sábado, 28 de enero de 2017

Los lugares más comunes por @garciasim


Por Simón García


Hay aspectos que resultaría interesante repasar: ¿cuánta de la capacidad dirigente de la oposición debe dedicarse a la Mesa de diálogo?, ¿hasta dónde llegan las coincidencias sobre el papel, contenido y objetivos del diálogo dentro de la estrategia de la MUD?, ¿Cómo actuar para reforzar la unidad, ante posiciones extremas como idealizar el diálogo o satanizarlo como una traición?

Todos proclaman en abstracto la utilidad y necesidad del diálogo como herramienta para lograr un entendimiento nacional para lograr cambios políticos y adoptar medidas que remedien con urgencia calamidades sociales que se acrecientan y comenzar a salir de la crisis.

Pero no se puede aceptar de palabra el diálogo y bloquearlo con hechos. Es lo que hace el gobierno al no cumplir los compromisos que adquirió en las conversaciones de diciembre del 2016. Es también lo que plantean sectores minoritarios de la oposición que parten de premisas falsas, como la de que no se discute con dictaduras, cuando la experiencia de reconquista de la democracia en distintos países indica lo contrario. ¿Cómo se le arrancan a Castro los presos políticos?

Esas experiencias arrojan varias lecciones: 1. sin un gran esfuerzo de las fuerzas democráticas para combinar demandas políticas con intereses sociales concretos, es difícil ampliar la participación de la población, 2. Siempre hay que combinar todas las formas de lucha democráticas para crear el mayor número de condiciones que debiliten las bases de sustentación de la cúpula autocrática y presionen un desenlace electoral. 3. Los regímenes autocráticos no ceden un milímetro de poder sino son obligados por la protesta, por la denuncia, por la movilización efectiva y la presión internacional.


La comisión de mediadores es el mecanismo aceptado por gobierno y oposición para encausar la solidaridad de organizaciones y países interesados en la transición hacia la democracia en Venezuela. Podemos estar insatisfechos con sus integrantes y su desempeño, pero no desconocer el respaldo mundial que tienen, ni dejar de valorar su ayuda para que los actores nacionales encuentren zonas de acuerdo y sus mecanismos de verificación.

El documento con las 21 propuestas contiene algunas que pueden ser reformuladas y procedimientos de verificación de los acuerdos que han sido solicitados por la propia MUD. Otras son sencillamente inaceptables porque suponen vulnerar normas constitucionales, como someter a negociación el desacato del CNE a convocar las confiscadas elecciones de Gobernación, al margen del “cronograma electoral concertado” que reclama la MUD. Hay opciones entre la aceptación o el rechazo en bloque.

El experimento de diálogo que se produjo el año pasado no debe declararse cerrado, porque supondría aceptar el borrón y cuenta nueva respecto a los incumplimientos del gobierno. Abrir una segunda fase exige que el gobierno aporte pruebas de buen cumplimiento como que el TSJ declare el cese del supuesto desacato de la AN, una vez que esta desincorporó a los diputados de Amazonas. Eludir estas decisiones es sabotear el diálogo que conviene y necesita el país. 

27-01-17




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