Por Pompeyo Márquez
Sigo con la experiencia de la
lucha contra la dictadura militar de Pérez Jiménez. Este período está lleno de
ricas enseñanzas. La manera como se fue desenvolviendo la lucha. Sus
obstáculos, principalmente por la falta de una estrategia, de una política.
Comencemos por Acción
Democrática. Después de derrocado ese eminente venezolano llamado Don Rómulo
Gallegos y lanzados al exilio la mayoría de los gobernantes de entonces, así
como de los dirigentes de AD, hubo un período en que la consigna era “AD
volverá…”. Se conformó un gobierno en el exilio y se insistía en la presidencia
de Gallegos. Por supuesto, aquello no se correspondía con la realidad. AD había
sido desalojada producto de su sectarismo durante el trienio 1945-1948. Creía
que iba a gobernar hasta el año 2000. Se apoyaba en los procesos electorales
para la Constituyente de 1957 y la elección presidencial de diciembre de 1947,
para el ejercicio que debía durar de 1948 a 1953.
Los adecos no terminaban de
asimilar la nueva situación que se había creado. Además, si bien era cierto que
gozaban de un gran apoyo popular, no menos cierto era que ellos habían llegado
al poder gracias a la acción militar de octubre de 1945, y que el andamiaje
militar permanecía intacto en manos de Pérez Jiménez. Durante el lapso que va
de noviembre de 1948 a noviembre de 1952 lo predominante era la “preparación”
de un golpe o atentado contra los dictadores que formaban la Junta de Gobierno.
Para nada estaba presente la acción de la resistencia basada en la unidad, en
la organización, en una propuesta al país y en la lucha, que eran y son cada
vez más en nuestros días las cuatro varitas mágicas, las claves para la
victoria.
Vinieron esos años de rata que
van desde finales del 52 hasta 1956, cuando no se movía ni una hoja en la lucha
contra la dictadura. Las fuerzas antidictadura estaban muy reducidas, pero el
sentimiento de repudio y las ansias de libertad no sólo se mantenían, sino que
iban en aumento. Mientras tanto, Betancourt preparaba una invasión por Oriente.
Al final, después de haber
fracasado en toda una serie de políticas llegamos a 1956. Acordamos no
descalificarnos entre las diversas fuerzas antidictadura, unas clandestinas
(AD-PCV), y otras semilegales (COPEI-URD). En 1957 constituimos la Junta
Patriótica, se difunde la homilía de Monseñor Arias Blanco, el 21 de noviembre
estalla al huelga universitaria a la que le sucede la huelga de la prensa, se
crean así las condiciones para llamar a la huelga general el 21 de enero de
1958 y ya se conocen los resultados que condujeron al derrocamiento un par de
días después de la dictadura por un movimiento cívico con el apoyo de la parte
institucionalista de las Fuerzas Armadas.
29-01-17
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