Por Clodovaldo Hernández
El economista, ex ministro
de Industrias Básicas y Minería, ex presidente de la Corporación Venezolana de Guayana,
docente e investigador reconocido con varios premios (entre ellos el Nacional
de Ciencia), Víctor Álvarez, aseguró que, si se toman las medidas adecuadas, el
año que comienza podría ser muy diferente al pasado.
2017 ha comenzado con
cambios en altos cargos gubernamentales, incluyendo la vicepresidencia y el
gabinete económico. ¿Eso significa un cambio en las políticas que se han
desarrollado hasta ahora?
-Eso está por verse, porque
no basta el cambio de nombres ni tampoco es suficiente con el anuncio de
fusiones entre ministerios. Sí creo que, en este caso concreto, en el que se
fusionaron los despachos de Finanzas y los que tienen que ver con el aparato
productivo, se ha puesto demasiada responsabilidad sobre un solo ministro.
Recordemos que el ministerio de Finanzas debe ocuparse de muchos asuntos
importantes, como la recaudación de impuestos (sobre la renta, IVA, licores,
cigarrillos, aranceles de aduanas, etc.), el manejo de la deuda (interna y
externa), pago a contratistas y el diseño y ejecución del presupuesto nacional.
Si a eso se agrega la responsabilidad de desarrollar políticas sectoriales
agrícolas, industriales y tecnológicas, me parece que se ponen en riesgo ambas
metas: el equilibrio de la gestión fiscal y la reactivación de un aparato productivo
que ya tiene tres años estancado. Es bueno decir que eso ya se ensayó a
principios del Gobierno del presidente Chávez, cuando se creó un mega
ministerio que integró producción, comercio, agricultura, industria y turismo,
pero resultó tan complejo que fue necesario volver a ministerios por separado.
Ahora la complejidad es mayor porque el nuevo superministerio debe atender
también el tema de las finanzas públicas. En todo caso, lo más importante no es
cómo se llaman ahora los ministerios ni quiénes los encabezan, sino si habrá o
no reorientación en las políticas. Siempre se dice que, si se quieren lograr
resultados diferentes, hay que hacer las cosas de manera diferente.
¿Cuáles serían, a grandes
rasgos, esos cambios?
-En primer lugar,
reivindicar un espacio en la agenda económica para la política agrícola,
industrial y tecnológica. En este momento, el país tiene un sector industrial
que trabaja al 38 % o 40 % de su capacidad instalada. Con un buen programa de
reactivación, este mismo año se podría lograr la duplicación o triplicación de
ese porcentaje, lo que incidiría de inmediato en el grave problema de la
escasez. Por otro lado, sobre todo en los primeros años de la Revolución
Bolivariana, se expropiaron más de 4 millones de hectáreas, pero hemos
terminado sembrando maticas en las ventanas y los balcones, lo que revela que
esa política no ha dado los resultados esperados, algo pasó, algo no se hizo
bien, amerita una revisión autocrítica.
El Gobierno logró sobrevivir
económicamente al 2016, lo que en algunos momentos parecía difícil. Ahora hay
quienes dicen que ya pasó lo peor, mientras otros opinan que en 2017 es cuando
se vendrá lo más difícil. ¿Usted hacia dónde se inclina?
-Hay un importante margen de
maniobra que el Gobierno tiene en sus manos como para lograr que 2017 sea mejor
que el 2016. No comparto esa tesis de algunos colegas (economistas) que dicen
que 2017 será tan malo, que vamos a terminar extrañando el 2016. Pienso que
puede ser mejor por varias razones. En primer lugar, el año pasado hubo un
canje de bonos, y los vencimientos que estaban pautados para el 2017 se
corrieron para los próximos años. Eso liberará un volumen importante de divisas
que se podrán orientar a la reactivación del aparato productivo. En segundo
lugar, se dieron los acuerdos de la OPEP y por eso se espera que, en este
primer semestre, los precios se estabilicen en torno a 55 o 60 dólares el
barril, lo que significa un precio muchísimo mayor al que se vendió el petróleo
en todo 2016, cuando arrancamos en 25 dólares y alcanzamos un promedio en torno
a los 42. Este año arrancamos con 45 y podría estabilizarse en 60, eso
significará 18 dólares más por barril a lo largo del año, lo que dará un
oxígeno en divisas importante. La clave está en que se utilice ese margen de divisas
no para importar productos terminados sino materias primas, insumos
industriales, maquinarias y repuestos para reactivar el aparato productivo, que
está paralizado. Si eso se logra, pudiéramos tener un año en el que comiencen a
caer los índices de escasez. Todo eso dependerá también de que se haga un
ajuste cambiario para no seguir obligando a Pdvsa a liquidar su menguado
ingreso de divisas con una tasa de cambio de 10 bolívares por dólar (tasa
Dipro). Esa política ha hecho que la empresa petrolera, que genera el 95 % de
las divisas del país, no tenga bolívares suficientes para pagar su nómina de
más de 140 mil trabajadores, cancelar compromisos con proveedores y transferir
fondos a los programas sociales. Si Pdvsa pasara a liquidar sus dólares a la tasa
Dicom, de 670 bolívares por dólar, se aliviarían significativamente sus
finanzas y podría dejar de presionar al Banco Central con pagarés que el
instituto emisor cubre con dinero sin respaldo. Eso desaceleraría la inflación.
