Por Arnaldo Esté
Ahora se discute sobre
cambios curriculares y, ciertamente, son necesarios.
En la interacción educativa,
y por tanto en los currículos, lo fundamental es la pedagogía, las relaciones
que se dan entre las personas a propósito del aprendizaje. El marco de esa
discusión es la cierta y evidentemente difícil situación del país que se
expresa en los puntos terminales de cada quien, de cada familia: comida,
medicinas, seguridad, servicios… Una crisis general que sesga la discusión
sobre la educación y la politiza.
La educación tiene graves
problemas y es tan necesario su cambio que debe abordarse y realizarse como un
proyecto nacional, como algo que reúna a todos durante varios años. No es cosa
de decretos o leyes, que también son necesarios, es cosa de voluntad nacional.
Se pueden hacer cambios
curriculares tratando de mejorar la calidad educativa y, habitualmente, en las
introducciones a las propuestas se incluyen reflexiones teóricas, legales y
referencias a encuestas y entrevistas. Desde algunas décadas para acá además de
presentar listados de temas, áreas, objetivos se menciona transversalidad,
transdisciplinariedad, interdisciplinariedad…tratando de cubrir lo que se
consideran aprendizajes fundamentales para la vida personal y social. Detrás de
esto hay una larga historia de intentos y fracasos, pero la educación formal
sigue siendo la misma: unos maestros dando lecciones. Esa es la pedagogía tradicional
prevaleciendo en todos los niveles y modalidades. Es lo que se hace en
las universidades y, en esa pedagogía vertical, se instruyen a los maestros.
Fracasa por algo muy
investigado: se cree que la palabra, la lección, genera, transmite aprendizajes,
y no es así. Los saberes y conocimientos no existen ahí, como cosa objetiva y
por tanto transportable. No, el saber y el conocimiento existen solo en las
personas y se pueden comunicar con signos o lenguajes cuando en el acervo del
interlocutor existen vivencias, experiencias, saberes previos que se activan
con signos o señales correspondientes y que resultan así significativas. Esto,
escrito así, con lenguaje académico, no es nuevo. Está en los manuales e
Internet y se predica en las universidades. Pero se sigue haciendo lo mismo y
la educación resultante es mala y pobre. Memorística y no forma competencias ni
valores, cuando la pedagogía, tal como la entendemos es justamente eso, el
cultivo en la práctica de valores y competencias.
Así que puede haber cambios
curriculares con buenas o mejores intenciones, con poca o mucha carga política,
pero si no se trata y asume otra pedagogía, no va para el baile.
Una pedagogía, que hemos
practicado y probado, la llamamos Interacción Constructiva. Persigue, busca, logra
la participación, el inicio de un proceso constructivo de competencias y
valores, a partir de problemas pertinentes. Pertinentes porque tienen que ver
con los acervos e intereses de los estudiantes, los intriga y problematiza
llevándolos a investigar y discutir, a trabajar en grupos, intercambiar y
discutir, apoyándose en las informaciones y novedades que les pueden llegar por
libros, internet y teléfonos inteligentes.
Se le tiene miedo a la
palabra competencia y con ello se elude un concepto y una práctica
fundamentales para la educación. En los currículos de muchos países
aparece la palabra y se habla de formar o lograr competencias (palabra que no
tiene nada que ver con otra, es polisémica: se escribe y pronuncia igual, pero
tiene otro significado, diferente a competir en el sentido mercantil de la
palabra). No es nuevo, el termino ni el concepto que expresa. Es de uso
frecuente en los papeles de la UNESCO: la convergencia de saberes, habilidades,
destrezas, experiencias, actitudes adecuadas para el desempeño en un cierto
contexto.
El logro de competencias
implica, requiere una práctica, un desempeño continuo correspondiente Ello
supone clases que abordan problemas con fuerza problematizadora, por lo que no
coinciden con la tradicional división del conocimiento en disciplinas,
asignaturas o materias pero que si logran incorporar y hacer participar a los
estudiantes.
Las competencias están
referidas a los valores, a grandes referentes fideicos, éticos a partir de los
cuales se toman decisiones y se efectúan las competencias. Se puede ser
competente para matar, pero el respeto a la vida, que es un valor, impide el
desempeño de esa competencia.
Los valores, al igual que
las competencias, se forman con su práctica, con su ejercicio cotidiano, en las
aulas y fuera de ellas. La dignidad, para mencionar uno, tiene que ver con el
respeto y el reconocimiento que se le otorga a la persona: a un estudiante
obligado a permanecer en un silencio convergente, se le está perturbando su
dignidad y con ellos su participación en el proceso de construir sus propios
aprendizajes y tiene que ver, por tanto, con la profundización de la
Democracia.
Lo anterior nos refiere a la
Pedagogía, cosa que debe ser la parte fundamental de un diseño curricular. Una
pedagogía de cambio es fácil enunciarla, pero muy difícil practicarla. Se
encuentra un mundo de resistencias consientes o inconscientes. En este caso, el
cambio educativo requiere la supresión o contención de los valores y
competencias establecidas en los docentes y en la educación formal vigente:
sustituir la verticalidad de la lección por la participación y la interacción
grupal.
Con esa intención se ha
diseñado un método, una pedagogía que llamamos Interacción Constructiva, que
hemos probado y estudiado en escuelas y universidades. Fundamentalmente es
propiciar la participación a partir de un problema que es interpretado
individual y grupalmente. Son cambios difíciles e imprescindibles,
repito, un proceso simultáneo en escuelas y también en las universidades, donde
se deben formar a los docentes con la misma pedagogía.
25-01-17
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