Por Leonardo Morales
La crisis no cede espacios y
se extiende como una epidemia que no es tratada oportunamente, y si no se
aceleran los procesos para controlarla y erradicarla tomará cauces cada vez más
peligrosos e irracionales. Es una crisis, sin duda, severa, de orden político,
económico y social, que no solo afecta a quienes les corresponde la
administración del estado, también la oposición es presa de otra crisis.
No hay una oposición sino
varias. La oposición se revela de diversas formas: organizada en partidos
políticos; en grupos sociales independientes y hasta en individualidades cuyas
opiniones tienen impacto en algunos espacios públicos. No es la oposición un
grupo o asociación donde perviva el consensualismo. Allí concurren ideas,
pareceres e ideologías distintas; cuando hay una sola persona no existe ni
pensamiento único y cuando varios se congregan comienza la divergencia, pero
también se enriquecen las ideas y las decisiones.
Consensos y discrepancias
emergen en ese proceso extraordinario que se da en los escenarios donde los
seres racionales interactúan entre sí, que se comunican para intercambiar
información, que dialogan y deliberan para superar diferencias o celebrar
acuerdos y coincidencias. Muchas loas para un proceso que hace del ser humano
un sujeto especial y digno de valoración. ¿Habrá alguien capaz de no admirar la
significación de la interacción humana y de reconocer que, a partir de ese proceso,
diálogo y comunicación, los seres racionales son capaces de reconocerse como
tales y de conseguir solución a sus dificultades y diferencias?
Grupo G
La oposición, diversa y
compleja, pensó que organizar a la MUD sobre la base de 4 partidos (G4) era
suficiente para enfrentar los retos, pero no fue así, el grupo de los 4 no fue
eficaz a todo lo largo del año 2016. Ni siquiera los líderes más encumbrados
del G4 mostraron cualidades especiales para el ejercicio del liderazgo que el
momento exigía y mucho menos asertivos –sensu stricto– en las decisiones de
orden político.
Cualquier organización que
fracasa en sus objetivos está en la obligación de someterse a una profunda
revisión, a establecer nuevas formas de organización, pero también a aumentar y
mejorar la calidad de sus decisiones. El grupo G4, conformado por 4 partidos,
demostró que no pudo conducir la política por lo que aumentar el número de
decisores es ahora una medida impostergable para salvar un valor tan relevante
como la unidad.
Diálogo
Una MUD reformulada en su
integración, tanto en número como en calidad, debería estar en mejores
condiciones de conducir la política por un sendero que ofrezca a la sociedad
sosiego, así como la certidumbre de que el país puede retomar una ruta de
progreso y desarrollo.
El grupo de negociadores han
propuesto un documento para la discusión denominado “Acuerdo de convivencia
democrática” con el que se puede coincidir o no. De hecho, el acuerdo de como
nos regimos civilizada y democráticamente fue adoptada por los venezolanos con
la aprobación de la Constitución de 1999, por lo que desde sus inicios el
título del documento resulta inadecuado.
Muchas otras diferencias,
demasiadas quizás, pero lo fundamental está en que la oposición construya un
documento que valore ese espacio de lucha, porque el diálogo no es debilidad ni
entreguismo, por el contrario, es el medio mediante el cual los seres
racionales se enfrentan ofreciendo y contraponiendo argumentos, razonamientos e
ideas.
No es volviendo a estados
prepolíticos como se superarán las dificultades.
27-01-17
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