Por Vanessa Davies
El precio de la leche “es
una tragedia nacional” para niñas y niños, advierte la investigadora Maritza
Landaeta, de la Fundación Bengoa. “La gente come arroz, yuca, tubérculos y
pasta cuando la consigue. Pero no puede comprar proteínas”
Familias que comen de la
basura. Parejas que toman un paquete de pasta del estante y deben dejarlo porque
no tienen cómo pagarlo. Mujeres que no disponen de los 3.200 bolívares que
cuesta medio cartón de huevos. Papás a quienes no les da el bolsillo para la
compra de un pancito a 450 bolívares o un café grande a 1.200. Esto, y más,
ocurre a diario en Venezuela, hasta el punto de que dejó de ser un escándalo en
los medios de comunicación.
“En el país hay una
situación de hambre que ha afectado a toda la población. Nadie ha quedado al
margen. La clase media también está pasando hambre”, diagnostica Maritza Landaeta,
investigadora de la Fundación Bengoa.
-¿Es un fenómeno nuevo en el
país?
-Es un fenómeno nuevo. Los
pobres están saliendo a las calles a buscar comida, porque no tienen cómo
comer. Los alimentos disponibles son importados, a precios inasequibles para
las personas.
La canasta básica familiar
subió a 743.596 bolívares en el mes de diciembre de 2016, según datos
suministrados esta semana por el Centro de Documentación y Análisis Social de
la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM). Cada día, una familia de
cinco miembros precisa 24.786 bolívares a fin de garantizar la cobertura de
alimentos y servicios como salud y educación. Tal como lo advierte Oscar Meza,
director del Cendas-FVM, más de 60% del ingreso familiar se destina a
alimentos, por lo que es poca la ropa y el calzado que se compra en los
hogares.
La dieta de la venezolana y
del venezolano se ha limitado mucho. “La gente come arroz, yuca, tubérculos y
pasta cuando la consigue. Pero no hay proteínas en su dieta. Ni siquiera huevo.
No se puede comprar ni un litro de aceite”, subraya la investigadora.
Esa forma de comer “está
llevando a un desequilibrio de la salud”, que conduce al aumento de las
enfermedades crónicas y la desnutrición, además de la depresión. El precio de
la leche “es una tragedia nacional”, porque niñas y niños la necesitan pero sus
familias no pueden adquirirla a 12 mil bolívares el kilo o a 3.500 bolívares
los dos litros.
Teteros de agua de…
Una alimentación balanceada
debería incluir carbohidratos, grasas y proteínas. No es eso lo que sucede en
el país. “Un cerebro que no reciba grasas ni proteínas no se puede desarrollar,
pero nos encontramos con que en este momento nuestra dieta se basa en
carbohidratos baratos”, detalla.
Con base en los estudios de
la Fundación Bengoa, Landaeta asegura que niñas y niños venezolanos beben
teteros hechos con el agua que queda de la cocción de los tubérculos, de la
pasta o del arroz. “Los niños que no tienen proteínas se enferman y se mueren”,
advierte. Pequeñas y pequeños, afectados por la falta de proteínas, ingresan a
los centros asistenciales hinchados y “con lesiones en sus cerebros que va a
ser muy difícil recuperar”.
Landaeta descarta que los
CLAP puedan ser la solución, porque están marcados “por la discriminación
política” y porque son “una fuente gravísima de corrupción”. A su juicio,
“pareciera que el Estado se empeña en crear sistemas para fortalecer la
corrupción”.
Más producción
En Venezuela “la
alimentación se ha convertido en la principal fuente de corrupción, ahora y
siempre”, señala Landaeta. Pero ahora “se ha magnificado, en momentos en los
cuales el país está en una crisis tan severa, que el hecho de que se desvíen
los recursos de la alimentación impacta significativamente en la nutrición de
la población”.
El punto clave, en su
criterio, es fortalecer la producción nacional, con énfasis en los rubros de
ciclo corto. La médica considera que se deben privilegiar los huevos y el
arroz.
La segunda medida que evalúa
como imprescindible es la eliminación de los controles. Y la tercera, una cesta
de alimentos a la que pueda acceder toda la población, y en la que no pueden
faltar proteínas, grasas y carbohidratos.
Hay que garantizar que niñas
y niños reciban leche, entrega que puede hacerse en los ambulatorios, propone
la investigadora. También las adultas y los adultos mayores también requieren
apoyo, recalca, porque su pensión no les alcanza para comer.
27-01-17
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