Por Carlos Romero Mendoza, 27/01/2017
Nuestras ciudades lucen tristes, sus calles y
espacios públicos están vacíos y arropados por la oscuridad. Hagamos un
esfuerzo e intentemos mirar el rostro de nuestras ciudades, buscar entre sus
calles y aceras, entre sus edificios y casas, lo que pudiéramos llamar el
“espíritu de ciudad”, que no es otra cosa que aquella característica que la
hace diferente a las demás.
En estos momentos de crisis, no parece fácil abrir
un espacio para reflexionar sobre la ciudad que queremos. El anuncio de las
elecciones municipales para finales de este año 2017 representa una oportunidad
valiosa para impulsar el rescate de nuestras ciudades, para hacerlas promotoras
del desarrollo y desde ellas reivindicar el papel del Poder Público Municipal.
Plantearnos como sociedad una visión compartida de
ciudad alimentaría la pasión y la razón, para defender nuestro derecho a elegir
a las autoridades municipales de manera oportuna y en consecuencia, asumir un
mayor compromiso con la defensa del voto como instrumento útil para impulsar
los cambios políticos que el país reclama.
La Nueva Agenda Urbana aprobada en Hábitat
III, en Quito el año 2016, es una hoja de ruta global de gran valor político
para orientar el debate sobre esa ciudad ideal que todos
aspiramos. Su contenido se presenta como una oportunidad para rescatar
elementos que contribuyan a restaurar niveles óptimos y básicos de cohesión
social desde lo urbano.
En tal sentido y buscando en la ciudad ideal que
se propuso en Hábitat III elementos para la reflexión individual y colectiva,
sería oportuno preguntarnos:
- ¿Nuestras ciudades garantizan espacios para la integración adecuada entre los vecinos, haciéndoles sentir el respeto por sus libertades fundamentales?
- ¿Pueden nuestras ciudades garantizar el derecho a la vivienda adecuada, al acceso universal al agua potable y saneamiento, a los bienes y servicios de calidad en materia de seguridad alimentaria y nutrición, salud, educación, movilidad, etc.?
- ¿Nuestras ciudades facilitan la participación y colaboración cívica, y se ocupan por garantizar espacios públicos seguros, inclusivos, accesibles y de calidad, que permitan el encuentro ciudadano para abordar temas culturales, deportivos o de debate político sobre asuntos públicos?
- ¿Están nuestras ciudades en capacidad de impulsar y promover el desarrollo urbano y territorial equilibrado y sostenible?
- ¿Existe un esfuerzo de nuestras ciudades por identificar sus potenciales y abordar la prosperidad y calidad de vida a través del compromiso con un crecimiento económico, inclusivo y sostenible?
- ¿Cómo nuestras ciudades abordan la planificación urbana, el manejo de los riesgos y los desafíos que supone el cambio climático?
Estas inquietudes responden a la propuesta de ciudad
ideal que propone la Nueva Agenda Urbana, y sus contenidos están
íntimamente relacionados con nuestra dinámica diaria y nuestras aspiraciones
como ciudadanos y habitantes. Entonces, ¿A quién le corresponde dar respuestas
a todas estas inquietudes?
No olvidemos que así como el Tribunal Supremo de
Justicia, de manera grotesca, manipula el derecho para intentar inhabilitar la
expresión del pueblo soberano representado en la Asamblea Nacional, en su
momento, el gobierno del expresidente Hugo Chávez manipuló la función
legislativa de la Asamblea Nacional con la intención de anular a los gobiernos
municipales.
Tampoco olvidemos que en estos largos años el
gobierno central, desconociendo e ignorando la voluntad del pueblo, intentó evitar
las elecciones municipales previstas en el 2009 y sólo pudo posponerla hasta
diciembre 2013. Recordemos que como política de estado, el gobierno ha
venido arrebatando competencias al Municipio y además, insiste en
asfixiar económicamente a los gobiernos municipales.
Con las elecciones Municipales de 2013 se rescató
al Municipio como actor político, la oportunidad de las elecciones municipales,
anunciadas para finales del 2017, tiene que complementar esa tarea del 2013,
reivindicando al Municipio como actor del desarrollo y, a tal fin, la Nueva
Agenda Urbana resulta una extraordinaria fuente para darle contenido a ese
proceso electoral y situarlo como una acción cívica, política y electoral para
la restitución del orden constitucional y la defensa de la democracia.
El Plan de la Patria 2013-2019 expresamente
reconoce que el desarrollo urbano y rural de nuestras ciudades es absoluta
responsabilidad del Gobierno Central, en consecuencia, la hoja de ruta del
propio Socialismo del Siglo XXI, identifica quién es el responsable del rostro
triste, solitario y oscuro de nuestras ciudades, olvidadas y alejadas de las
rutas hacia el desarrollo, y además, autoexcluidas del debate de los temas
globales de interés local.
El esfuerzo de dibujar nuestra ciudad ideal
puede ser una oportunidad para lograr construir un Pacto Social para la
restitución de la democracia desde lo local, en cuyo contenido, deberían
registrarse acuerdos básicos y acciones concretas que a través de un Plan
Municipal de Desarrollo, se diseñe la ruta institucional para rescatar a
nuestras ciudades y desde ellas reencontrarnos con la democracia.
No permitamos que nos arrebaten esas elecciones
locales.
Escrito para @PolitikaUCAB
Carlos Romero M.
@carome31
@carome31
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