Por Simón García
Hay aspectos que resultaría
interesante repasar: ¿cuánta de la capacidad dirigente de la oposición debe
dedicarse a la Mesa de diálogo?, ¿hasta dónde llegan las coincidencias sobre el
papel, contenido y objetivos del diálogo dentro de la estrategia de la MUD?,
¿Cómo actuar para reforzar la unidad, ante posiciones extremas como idealizar
el diálogo o satanizarlo como una traición?
Todos proclaman en abstracto
la utilidad y necesidad del diálogo como herramienta para lograr un
entendimiento nacional para lograr cambios políticos y adoptar medidas que
remedien con urgencia calamidades sociales que se acrecientan y comenzar a
salir de la crisis.
Pero no se puede aceptar de
palabra el diálogo y bloquearlo con hechos. Es lo que hace el gobierno al no
cumplir los compromisos que adquirió en las conversaciones de diciembre del
2016. Es también lo que plantean sectores minoritarios de la oposición que
parten de premisas falsas, como la de que no se discute con dictaduras, cuando
la experiencia de reconquista de la democracia en distintos países indica lo
contrario. ¿Cómo se le arrancan a Castro los presos políticos?
Esas experiencias arrojan
varias lecciones: 1. sin un gran esfuerzo de las fuerzas democráticas para
combinar demandas políticas con intereses sociales concretos, es difícil
ampliar la participación de la población, 2. Siempre hay que combinar todas las
formas de lucha democráticas para crear el mayor número de condiciones que
debiliten las bases de sustentación de la cúpula autocrática y presionen un
desenlace electoral. 3. Los regímenes autocráticos no ceden un milímetro de
poder sino son obligados por la protesta, por la denuncia, por la movilización
efectiva y la presión internacional.
La comisión de mediadores es
el mecanismo aceptado por gobierno y oposición para encausar la solidaridad de
organizaciones y países interesados en la transición hacia la democracia en
Venezuela. Podemos estar insatisfechos con sus integrantes y su desempeño, pero
no desconocer el respaldo mundial que tienen, ni dejar de valorar su ayuda para
que los actores nacionales encuentren zonas de acuerdo y sus mecanismos de
verificación.
El documento con las 21
propuestas contiene algunas que pueden ser reformuladas y procedimientos de
verificación de los acuerdos que han sido solicitados por la propia MUD. Otras
son sencillamente inaceptables porque suponen vulnerar normas constitucionales,
como someter a negociación el desacato del CNE a convocar las confiscadas
elecciones de Gobernación, al margen del “cronograma electoral concertado” que
reclama la MUD. Hay opciones entre la aceptación o el rechazo en bloque.
El experimento de diálogo
que se produjo el año pasado no debe declararse cerrado, porque supondría
aceptar el borrón y cuenta nueva respecto a los incumplimientos del gobierno.
Abrir una segunda fase exige que el gobierno aporte pruebas de buen
cumplimiento como que el TSJ declare el cese del supuesto desacato de la AN, una
vez que esta desincorporó a los diputados de Amazonas. Eludir estas decisiones
es sabotear el diálogo que conviene y necesita el país.
27-01-17
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