Por Susana
Morffe, 22/01/2017
El verbo que
mejor define la situación del país es, complicar. De él se derivan todas las
actuaciones que ha hecho el régimen y la oposición indefinida, ya que para
muchos no está claro de qué lado están hoy o mañana. Es un vaivén muy
complicado.
Los venezolanos
en ese supuesto letargo, que muchos dicen ha caído la población, no es otra
cosa sino la perplejidad ante los rápidos cambios que suceden día a día, debido
a las improvisadas y pésimas ejecuciones en la toma de decisiones para salir (o
entrar) en las complicadas maneras de gobernar de cada funcionario,
estructurado con un chic para crear el
caos. Es el “leitmotiv” de la
revolución.
Leía un
interesante planteamiento de un articulista que lleva por título: “La claridad
mental es la clave para el éxito”, de Francisco Alcaide Hernández, quien
afirma: “la claridad mental te lleva a conducir todas las energías hacia lo
importante sin despistarte ni dispersarte”. Que bonito se lee, pero en la
práctica, en el caso de Venezuela, es una utopía, porque la clave del desastre
no es la claridad mental para llegar al éxito. Se trata de crear el caos para
destruir y esclavizar. En ese laberinto estamos todos sometidos y dirigidos por
un incapaz.
Sin duda que
tenemos, todos, el cerebro bloqueado por la invasión de basura que cae desde el
poder. En ese maremágnum de inmundicias, algunos sobreviven, otros fallecen. De
eso se trata el caos.
Ahora, por qué
tenemos que seguir viviendo en un país gobernado de forma complicada; la única
razón para ello es que así se gobierna mejor, evaporando lo bueno para permitir
la ebullición de lo malo en toda las estructura del Estado. Solo hay que echar
un vistazo a los organismos y empresas del país.
El autor del
artículo nos aproxima a un método que él considera funcional. El aporte, ya que
ni la MUD ni el régimen saben por dónde se debe comenzar, se lo dejamos aquí
para repensar sobre la complicada salida del caos en Venezuela y la manera “sencilla” de crecer con el estudio de la
consultora Mckinsey y sus tres
elementos:
- OBJETIVOS. Pocos objetivos y poco complejos. Hace algunos años le pregunté a un directivo del equipo de Florentino Pérez en el Real Madrid que había aprendido trabajando codo con codo con él. Me dijo varias cosas, pero una de ellas fue la siguiente, que reproduzco literalmente: «Tiene siempre 3-4 ideas fuerzas que guían su estrategia, y luego es muy insistente en esas tres-cuatro ideas fuerza hasta que están absolutamente asentadas e interiorizadas. Los procesos de asimilación no sólo tienen que ser lentos sino que deben de ser muy insistentes; por eso no se puede hablar de veinte cosas a la vez».
- ESTRUCTURAS. Carlos Slim, uno de los personajes incluido en Aprendiendo de los mejores (Alienta, 10ª edición) decía en cierta ocasión: «Estructuras simples con mínimos niveles jerárquicos. En definitiva, operar con las ventajas de la empresa pequeña, que son las que hacen grandes a las grandes empresas». La burocracia es el drácula de la empresa; la burocracia aniquila muchas iniciativas, quita mucha energía, genera muchos conflictos y otros muchos derivados.
- PROCESOS. La ejecución es la clave de todo, y los procesos son los que facilitan u obstaculizan que así ocurra. Procesos simples, directos y en menos tiempo. ¿Has visto la web de Hawkers? Sencilla. ¿Y sus productos? Sencillo. ¿Y su proceso de compra? Muy sencillo. Lo mismo pasa con Amazon. Puedes comprar en un clic sus productos directamente. Todo para facilitar la decisión (impulso) de comprar.
Al leer estos
tres elementos, pensé en su aplicación
sin necesidad de diálogos internos y foráneos, marchas, cambios de monedas,
menos bolsas de Clap-pobreza, etc. Si persiste la resistencia de eliminar a
individuos del gabinete económico, esta fórmula es menos complicada, para no tener
que sujetarnos al descalabrado país
cuando lo que realmente falta es claridad mental.
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