Por Jesús Alexis González, 23/01/2017
De inicio, expresamos nuestro ¡reconocimiento! hacia aquellos colegas economistas ortodoxos que actúan conforme a una doctrina (conjunto de ideas cuyo rasgo
es la coherencia de sus fines y medios), y que con profundo ejercicio
intelectual se “atreven” a formular
para el caso venezolano pronósticos (predicción
de la evolución de un proceso o de un hecho futuro a partir de criterios
lógicos o científicos) y proyecciones
económicas (estudios cuantitativos para describir cómo será el crecimiento
de una economía en un determinado lapso de tiempo hacia el futuro) asumiendo la
existencia de una economía ortodoxa basada
en al menos cuatro variables: (1) La
asignación de recursos; (2) La
producción; (3) La distribución; y (4) El crecimiento económico; a partir
de las cuales intentan explicar todos
los cambios que ocurrirán en nuestra economía bajo el supuesto que todo se
regulará a través del mercado al
tiempo de asumir a la economía como una ciencia
exacta que facilita emprender cualquier curso de acción con ¡resultados previsibles!
Tan deseable marco analítico no encaja en la Venezuela
actual, ya que el “proceso
revolucionario” (¿?) es apuntalado por “expertos” que actúan sin respeto al contenido
de alguna doctrina sino que combinan medios y fines, sin la debida
coherencia, con fundamento en una economía
heterodoxa que no tiene ¡ningún
principio establecido! para enfrentar las dificultades socioeconómicas y
que solo enfatizan en la búsqueda de acciones para “dominar” la motivación del pueblo a la luz de una imprevisibilidadde los actores que
emana del marco de una economía que
consideran como ciencia social y
por tanto la apoyan en interpretaciones
subjetivas en relación a la forma como la sociedad debe organizarse para adelantar las etapas de producción,
distribución y consumo de mercancías, al extremo de aspirar suplantar el
mercado con un “Carnet de la Patria.
Con base en lo señalado, aunado a la manifiesta incompatibilidad entre el
socialismo-comunismo y la democracia, ha de resaltarse la obvia dificultad (¿imposibilidad?) de evaluar por pares dos doctrinas que en
esencia son diametralmente opuestas: capitalismo—sistema
de organización de economía descentralizada caracterizado por la propiedad
privada de los medios de producción, al tiempo de regirse por la ley de oferta
y demanda utilizando los precios y el mercado como mecanismo de coordinación—y socialismo—sistema de organización
social y económica que enarbola por la abolición de la propiedad privada y la
socialización de los medios de producción, al punto de concebirlo como un
estadio intermedio de transición entre el capitalismo y el comunismo--; hecho
que impulsa “retornar” a la histórica confrontación filosófica entre lo propuesto y lo alcanzado de cuya revisión puede surgir una verdad sobre sus méritos al avalarse con hechos concretos y medibles. En lo atinente a nuestro país, dicha
“confrontación” se enmarca entre (A) la
“mayor suma de felicidad posible” pretendida por el socialismo-comunismo del chavismo-madurismo
con un férreo control del proceso productivo para darle “rostro y sentido a
la Patria Socialista” mediante un Programa de Gobierno2013-2019 detransición
al socialismo denominadoPropuesta
del Comandante Hugo Chávez (12/06/2012) como “alternativa al sistema
destructivo y salvaje del capitalismo” y para “acelerar el cambio del sistema
económico, trascendiendo el modelo rentista petrolero capitalista al modelo
económico productivo socialista”; y entre (B)
la libertad de producir y consumir para alcanzar el bienestaren una economía de mercado que reduce el peso del Estado sobre el sector productor.
La ¡ficción! (enemiga de toda
doctrina) ha caracterizado al socialismo del siglo XXIvenezolano, hecho
que se hace evidente al ponderar
(aun sin información del BCV) el “efecto
visible” que emana de la revisión de un largo índice de fracasos; tal como que (i) el país volvió a ocupar en 2016 (al igual que en 2015) a nivel
mundial el desprestigioso ¡primer
puesto! en el Índice de Penuria (Universidad
de Johns Hopkins) con 573,4 puntos (Argentina
ocupó el segundo lugar con 83,8 puntos,
y Brasil el tercer lugar con 75,0 puntos)
habida cuenta de haber estructurado las peores
condiciones económicas del mundoen materia de inflación, desempleo e interéscomo
consecuencia de la rotunda ineficiencia de su “modelo” que adversa la
iniciativa privada, hasta alcanzar la denominación del país más miserable del mundo (durante más de
10 años Venezuela se ha ubicado en los primeros lugares); al extremo que en
aras de “atender” la demanda de productos básicos en un escenario de escasez,
el “gobierno” instrumentó en abril 2016 los Locales de Abastecimiento y Producción recientemente
“transformados” (enero 2017) en Tiendas
(¿?) a las cuales debe destinarse hasta
un 50% de los bienes producidos por el sector agropecuario privado y
público, siendo que a dichas Tiendas solo se podrá accesar presentando
obligatoriamente el Carnet de la Patria(otra
humillante manipulación del pueblo por intermedio del hambre, a los fines de
una obligante “adhesión” política-partidista con propósitos electorales); y(ii) en el reporte 2016 del Índice de Libertad Económica(Fraser
Institute/Cedice Libertad) sustentado en 5 variables: 1. Tamaño del gobierno, 2. Sistema
legal y derechos de propiedad, 3. Existencia
de una moneda sana, 4. Libertad de
comercio internacional, y 5. Regulaciones
crediticias, laborales y de negocios; ocupamos el último puesto entre 159 países por segundo año consecutivo. De igual modo, en la compilación de fracasos se refleja un pésimo
comportamiento de los principales indicadores
macroeconómicos en 2016: contracción del PIB: 18,6%, inflación acumulada: 799,9%,
inflación “bachaquera” de productos subsidiados: 1.150%, disminución de las importaciones: 55%, caída de las reservas internacionales: $ 5.400 millones, disponibilidad de divisas liquidas en las
reservas internacionales (04/01/17) $
1.500 millones, pérdida del poder adquisitivo: 45%.
Reflexión final: En esta suerte de “Venezuela al revés”, donde el ingreso nacional ha venido siendo
empleado para el apalancamiento de una
“sociedad socialista” a la luz de la aspiración chavista-madurista de
construir un nuevo tejido productivo con base a un “amplio sustento público, social y colectivo de la propiedad sobre los
medios de producción” (¿?), pronosticar con fundamento ortodoxo la situación de nuestra economía para finales
del 2017 la cual pudiera transcurrir condicionada por un heterodoxo Plan de la Patria, seria por mucho un ejercicio intelectual ubicado en el campo
de la ¡ficción económica!
De lo que si estamos plenamente convencidos, es que el
rumbo hacia la hecatombe económica solo
puede ser desviado en dirección a una Venezuela
de progreso y bienestar cuando el pueblo pida con fuerza y enojo elecciones para expresar el deseo de frenar el avance del socialismo-comunismo.Luego
de ello, y en poco tiempo, la economía
será otra y ¡el país también!
Economista Jesús Alexis González
@JesusAlexisGo10
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico