Omar Barboza Gutiérrez 30 de enero de 2017
Mientras
el gobierno nacional avanza hacia la concentración del poder, la crisis
económica y social se profundiza y las consecuencias se expresan en: crisis
humanitaria para buena parte de la población, muerte de personas de edad
avanzada por no conseguir medicamentos, o de niños por desnutrición, lo cual
enluta cada vez a mayor número de familias venezolanas. Es común en los
aeropuertos del país presenciar las despedidas acompañadas de llanto, por parte
de familiares que ven partir a un ser querido que se va de Venezuela buscando
en otras partes del mundo la manera de sobrevivir, de ayudar desde allá a los
que se quedan, o de realizar sus sueños en alguna parte donde eso sea posible,
porque su país no le ofrece esas posibilidades.
Pero
quienes hoy ejercen el poder en Venezuela, en vez de reconocer los errores y
las causas de esta grave situación nacional, cada vez que anuncian una medida o
la designación de un nuevo funcionario, lo que hacen es dejar muy claro que no
tienen la voluntad de rectificar, que su intención es continuar ejecutando esas
políticas que tanto daño le han hecho al pueblo venezolano, creando cada vez
más la desesperanza e incertidumbre sobre el futuro nacional.
Cuando
esas erradas políticas económicas y sociales se ven acompañadas por acciones
orientadas únicamente hacia la preservación del poder, negando los derechos de
la soberanía popular a expresarse para buscar soluciones pacíficas por esa vía,
encontramos suficientes fundamentos para afirmar que estamos ante un régimen
autoritario ejercido por personas que aun cuando hablan de un proyecto
político, evidencian con su actuación que han buscado el poder como un fin en
sí mismo y no como un instrumento al servicio del pueblo, su propósito real es
convertirse en privilegiados que controlan el poder haciéndole daño a la
mayoría de los ciudadanos, y cuya base de sustentación es la fuerza junto a la
violación permanente de la Constitución autorizada por quienes desde el Poder
Judicial deben hacerla respetar, pero no lo hacen porque pertenecen a una
cúpula corrupta que avala al régimen a cambio de beneficios y privilegios
personales.
Frente
a la gravedad de este cuadro, la dirección de la Unidad Democrática tiene el
deber histórico, político y ético de diseñar una estrategia común unitaria para
ponerse de manera eficiente al lado del pueblo venezolano, para acompañarlo y
dirigirlo al logro del objetivo del cambio político por la vía democrática,
pero con definiciones operativas que concreten las posibilidades reales de
lograrlo lo que es una necesidad nacional cada vez más urgente.
Si
algunos no se han dado cuenta, hace rato que llegó la hora de aplazar cualquier
aspiración personal o partidista, por legítima que sea, para darle total
prioridad a la apremiante aspiración que tiene el pueblo venezolano de salir de
esta pesadilla y hacer realidad el sueño de una Venezuela con desarrollo y
libertad, que se ponga al día con el progreso del mundo. En nuestro criterio,
para lograrlo debemos abandonar ya la estrategia que se reduce a marchas eventuales
para expresar la defensa de nuestros derechos, que aun cuando están llenas de
buena fe, son insuficientes para lograr nuestros objetivos. Debemos poner en
práctica otras formas de lucha democrática.
La
situación hoy es que la gente está muy molesta y protesta mucho cerrando
carreteras por el mal estado de las mismas, por el agua, por la inseguridad,
por la falta de comida y de medicamentos, y por la corrupción, Pero estas
protestas no cuentan con un canal para que la articulación y la coordinación de
las mismas se conviertan en una expresión eficaz para presionar, no solo el
cambio del gobierno, sino también para lograr el objetivo definitivo que es el
cambio del modelo político, económico y social que representa el llamado
Socialismo del Siglo XXI, y poner en vigencia la Democracia Social como
alternativa que le garantice para siempre a los venezolanos un modelo donde
puedan realizarse en lo espiritual, satisfaciendo sus necesidades materiales
esenciales.
Nos
corresponde a quienes representamos la alternativa democrática para el cambio,
ponernos al lado del pueblo que protesta por sus derechos, concientizarlos y
organizarlos para que luchando juntos y debidamente coordinados, logremos la
coherencia de todos los que queremos que las cosas cambien para que, sumando el
esfuerzo de todos, constituyamos la Unidad Nacional por el Cambio que produzca
por voluntad de las mayorías nacionales, el cambio del gobierno y del modelo
que representa. La vía democrática incluye la protesta social pacífica pero firme
para que se respeten los derechos del pueblo, entre ellos, el de expresarse a
través del voto para cambiar a los que los han traicionado.
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