Por Henrique Capriles
La libertad es como una cuerda
amarrada, en un extremo está la atadura y en el otro el cabo suelto; y aunque
han pasado muchos años desde que la esclavitud fue abolida, bajo el camuflaje
de formas no tradicionales, muchos pueblos son víctimas de servir a unos pocos,
y el poder es utilizado para someter y humillar con el único objetivo del
provecho propio. Así estamos hoy en Venezuela.
Los venezolanos nos
enfrentamos a un sistema autoritario, carente del más mínimo talante
democrático, que justifica cualquier tipo de violencia a fin de garantizar su
permanencia en el poder. Ese grupo que mantiene el poder temporalmente
secuestrado, es especialista en envenenar y envilecer la conciencia ciudadana,
a través de la mentira y la manipulación emocional. Ellos son especialistas en
escamotear la realidad y sustituirla por mentiras que a diario publicitan en su
aparato de propaganda.
Ante esto tenemos dos rutas a
seguir: la sumisión o ejercer nuestra ciudadanía.
Como en cualquier país del
mundo, los venezolanos tenemos deberes y derechos, pero en la actualidad en
Venezuela ningún derecho está garantizado, ni siquiera el derecho a la vida. El
año pasado asesinaron a 29 mil venezolanos, 95% de los hospitales solo tienen
5% de insumos médicos, más de 4 millones de pacientes se encuentran en estado
crítico por falta de insumos médicos, 77,5% comen una vez al día y han tenido
que acostarse a dormir con hambre, 17,2% comen en la basura por falta de
alimentos, 33% de la población estudiantil no terminó el año escolar.
Cada vez más venezolanos
pierden la vida en manos de delincuentes a los que no se les pone freno, los
alimentos sirven como una herramienta de control del gobierno, la basura se ha
convertido en el alimento de muchos, la salud pública está destruida y
pretenden prostituir la educación a través de la ideologización política.
Jamás habíamos enfrentado una
crisis como esta, pero el gobierno habla de una guerra contra el imperio. La
verdadera guerra está en las calles del país y el gobierno no hace nada por
acabar con las plagas que se están robando nuestro futuro.
Venezuela es conocida en el
mundo entero pero ya no por sus playas, montañas y la belleza de sus mujeres,
sino por sus cifras, pero no cifras que muestren el avance hacia el desarrollo,
sino por unas que nos hunden cada vez más en la miseria y en la vergüenza.
Venezuela ocupa el lugar 166
de 176 en materia de percepción de corrupción, ubicándonos como uno de los
países más corruptos del mundo. Que Venezuela sea el país más corrupto de la
región no es culpa nuestra, es culpa de una cúpula podrida e incapaz.
Es inaceptable que producto de
que somos el país con la inflación más alta del planeta, el costo de la Canasta
Alimentaria Familiar registrara un incremento de 18,4% en diciembre de 2016, al
ubicarse en Bs. 544.990,78. Eso significa que en diciembre se necesitaban 20,1
salarios mínimos para poder alimentarse. En 5 años se pasó a pagar 153 veces
más para adquirir la Canasta Alimentaria, mientras que los ajustes salariales
que ha hecho el gobierno cada vez alcanzan para menos.
En un pasado no muy lejano se
requerían dos salarios mínimos para cubrir la Canasta Alimentaria, pero las
políticas erradas de una cúpula corrupta e incapaz nos han conducido a un
abismo, hoy con el salario mínimo solo puedes adquirir el 4,97% de los
alimentos de la canasta.
No podemos esperar que llegue
un Mesías a rescatarnos. El ya no más para con este gobierno debemos asumirlo todos,
para construir juntos la Venezuela que queremos y merecemos.
El camino es exigir nuestro
legítimo derecho de vivir en libertad conforme a lo que nuestra Constitución
establece. Debemos estar dispuestos todos a defenderlo.
Cada acción violatoria del gobierno
debe tener una reacción. Todos tenemos la capacidad de establecer mecanismos de
defensa de la Constitución, organizarnos y ejecutarlos. Ningún venezolano tiene
que esperar a que le digan qué debe hacer.
Actualmente no sabemos cuándo
habrá elecciones y lo que queremos los venezolanos es que el gobierno se
cuente, lo que estamos es exigiendo que se cumpla con lo que dice la
Constitución, que el goberno se mida en elecciones, que sea el pueblo el que
decida.
Dos hechos evidencian la
aniquilación del voto en Venezuela: el robo del referéndum Revocatorio y la
suspensión de las elecciones para elegir a gobernadores y diputados a los
consejos legislativos. Sin mencionar que este año corresponden las elecciones
del alcaldes y aún no hay un cronograma electoral.
Las cuatro señoras del CNE,
saltándose la Constitución para servir a los intereses de un grupo corrupto e
inepto que sabe que actualmente no gana ni las elecciones de una junta de
condominio, decidió guardar silencio en cuanto a comicios se refiere.
Sin duda, que la lucha por las
gobernaciones y alcaldías está en el marco de la recuperación de las
instituciones democráticas, ya que las regionales y municipales representan un
paso más, para sacar del escenario político a un gobierno que se mantiene en el
poder por el control institucional. Lo deseable para solucionar la crisis
política sería realizar unas elecciones generales.
Para superar esto que estamos
enfrentando debemos ser creativos e innovadores, por ende toda crítica será
bienvenida, pero debemos entender que se convierte en vacía cuando se queda en
eso, en crítica, sin aportar absolutamente nada.
Aportemos, creamos firmemente
que el cambio si es posible, no caigamos en el juego del gobierno de hacernos
creer que todo seguirá igual o peor.
Activemos esa ciudadanía que nos
caracteriza como pueblo guerrero. En cualquier lugar y bajo cualquier escenario
donde nos encontremos, defendamos sus derechos, no deleguemos nuestras
atribuciones participativas en otros. No dejemos para mañana lo que podamos hacer
hoy.
¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela!
29-01-17
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