Por Yedzenia Gainza, 25/01/2017
Hemos presenciado la burla en la
que Nicolás Maduro simuló hablar de su gestión. Como es normal en un régimen
que no respeta las instituciones y usa la Constitución Nacional como un paquete
de pañuelos, ese teatro no sirvió de nada.
El hombre que ocupa la
presidencia de Venezuela en lugar de presentarse como corresponde ante la
Asamblea Nacional que a pesar de su mayoría, cada vez parece estar más
maniatada por parte de quien debería proteger nuestra Carta Magna, lo hizo ante
el Tribunal Supremo de Justicia cuyos magistrados –además de auto votarse para
formar parte del mismo– demostraron una vez más que no están al servicio
del país, sino del grupo de malandros que no valen ni el sueldo que cobran del
cada vez más escaso erario público.
Lo que Maduro contó no tiene
sentido recordarlo, la Memoria y Cuenta 2016 podría resumirse con sus dos
sobrinos que siguen presos por narcotráfico en una cárcel de Nueva York. Ese es
uno de los múltiples ejemplos de cómo el chavismo ha gestionado los recursos
del Estado. Ojalá fuera un caso aislado, pero no, todavía hay mucha basura
debajo de las alfombras de Miraflores. El triste espectáculo de Maduro fue como
si el dueño de un circo se presentara ante los payasos a su mando para decir
que todo está bien y luego se regocijara por los aplausos recibidos. Por eso es
más útil dejar de darle vueltas al show ante el TSJ y contar a quienes ven a
Venezuela como un lugar lejano donde es imposible que ocurra eso que no tiene
espacio en sus noticieros, una memoria y cuenta (más personal) en la que muchos
de los treinta millones de venezolanos pueden verse reflejados y, ellos, ajenos
a este drama, puedan entender porqué los venezolanos exigimos una salida
democrática, pacífica e inmediata de esta situación.
Estos son los números:
29000, las muertes violentas que
se registraron el año pasado en todo el territorio nacional.
1, el lugar que ocupa Caracas en
el ranking de las capitales más violentas del mundo.
6, las horas mínimas de cola que
mi madre hace cada vez que va a comprar comida (si hay).
126, los amigos, familiares,
vecinos o ex compañeros de clase que hicieron las maletas y salieron del país
desde 1999.
19, los países donde estamos
desparramados.
20, la media de kilos que han
perdido los que aún no se han ido.
5, el valor de la moneda con
la que me compraba la merienda en el colegio y me sobraba para chocolates.
6, los secuestros exprés que han
sufrido personas cercanas.
107, los presos políticos que
siguen encerrados sin las más mínimas garantías procesales.
X, los amigos que han estado
presos en el Helicoide.
2, los sobrinos que con menos de
7 años han sido encañonados en medio de un asalto a casa.
230, los kilos de medicinas que
se recogieron en España y un amigo consiguió llevar a Caracas.
1, la arepa que se come al día un
muchachito de 14 años que lucha contra el hambre mientras intenta aprender algo
en un liceo perdido en Cabimas.
102 (de 102), el lugar Venezuela
ocupa en el Índice de Estado de Derecho del “World Justice Project”.
2,2, los millones de bolívares
que costó mi casa.
8, mil (millones antes del cambio
de nombre) cuesta hoy el kilo de carne de res.
1, el inútil que tenemos como
Defensor del Pueblo.
41, los años de democracia que
llevaba el país cuando con los ojos vendados se lanzó por este barranco.
3684,31 el valor de un dólar hoy
en el mercado negro.
N, los países que nos han dado la
espalda.
800, el porcentaje de la tasa de
inflación con la que Venezuela cerró el 2016.
7, el mínimo de farmacias
recorridas cada vez que recetaban medicinas a mi padre.
14, las diferentes marcas de
leche que se podían encontrar sin problemas en cualquier supermercado.
482,3 (%) el aumento de la
Canasta Alimentaria Familiar en un año.
2648, los casos de violación a la
libertad de expresión en los últimos quince años.
3, las horas de atasco que toma
subir los 30Km que separan Maiquetía de Caracas con el miedo de ser atracado
antes de poner pie en casa.
∞, los eventos tristes y alegres
que me he perdido por la distancia.
20, los segundos que tardan en
salir las lágrimas cuando hay que pisar la maravillosa Cromointerferencia con
la que Cruz Diez llenó de color el principal aeropuerto del país.
365, los días que extraño en la
ventana el verde de mis montañas.
2, los millones de venezolanos
que se han visto obligados a emigrar.
18, los años de alegría que nos
ha robado la estafa llamada “Revolución Bolivariana”.
Esta es la Memoria y Cuenta de
una venezolana de verdad, que sabe exactamente dónde nació. Sin relaciones con
el narcotráfico, con miedo a sumar lutos por culpa de las balas, aterrada por
ese juego macabro que este régimen asesino impone jugar a todos los
venezolanos. Es prácticamente el mismo balance de millones de personas que cada
día sufren las consecuencias de una dictadura que ha superado en destrucción,
tiempo, corrupción, muertos, represión y miseria a la experiencia que nuestros
abuelos vivieron con Marcos Pérez Jiménez hasta aquel lejano enero de 1958 en
el que nuestro país ingenuamente creyó que jamás volvería a tener que luchar
para recuperar la democracia.
Yedzenia Gainza
@Yedzenia
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