Por Claudio Nazoa
En cuanto a predicciones,
soy tan certero como Nostradamus. Todo empezó cuando siendo aún muy niño
predije, con exactitud, la caída del general Marcos Pérez Jiménez, el penúltimo
dictador de Venezuela.
Estudiaba en Caracas, en la
Escuela República del Ecuador. Mi maestra, la profesora Digna de Rivas, me
mandó una tarea de matemática que debía entregar el 23 de diciembre del año
1957. La entregué, pero el 23 de enero de 1958. ¿Casualidad?
Estaba haciendo la tarea
cuando algo extraño ocurrió: mi mano, en escritura automática, comenzó a sacar
cuentas que no tenían sentido, pero que asombraron al mundo.
Conté el número de letras
que forman el nombre de Marcos Pérez Jiménez: 18. Le sumé los 5 años que mi
hermano Mario tenía, dio 23. ¡Primera coincidencia! La tarea debía entregarla
en diciembre de 1957. La terminé en la madrugada del 23 de enero de 1958. ¡Esto
no era casualidad!
¡Vaticiné el día de la digna
fecha en la que ocurriría el derrocamiento! No olviden que mi maestra se llama
Digna, ¿casualidad? Además, el día que hice la tarea tenía un lápiz solamente y
en la calle vi a 9 mochos. Sin olvidar los 5 años de mi hermano y tomando en cuenta
que la palabra mocho únicamente rima con ocho, descubrí algo asombroso:
¡23-1-1-9-5-8! (23/1/1958) ¡La fecha exacta!
Mi predicción se hizo
pública. De niño me hice más famoso como vidente, que de adulto con los huevos,
los cuales también vaticiné que se encarecerían. ¡Y así fue!
¡Ya va! ¡Me está pasando
otra vez…! Pocas veces revelo mis predicciones pero siento que esta debo
compartirla... Se me viene a la cabeza un pájaro que mira flores y que vuela
libre al salir de una jaula verde. ¡Ya va!... Cuatro números: 2-0-1-7
¡Anótenlo!: ¡2017! ¡Un momento! ¡Viene más!… Me llegan rostros. Dos hombres…
¡Uno es bello y el otro es feo, pero pico e’ plata!... No hay que ser pitoniso
para predecir lo que va a pasar. Alguien se afeita un bigote. Veo a un gentío
vestido de rojo huyendo a Cuba.
¡Están avisados! Guarden
este artículo. Después no digan que no lo predije.
La voz de mi santa madre me
saca del trance:
—¿A quién ves como nuevo
presidente?
—¡Mamá, deja la vaina! Me
desconcentras... ¡Veo cejas tupidas, también!
—¡Nooo, hijo, prefiero al
enjaulado, al bello o al feo pico e’ plata!
—¡Mamá, cállate, que empavas
la vaina que está clarita y a tirito!
23-01-17
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