Por Leonardo Morales
En los regímenes
democráticos no resulta extraño que con alguna regularidad se realicen
elecciones, de hecho, el cuerpo normativo de éstos establece claramente el
momento en que se deberán realizar esos comicios. Esto nos lleva a confimar la
idea de que todo régimen que se precie de ser democrático realiza consultas a
la ciudadanía sobre los asuntos públicos.
Es a partir de las
elecciones como en los sistemas democráticos se superan las diferencias y
además se legitiman los liderazgos y las políticas de quienes ejercen el poder.
No existen argumentos sensatos y verosímiles para desdeñar su valor para
superar las disímiles dificultades nacionales. Aludir a dificultades económicas
y financieras la suspensión de consultas electorales no son más que necios
argumentos, en particular, cuando se erogan cantidades enormes de dinero para
sufragar parrandas a los que nadie va y, además, se dilapida el dinero en
ejercicios militares para defendernos de un supuesto agresor externo cuando se
ha sido incapaz en el mantenimiento orden interno, sometiéndose a la ciudadanía
a un auto-toque de queda.
La legislación venezolana,
la que deviene de la última Constitución, es relativamente laxa en el
establecimiento de lapsos en materia electoral, pero en el caso de la
realización de comicios para legitimar los poderes del Estado, que se someten
al veredicto popular, sí están nítidamente establecidos. Dicho esto, no queda
duda de la violación constitucional en la que incurrió el CNE al no convocar en
el 2016 las elecciones regionales, creyendo que con anunciarlas para el primer
semestre del 2017 se despojaba de pecados.
Son derechos
El deterioro, la
desconfianza, la incompetencia e insatisfacción ciudadana por el desempeño de
los titulares de los poderes no se circunscriben a la dimensión horizontal del
poder. Esa misma visión la tienen los ciudadanos en cada entidad federal
respecto de quienes hace 4 años fueron electos gobernadores.
Nadie tiene el derecho ni la
autoridad para soslayar las aspiraciones de cambio de aquellos venezolanos que
soportan, además de esa tragedia llamada Maduro, a otra más cercana como la de
sus actuales gobernadores regionales, que compiten por superar al presidente de
la Republica en la más baja calificación. Esa autoridad o competencia no la
tiene ningún poder y mucho menos quienes creen que por encima de ese anhelo
regional está la aspiración particular de pretender ejercer el más alto cargo
de gobierno.
No hay dudas de que aun
cuando el Poder Electoral anunció las elecciones regionales para el 2017 -lo
hizo en octubre del 2016- continuará recibiendo presiones desde el cenit del
poder, en ejercicio de sus convicciones antidemocráticas y dictatoriales, para
que no se realicen, no obstante, es especialmente relevante que algunas
organizaciones políticas y de la sociedad civil hayan dado un paso importante
en la solicitud de un cronograma detallado sobre la realización de los comicios
regionales, cosa que también hizo el rector Luis Emilio Rondón. La MUD
pareciera, un año después, haber encontrado la brújula y ha colocado la
atención en el sentimiento de cambio que fluye y emerge en el sentimiento de
cada región. Esperemos que no vuelvan a ser encandilados por Miraflores.
Todo vale
Insistir en los comicios
regionales este año es una ruta necesaria para el cambio futuro; protestar en
la calle exigiendo un cronograma detallado, pero no solo y exclusivamente en
Caracas. Cada región debe ser protagonista de su propia exigencia. Los
negociadores que van y vienen, también las organizaciones internacionales,
deben sentir la exigencia no como capricho sino como cumplimiento del contrato
que los venezolanos se dieron en 1999.
21-01-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico