de servicio tuvo como
objetivo el control y la sumisión obediente de las mismas. En consecuencia,
todos los órganos de gobierno corporativo, Junta Directiva, Contraloría
Interna. Sistemas de Información Empre-sarial, fueron desmantelados.
El preciso entender que la corrupción no es, como se cree generalmente,
consecuencia de la escasa vir-tud de algunos sino de la carencia de órganos de
gobierno corporativo en las empresas.
Desarrollen y fortalezcan estructuras de gobierno corporativo: que la
trasparencia, la rendición de cuentas y los mecanismos de control y supervisión
administrativos sean parte de nuestra cultura gerencial.
3. El país ha sufrido el aislamiento del resto del mundo. Mientras en
Venezuela se desarrollaba el proceso de destrucción de su tejido productivo y
de los servicios públicos, en el resto del mundo se ha implantado la cuarta
revolución industrial, con saltos de productividad impulsados por la
tecnología, el trabajo en redes y la incorporación de la informática, la
mi-croelectrónica y las tele comunicaciones en todas las áreas de la
producción.
La Venezuela que habrá que construir en los próximos años será
totalmente distinta a la que extraviamos en los años 90, porque la tecnología,
la eco-nomía y la política de todas las naciones en el contexto global
evolucionó mientras nosotros retrocedimos.
Una tarea para ustedes; construir puentes y ven-tanas con las empresas y países más exitosos del mundo, traducir las buenas prácticas en nuestro medio para competir en excelencia con los campeones del mundo.
Una tarea para ustedes; construir puentes y ven-tanas con las empresas y países más exitosos del mundo, traducir las buenas prácticas en nuestro medio para competir en excelencia con los campeones del mundo.
Si estas lecciones no han caído en tierra estéril, hoy mejor que nunca,
podremos comprender la urgencia del Dr. Vera Izquierdo cuando expresaba la
ne-cesidad de formar a miles de profesionales, en la ciencia y el arte de
construir y dirigir empresas.
Felicitaciones a ustedes que son parte de esa ge-neración que estamos seguros asumirá la dirección de miles de empresas creadoras de valor con pasión y excelencia.
Felicitaciones a ustedes que son parte de esa ge-neración que estamos seguros asumirá la dirección de miles de empresas creadoras de valor con pasión y excelencia.
Sólo así será posible que los venezolanos conozcan la riqueza de un
país que se construyó con el ta-lento y el esfuerzo de sus hijos y no con
los recursos debajo de nuestro suelo.
Y esa es la Misión del IESA que tan claramente dibujó Santiago Vera
Izquierdo hace cinco décadas.
Son ustedes hoy razón de esperanza, afortunados por el reto que les
corresponde, tendrán el apoyo de todo el país: ustedes serán los constructores
de una nueva y mejor Venezuela para todos.
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