Por Claudio Nazoa
El país cayéndose a pedazos, y
mi hija Valentina, una patota de amigos y yo, estábamos disfrutando Disney
Word.
Sí. ¡Fui un irresponsable!
Debí pasar la Navidad luchando por el rescate de la democracia en Venezuela
pero, lo gozado, ni el TSJ me lo podrá quitar.
En este viaje se colearon
Tania Sarabia, Leonardo Padrón, Mariaca Semprún, Amílcar Rivero y César Miguel
Rondón. Las entradas a Magic Kingdom las consiguió mi gran amigo Leonardo
Aranguibel, quien ocupa en Disney un altísimo cargo. ¡Es Pluto! ¡Lleva 14 años
disfrazado de Pluto!, y lo hace increíble. Habla inglés y todo, baila y hasta
ladra cuando es necesario.
Tania, desde Venezuela, estaba
empeñada en preguntar por los sobrinos que están en Estados Unidos (los del
pato Donald). Ella dice que nadie conoce a la mamá ni al papá de los sobrinos
del pato en cuestión.
César Miguel Rondón, al mejor
estilo de Dick Van Dyke, sorprendió a todos bailando tap con Mary Poppins y con
los pingüinos. Los turistas aplaudieron a rabiar y hasta le dieron propina
cuando descendió del castillo de la Cenicienta usando un paraguas como
paracaidas. Él, emocionado, agradecía: ¡Tenquiú, tenquiú!
Leonardo Padrón, Tania,
Amílcar y yo, entramos en la Torre del Terror.
Leo, aterrado y aferrado a
Amílcar, gritaba:
—¡Esto es peor que la
carretera de Oriente o que la Cota Mil de noche!
Amílcar, clinchado al cuello
de Leo, lo aupaba:
—¡Aguante, poeta! ¡Aguante que
usted es un macho!
Tania, con fingida calma,
susurró:
—¡Leo, esto no es de verdad!
¡Son muñecos y efectos especiales!, ¿verdad Claudio? –vociferó clavando sus
uñas postizas en mí.
Lo más increíble fue cuando
Mickey, agarrado de la mano de Mariaca por un lado, y de César Miguel Rondón
por el otro, se nos acercó. Leonardo, en shock, no dejaba de decir: “¡Foto…
foto para Instagram!”. Leo estaba tan eufórico con Mickey que en una de esas se
acercaron unos niños para saludar al famoso ratón, y los alejó porque estaba
tomando: “¡Foto… foto para Instagram!”. Por eso me perdí a la Sirenita y a
Mariaca, quien cantó el tema de la película. Dicen que fue tierno. Todos
lloraron cuando la Sirenita besó al príncipe.
Ya entrada la noche, Pluto
llegó al hotel con unas plutas. Yo me fui con ellos a rumbear a un bar
del downtown de Orlando.
Cuál sería mi sorpresa cuando
veo a Tania, acurrucadita y cayéndose a palos con Donald, y no precisamente con
Trump. La muy descarada, sin sonrojarse, volteó y me dijo:
—No es lo que parece, pero con
este pato estoy a punto de meter la pata.
Y fin.
16-01-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico