Por Nayrobis Rodríguez
El viernes 20 de enero de 2017
en la noche, bandas delictivas que actúan como piratas del mar en las costas
del estado Sucre, lograron un botín de 17 motores fuera de borda en
el municipio peninsular de Cruz Salmerón Acosta, en el estado Sucre. Nueve
fueron robados a un grupo de pescadores que iniciaban faena a las ocho de
la noche en las aguas del poblado de Taguapire y, minutos después, sumaron ocho
más que los delincuentes tomaron con el uso de armas y violencia en las aguas
del poblado de Salazar, en la parroquia Manicuare.
“Dos noches antes se robaron
en Salazar un tren de pesca, lo que usamos para capturar en el fondo del mar y
llamamos petota”, comentó Ricardo Mudarra, un pescador de 37 años, con dos
décadas de experiencia en las faenas marinas. La situación con el robo de
motores no es exclusiva de la entidad sucrense o de las costas orientales, en
las aguas del Mar Caribe al occidente y centro del país, sobre todo en los
estados pesqueros como la Costa Oriental del Lago, en el estado Zulia y, en Vargas;
los asaltos a embarcaciones para robar insumos básicos de la faena pesquera, ha
disminuido la cantidad de pescadores en altamar.
Tan solo en un municipio de
Sucre, unas cuatro bandas delictivas, que se esconden en el poblado de Punta
Araya, al este de la península, azotan a los pescadores, gremio que en enero de
2017 cuenta con 300 hombres en el municipio peninsular, según cifras de la
Asociación de Pescadores de Cruz Salmerón Acosta, cuyo resultado refleja una
disminución de 20% con respecto al último trimestre de 2016, aseguró Heriberto
Rodríguez, presidente del gremio. “El miedo hizo que se dedicaran a otras
actividades, entre ellas a la siembra de cebolla o yuca, que se da por estos
lados”, comentó.
Los pescadores abandonaron la
faena nocturna para pescar a la luz del día | Foto: Nayrobis Rodríguez
La violencia, los robos y
homicidios, que suceden de manera constante (uno o dos asaltos por semana) y
que no solo incluyen motores fuera de borda, sino embarcaciones y artes de
pesca, además de los altos costos para la reposición de estos insumos, mermaron
no solo la cantidad de pescadores en faena, sino que redujeron en 60% la
productividad en la captura de especies marinas del estado Sucre, una la
entidad que hasta hace cinco años ocupaba el primer lugar en distribución de
pescados en el país.
A las cinco de la mañana del
viernes 20 de enero, el pescador Pedro Celestino echó el palangre al mar. A las
once de la mañana solo había capturado una raya de cuatro kilogramos, especie
de la que se obtiene el cazón. Celestino optó por pescar en la orilla, sin
usar la embarcación, y solo en horas de la mañana, porque los piratas del mar
abundan desde las ocho de la noche hasta las dos o tres de la madrugada, horas
de mayor productividad de los pescadores.
Evitar embarcarse de noche
ocasionó que, en lo que va de año, los marinos de los poblados de Salazar,
Merito, Taguapire y Tacarigua solo lograran obtener 300 cajas, cada una, con 10
kilogramos de especies, en comparación con enero de 2016, época en la que lograron
obtener 50 mil cajas, con diversas especies entre las que contaron sardinas,
rayas, catacos, cachorretas, corocoros y jureles. La pesca durante 2016 también
sumó 200 toneladas de sardinas. Heriberto Rodríguez señaló que la incertidumbre
sobre cómo continuarán la faena el resto del 2017 es lo que priva. “No sabemos
si lograremos repuntar y capturar cantidades superiores en los próximos meses”,
dijo.
Pescar una especie en la
orilla, puede generar pérdidas de hasta 15.000 bolívares por día | Foto:
Nayrobis Rodríguez
Pedro Celestino solo obtuvo
cuatro mil bolívares por la venta de la raya que pescó en un día y no las cinco
cajas o 15 kilos de pescado que obtenía faenando por la noche y con lo que
lograba ganar unos 15.000 bolívares. “Prefiero eso a que me roben o morir
en altamar”, argumentó. Las pérdidas económicas asociadas al temor de ser
asaltados y asesinados, se reflejan no solo en el miedo a morir sino en el
bolsillo.
Dos años atrás, la labor de un
pescador se centraba en la campaña de altamar, es decir, una faena que iniciaba
un grupo de hasta diez pescadores, que se prolongaba hasta por quince días
entre las aguas de la península en Sucre y la isla de Cubagua, en el
estado Nueva Esparta, y en la que cada marino podía capturar entre 10 y 12 cajas
de especies por noche.
Cada campaña podía generar
hasta 55 toneladas de pescado por grupo de marinos en el mar y tres millones de
bolívares por cada pescador. Después de los gastos asociados al mantenimiento
de botes y compra de insumos, el marino obtenía ganancias netas de hasta
un millón de bolívares. “Con eso podíamos vivir tranquilamente por meses y
hacer, si queríamos, solo dos campañas por año”, explicó Ricardo Mudarra.
Ahora tienen que conformarse
con hacer faena entre las cinco y las once de la mañana, con lo que solo
logran una o dos cajas con diez kilos de especies por día. El precio de
una caja de sardinas, por ejemplo, cuesta 8.000 bolívares en el Mercado de Boca
del Río en Cumaná, sitio principal de comercialización entre mayoristas en la zona
este de la entidad.
Arruinados
La noche del 20 de enero, con
el robo de 17 motores en Cruz Salmerón Acosta, nueve en Taguapire y ocho más en
Salazar, los delincuentes lograron cargar con unos 85 millones de
bolívares, ya que cada motor fuera de borda, nuevo, tiene un costo promedio de
cinco millones de bolívares. Usado, puede costar hasta tres millones de
bolívares. Una reparación tiene un precio de un millón y medio de bolívares.
En octubre de 2016, a Víctor
Mudarra lo dejaron a la deriva en altamar, amarrado, golpeado y arruinado. Él
pertenece al grupo de los que ya no trabajan y se dedican a otros oficios con
ingresos exiguos, que alcanzan solo para comer a medias. “Apenas tengo para la
comida; no puedo comprar un nuevo motor, ni nuevo ni usado”, aseguró, sentado
en una silla de mimbre, en su vivienda, frente al mar.
Pescadores desertaron del
oficio, unos están desempleados y otros dedicados a las actividades de siembra
| Foto: Nayrobis Rodríguez
Pero no es solo el costo de un
motor. La pesca incluye otros insumos indispensables, que van desde la
adquisición o fabricación de una embarcación a un costo mínimo de tres millones
de bolívares o la compra de artes o trenes de pesca a un precio de Bs. 25.000.
“Hay gastos menores, como un litro de aceite para motor en Bs. 2.500 o la
compra de un pipote con sesenta litros de gasolina, que nos cuesta 600
bolívares y casi no podemos adquirirlo por las restricciones que nos pone la
Guardia Nacional (GN)”, detalló el presidente de la Asociación de Pescadores
de Cruz Salmerón Acosta, Heriberto Rodríguez.
La imposibilidad de conseguir
nuevos insumos tras sufrir robos, se refleja no solo en la recesión laboral,
sino en historias de hambre para los pescadores en la península sucrense,
quienes solo tienen garantizada, en su mesa, la proteína de los productos del
mar que pueden pescar, pero que se ven imposibilitados de obtener alimentos
como arroz, pasta, leche, granos, y de comprar con dificultad frutas y
verduras.
Foto: Nayrobis Rodríguez
En Merito, poblado ubicado al
oeste de la península, el pescador Eugenio García, a quien le robaron motor y
artes de pesca en altamar una noche de noviembre en 2016, comentó
que cambió su actividad laboral por la siembra de yuca, pero sin mucho
éxito, luego de intentar comercializar chivos, que también se los robó el
hampa.
“Lo que hago solo alcanza para
comer sardinas con casabe o arepa de masa de maíz una vez al día. ¿Quién compra
frutas si un kilo de lechosa cuesta 800 bolívares?; ¿cómo compro pan si cada
uno cuesta 1.000 bolívares y yo tengo tres muchachos en la casa?”, cuestionó.
En esos pueblos pesqueros, un kilogramo de espagueti puede costar 9.000
bolívares, lo que representa 22,5% del salario mínimo actual que es de Bs.
40.638, sin contar que un kilogramo de arroz importado tiene un precio de 6.000
bolívares.
En las costas del centro y
occidente
60% de las lanchas de los
pescadores del estado Vargas están paradas por el robo de motores, que no solo
ocurren en altamar sino en la bahía, por consecuencia de la escasa vigilancia
policial, lo que ocasionó un total de 108 robos en 2016. En la entidad hay 20
consejos de marinos, con un promedio de 1.370 hombres y mujeres inscritos.
La merma en la captura de
especies marinas asociadas al robo de motores, tuvo como consecuencia que, por
ejemplo, en la comunidad de Playa Verde, situada en Catia La Mar, de 157
lanchas registradas solo están activas 53 en la actualidad, según Prisco Ávila,
vocero del Consejo de Pescadores de Vargas e integrante del Frente de Pescadores
Socialistas de La Zorra, en Catia La Mar.
En el estado Zulia existen
entre 13 y 15 asociaciones de pescadores que reportan bajas considerables
en la captura de pescado. La mayoría reclama baja en la producción. Ana Rincón,
vocera de una de estas asociaciones, señaló que entre junio y julio de 2016,
sus afiliados lograban obtener entre 300 y 400 kilogramos de pescado cada dos
días, sobre todo en especies como bocachico, corvina y bagre.
En lo que va de año, la pesca
no alcanza las 100 unidades a la semana. Rincón destacó que los problemas
principales son la inseguridad y los constantes derrames petroleros, con este
último aseguró que Pdvsa no hace nada.
En la noche del 23 de enero,
funcionarios de la Guardia Nacional (GN) en el estado Sucre, arrestaron a tres
hombres en el municipio Cruz Salmerón Acosta, acusados de robar motores. Pero,
más allá del arresto en flagrancia, los organismos de seguridad en la entidad
no aportan un balance sobre las cifras de detenidos al mes ni estadísticas de
robos a embarcaciones, homicidios y agresiones contra los pescadores. Es una
realidad constante y silente, que mantiene en vilo a los pueblos pesqueros y
que se traduce en historias de hambre y pobreza para los hombres que se dedican
a extraer distintas especies del mar.
29-01-17
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