Pedro Palma 03 de junio de 2016
@PALMAPEDROA
En
recientes declaraciones, el ministro Pérez Abad informó que el gobierno está
próximo a poner en marcha un nuevo sistema de cambio complementario, en el que
la tasa de cambio, Dicom, responderá a las realidades del mercado, buscando con
ello captar, administrar y colocar divisas en sectores clave que permitan
estimular las exportaciones y sustituir las importaciones. ¿Significa esto la
eliminación del control cambiario y la migración a un sistema de libre
convertibilidad? Definitivamente, no.
Lo que
se pretende es sustituir el Sistema Marginal de Divisas, Simadi, cuya tasa ha
experimentado un notable incremento, por otro, también controlado, pero en el
que el tipo de cambio sea fluctuante y responda a las fuerzas del mercado,
permitiendo que Pdvsa y otras empresas públicas, así como exportadores privados
e individuos puedan vender divisas a esa tasa. Con ello se buscaría, entre
otras cosas, mejorar la precaria situación financiera de la petrolera,
flexibilizar el acceso a las divisas controladas, pero a un precio más
realista, y estimular las exportaciones. Sin embargo, seguirá vigente el sistema
protegido de cambio con una tasa preferencial Dipro, que hoy sigue anclada en
el absurdo nivel de diez bolívares por dólar. Este se aplicará a las
importaciones esenciales, a los pagos de pensionados en el exterior y a otras
operaciones marginales, así como a las divisas requeridas por el sector público
para el servicio de deuda externa, viáticos de funcionarios, seguridad, defensa
nacional y otros pagos foráneos. Este último sistema será alimentado con
divisas de Pdvsa, que seguirán siendo vendidas al BCV a la tasa preferencial.
Comentó
Pérez Abad que el comportamiento reciente de la tasa Simadi había frenado el
avance del dólar negro, cuyo precio había retrocedido en las últimas semanas.
De allí que sea válido que nos preguntemos si el funcionamiento del nuevo
sistema complementario podrá lograr que el tipo de cambio paralelo siga
bajando, cerrando la brecha entre ambas tasas. Eso dependerá en buena medida de
la transparencia con que funcione el nuevo sistema, lográndose que la oferta y
la demanda de divisas en ese mercado tiendan a equipararse, pues solo así se
limitaría la necesidad de acudir al mercado paralelo para comprar moneda
extranjera. La oferta dependerá de la cantidad de dólares que podrá vender
Pdvsa, y de la disposición de los tenedores privados de divisas, los
exportadores entre ellos, de ofrecerlas al tipo de cambio Dicom. La demanda,
por su parte, estará estrechamente vinculada a la cantidad de dinero que se
pueda canalizar hacia la compra de divisas, por lo que es fundamental restringir
la oferta monetaria, para lo cual es indispensable aplicar medidas correctivas
al enorme desequilibrio fiscal y suprimir el financiamiento de gasto público
deficitario por parte del BCV, es decir, imponer disciplina fiscal y monetaria.
Adicionalmente, es necesario minimizar las limitaciones a la adquisición de
divisas en el mercado complementario y, simultáneamente, legalizar el mercado
paralelo.
El
gobierno tiene la esperanza de que la nueva tasa cambiaria fomente las
exportaciones, pero ello solo se logrará si los productores locales pueden
incrementar su producción, para lo cual tienen que contar con los insumos
importados que requieren, es decir, deberán tener acceso a los dólares que se
necesitan para realizar esas compras foráneas. Adicionalmente, se tienen que
flexibilizar los controles de precios, reconociendo los mayores costos
generados por el encarecimiento de la divisa y por la inflación, pues de lo
contrario no habrá incremento de la producción que permita aumentar las
exportaciones y sustituir importaciones.
Como
se ve, el funcionamiento del nuevo sistema y el logro de sus objetivos dependen
de múltiples factores, cambiarios y de otra índole, aunque lo deseable es la
total eliminación de los controles existentes.
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