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viernes, 16 de septiembre de 2016

El chantaje de la paz por @luispespana


Por Luis Pedro España


El gobierno, como parte de su permanente falta de originalidad y angustiosa búsqueda de oxígeno, recurre a recetas y lógicas política importadas independientemente del contexto y la realidad. Igual le da por el “No pasarán” que la falange humilló, que por los cánticos de la izquierda unida que no lograron sostener al presidente Allende. Ahora su no tan nueva consigna es la paz, y aprovechará el contexto de la vetusta organización de los No Alineados para vocearla con fuerza.

La paz, en la tradición de los movimientos progresistas, que estos izquierdistas de manual desconocen, siempre fue vista como una aspiración conservadora de los instalados en el poder para desmovilizar a las fuerzas de cambio. Actuando como tales, el gobierno se desgañita y bate gargantas por la paz cada vez que la oposición se moviliza para reclamar su justo derecho. La paz es instrumento de chantaje y amenaza para un pueblo que padece de miedo estructural producto de la represión que sostiene al régimen y de la inseguridad que han sido incapaces de combatir. El gobierno ha convertido su discurso por la paz en el arma de guerra contra el país.

Teóricos de la violencia, como Johan Galtung, inspirador de varios movimientos pacifistas, desarrollaron el concepto de la violencia estructural, para desenmascarar, entre otros, a gobiernos como el nuestro que se esconden tras la paz para seguir generando condiciones estructurales de violencia.


Esta violencia estructural corresponde a un tipo que, sin ser violencia directa o física, no solo es atentatoria contra la dignidad humana por los elevados saldos de pobreza y sufrimiento que se generan desde modelos económicos fracasados, dictaduras políticas que se aferran en el poder o intereses particulares que se imponen sobre los de la mayoría, sino que opera como base sustentadora de la violencia visible, la que mata y de la que solo se alarman, cuando aparece, los observadores superficiales, perdón, internacionales. Debe ser por eso que Galtung se caracteriza por ser uno de los buenos críticos del sistema internacional.

La paz que pregona el gobierno es un tipo que Galtung denominó negativa. Es la paz que no va a la raíz del problema, es la paz que llamamos conservadora. La que inmoviliza, la que mete miedo con la propia violencia, es en definitiva la paz de los sepulcros.

La paz verdadera sería entonces la positiva, la que va a las bases, la que trata de cambiar las estructuras que generan violencia. En palabras de Galtung, el trabajo por la paz solo comienza cuando se reconoce que el conflicto tiene su origen en las estructuras que lo provocan y no así en la propia interacción violenta y directa que sería su consecuencia.

¿Cuál es la causa de la violencia en Venezuela? La pobreza, la exclusión, el cierre de los caminos institucionales para la resolución de conflictos, la imposición de una idea y de modelos que nadie comparte, la censura y criminalización de la disidencia. Esas son las causas de la violencia, de la que no se ve, pero también de la que sí se ve y que cada vez es más utilizada por los órganos represivos del Estado.

Esta semana, allá en Margarita, un gobierno conservador, disfrazado de progresista, como muchos de los gobiernos que asisten al anacrónico foro de la Cumbre de los No Alineados, se develará como el paladín de la paz. Bregará por su estabilidad, a través de mantenimiento de las estructuras injustas que hoy generan la verdadera violencia en Venezuela. Serán a final de cuentas propulsores de una paz que necesita de varios miles de funcionarios de seguridad para resguardarla, para dar la impresión de que todo está en calma, para mantener a la isla presa, secuestrada y en silencio… en negativa paz.

15-09-16




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