Por Félix Seijas
Enero está por terminar y aún
no existe cronograma para las elecciones regionales que, por mandato
constitucional, debían celebrarse en 2016. Cuando en octubre del año pasado el
CNE aplazó esta consulta, “prometió” que la misma se realizaría durante el
primer semestre de 2017. Sin embargo, enero se extingue; y ya se va haciendo
tarde, dicen los expertos en la materia.
El gobierno no quiere
elecciones porque sabe que las perdería, se escucha a vox populi. Y tal
sentencia tiene asidero si uno le echa un vistazo a los estudios de opinión. En
ellos encontramos que la situación del gobierno en materia electoral es tan
precaria, que a muchos les lleva a pensar en la expresión popular: “No ganan ni
la elección de la reina del pueblo”. Sin embargo, ¿qué tan cierto es esto?
Analicemos algunos puntos pensando en unas hipotéticas regionales.
La última prueba tangible de
la debilidad electoral del régimen la encontramos en las parlamentarias de
diciembre 2015. En estos comicios, el resultado del voto nacional fue de
aproximadamente 58% para la oposición contra 42% del PSUV. Si aquellas
elecciones hubiesen sido para elegir gobernadores de estados, la oposición
habría ganado en 16 entidades y el oficialismo en 7. Examinando el resultado
del voto nacional, encontramos que el éxito de la oposición no se basó en un
crecimiento electoral, sino en mantener encendido el ánimo de sus afectos y
llevarlos a las urnas de votación -la MUD alcanzó poco más de 400.000 votos
adicionales a los obtenidos en las presidenciales 2013–. Por el contrario, la
crisis económica debilitó el voto oficialista, cuya dirigencia no pudo evitar
que alrededor de 2 millones de simpatizantes rojos se abstuvieran. Entonces, en
aquel momento la fortaleza de la oposición consistió en 2 factores: mantener
vivo el ánimo de sus afectos y la imposibilidad del adversario en evitar el
desánimo de los suyos.
Pensemos ahora en el primer
trimestre de 2017. Si intentamos establecer en qué condiciones se realizarían
en estos meses unas hipotéticas elecciones regionales, debemos repasar los
aspectos claves que, como ya comentamos, jugaron un papel clave en 2015.
Entonces nos preguntamos: ¿qué ha pasado con la legión oficialista que en aquel
momento se abstuvo? Y ¿qué ha pasado con la legión opositora y el fervor que
les llevó a los centros de votación? Pues, en el primer caso, ese grupo no ha
hecho sino aumentar, alejándose cada vez más de las aguas de la “revolución”.
Punto para la oposición. Con respecto a la segunda pregunta, la respuesta se
divide en dos: primero, la intención de voto nacional ha aumentado de 58% a 65%
en los últimos doce meses -otro punto para la oposición-; sin embargo, a raíz
de los acontecimientos de los últimos dos meses, el ánimo opositor se encuentra
en un nivel realmente bajo.
Imaginen por un momento que la
dirigencia opositora no retoma el camino de canalizar, de manera eficiente, el
malestar que con respecto a la situación del país invade tanto a quienes
abiertamente le apoyan, como a aquellos que electoralmente podrían estar
tentados a apoyarles, aunque sea de manera circunstancial. Imaginen también que
el gobierno asesta golpes importantes a la moral del adversario, disminuyéndole
aún más ante los ojos de sus seguidores. Imaginen entonces que el CNE hace de
nuevo alarde de su ya probado timing para empastelar la dinámica de
una Unidad que ya transita momentos complejos. ¿No cabe pensar que ante tal
escenario las ventajas opositoras en el terreno electoral podrían verse
neutralizadas, y el gobierno entonces mostrarse competitivo en más estados que
los que debería? -Algunas entidades tradicionalmente “rojas” que ganó la
oposición por márgenes estrechos en las parlamentarias 2015, como, por ejemplo,
Amazonas, Falcón y Sucre, registraron una abstención significativamente por
debajo del promedio nacional. Una pequeña merma en el “ánimo” opositor en esas
entidades compromete de inmediato una hipotética victoria de la MUD.
La buena noticia es que para
la oposición resulta sencillo rescatar la confianza -o al menos la voluntad
electoral- de quienes adversan al régimen. Para ello solo necesita coherencia
en sus acciones y demostrar que por sobre los intereses personales, están los
intereses colectivos, los intereses de un país. Sencillo, ¿no?
Mientras consideres como
adversarios a los de tu propia acera, por encima de los de la acera de
enfrente, el perro seguirá obcecado en morder su cola.
26-01-17
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