Por Darvinson Rojas
La Universidad Central
de Venezuela (UCV) no solo es “la casa que vence las sombras”: también es el
sitio elegido por delincuentes cuando buscan robar objetos electrónicos,
utilizados por los estudiantes para la comunicación y realización de tareas.
El miedo de los estudiantes
en el campus universitario no permite que vayan solos a los baños:
siempre van acompañados, según contó una alumna de comunicación
social. Ella, junto a varios compañeros, fueron testigos de cómo robaron a su
profesor, el periodista Manuel Sainz, hace tres meses.
En ese momento llegaron
varios antisociales y le exigieron una moto. El docente lanzó las
llaves al piso y los maleantes huyeron en su vehículo. Esos hechos
delictivos también ocurren en los salones. El más reciente
sucedió el lunes en la escuela de Idiomas Modernos, cuando 11
personas fueron asaltadas dentro de un aula.
Acceso ilimitado
Alfredo García, presidente
del Centro de Estudiantes de la escuela de Bibliotecología y Archivología,
detalló que desde el año 1996 existe un proyecto para instalar
portones en las entradas a la universidad para controlar el acceso y saber
quién, a qué hora y para qué ingresó. Señaló que esto no ha podido ejecutarse
por ser la UCV Patrimonio Cultural de la Humanidad desde el 2000, y
por medidas políticas.
Puro uniforme
La UCV cuenta
con vigilantes que realizan recorridos en motos, pero a la hora
de toparse con un delincuente no podrían enfrentarlos, porque no tienen ningún
tipo de arma. La seguridad depende de cada estudiante; ellos han optado por no
llevar teléfonos de última tecnología, ni computadoras portátiles.
El trayecto entre la escuela
de Comunicación Social y la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales debe
realizarse a través de un pasillo que no cuenta con iluminación. Los alumnos
comentan que de noche ocurren robos cometidos por antisociales
que aprovechan la oscuridad para esconderse y cometer delitos cuando
pasan los estudiantes que reciben clases en el último turno.
25-01-17
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