Por Arnaldo Esté
Esta reflexión la escribo en
el marco de la crisis general en Venezuela.
Es reiterado decir que la
educación no funciona, que hay que cambiarla y que la dirección de ese cambio
tiene que ver con la profundización de la democracia, lo que implica llevarla a
las aulas, transformar las aulas en ambientes de aprendizaje donde se cultiven,
en su práctica cotidiana, valores y competencias correspondientes a esa
democracia profunda.
Competencia es un término
ahora muy común en el debate pedagógico y aparece en buena parte de los diseños
curriculares de muchos países. Está en el discurso formal de la Unesco.
Es muy repetida la preocupación
sobre las graves carencias comunicativas y reflexivas de los estudiantes que
ingresan a las universidades o salen a buscar trabajo: tienen que volver a
aprender y el fracaso personal no es raro.
En general, competencia (no
deportiva o mercantil) alude al conjunto de posesiones (saberes, habilidades,
destrezas) y actitudes que posibilitan el ejercicio de funciones adecuadas,
productivas, eficaces para un desempeño en un contexto específico.
Las competencias van desde las
más elementales para el manejo de herramientas: martillos, palas, picos,
alicates… lo que implica saber que para confrontar una exigencia específica,
abrir un hueco en la tierra no es lo mejor emplear un martillo sino un pico y
una pala, pero además tener la intención, la actitud para abrir ese hueco.
Lo anterior suena muy obvio,
pero no es así. Es rara la ocasión en la que en un aula los estudiantes
confronten el problema de abrir un hueco en la tierra, sin decir que es bien
posible que en la escuela o el aula haya un pico y una pala y, si aparece, es
como un grabado en el libro de texto. Pero también es muy probable que el
docente tampoco los haya usado.
Algo parecido ocurre con algo
más complejo que es el uso de la lengua. El énfasis, desde preescolar, lo
encontramos en cuido de las destrezas motrices con palotes y caligrafías que
con frecuencia están referidas a unas gráficas también abstraídas, sin el
contexto de su eventual uso.
Esto que escribo no es nada
nuevo. Hace mucho tiempo que se sabe y expone en los pedagógicos. Pero es teoría,
es información que no se supone que sea practicada en la propia aula
universitaria. El profesor puede hablar de competencias como un aprendizaje que
solo se logra con su ejercicio, con su práctica, pero él no lo hace. Él sigue
dando clases repetidas con informaciones que ya están en Internet y a las que
se puede acceder sin necesidad de asistir a clases.
La competencia para
comunicarse verbalmente, la lengua y, particularmente, la lengua escrita, solo
se aprende ejerciéndola y es la competencia para colocar en signos convenidos
las propias reflexiones. Poco tiene que ver con la copia o transcripción de
textos. Es una competencia que se logra luego de confrontar un problema, de
problematizarse ante la necesidad de comunicar una reflexión.
Ante estas cosas no hay
inocencia. Ahora es responsabilidad de los maestros y, sobre todo, de los
profesores universitarios propiciar este cambio: profundizar la democracia.
28-01-17
http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/cambio-social-cambio-educativo-las-competencias_77933
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