Si todo esto se junta, si se actúa con sensatez, hay razones para ser
optimistas. El problema de la economía venezolana no es un reto al conocimiento
económico, no son dilemas indescifrables para cuya solución haya que fundirse
las neuronas. Esto está suficientemente estudiado, hay muchos estudios
realizados para comprender la naturaleza de estos problemas y las medidas están
al alcance de la mano.
La reorientación de la
política económica debe incluir, según muchos conocedores, otro aumento de la
gasolina. ¿Comparte esa tesis?
-Sí, es necesario sincerar
ese precio y el de los productos de consumo masivo que actualmente tienen
subsidios indirectos. De esa manera se logrará evitar el contrabando de
extracción y la fuga de billetes. Hay que tener en cuenta que las mafias de
contrabandistas de gasolina y de productos subsidiados necesitan enormes
volúmenes de billetes para cubrir sus operaciones, ya que no pueden realizarlas
electrónicamente, para evitar el seguimiento policial. Si no se hacen esos
cambios, el nuevo cono monetario lo que hará será facilitarles el trabajo a los
contrabandistas, pues ya no tendrán que sacar maletas de billetes de cien, sino
fajos de 20.000.
¿En estos primeros anuncios
del año se aprecia la intención de asumir ese tipo de cambios en las políticas
del sector económico?
-Yo esperaría ver los
anuncios concretos de la nueva vicepresidencia de Economía para ver si
efectivamente van a tomar las medidas monetarias, cambiarias, fiscales y de
precios que se requieren para estabilizar la economía. El presidente dijo que el
15 de enero, en la presentación de su mensaje a la nación, hará anuncios
concretos. Esperemos lo haga y que ese mensaje sea ante la Asamblea Nacional
para no recrudecer esta crisis institucional que no nos está llevando a ningún
lado.
Entiendo que usted es
partidario de la unificación cambiaria. ¿Podría explicar por qué?
-Es una de las decisiones
cruciales. La unificación del régimen de cambio, pues el sistema múltiple no
sirvió para contener la inflación. El argumento fundamental para mantener la
tasa Dipro es contener la inflación, pero si nos ponemos a detallar, no hay
ningún precio en la economía que esté calculado sobre la base de ese tipo de
cambio de 10 bolívares por dólar. La economía funciona con base en la tasa
Dicom, de 674, e incluso muchos precios son fijados por el dólar paralelo.
Entonces, ese régimen de cambios múltiples hace rato se agotó como instrumento
de política antiinflacionaria. Es una decisión clave que debería ser anunciada.
Jesús Faría lo dijo una y otra vez el año pasado, pero no se ha concretado.
Esperemos que esa sea una de las medidas.
¿Qué otras medidas
esperarían usted?
-La erradicación de la
práctica de financiar el déficit fiscal con emisiones de dinero sin respaldo en
la producción. También hay que corregir ese déficit mediante una revisión de
los gastos. Lo conveniente es reducir los gastos militares, establecer
prioridades en las obras públicas pendientes, que están paralizadas por
decenas, para concentrar el esfuerzo en las más importantes. Luego sería
pertinente sustituir los ineficientes subsidios indirectos a productos por
subsidios directos a los hogares en condición de pobreza. El Gobierno tiene que
arroparse hasta donde le alcance la cobija. Si se reactiva el cobro de los
peajes se aliviará el gasto público en obras. Si se reprograman los pagos a las
obras contratadas con Brasil, China, Bielorrusia, Irán y otras naciones, se
puede obtener otro alivio. Finalmente, es necesario sincerar los precios de
diversos productos que actualmente están sometidos a controles que solo han
conseguido ahorcar la producción y generar escasez. Si se toman esas cuatro
medidas, ya se puede asegurar que este año la situación económica va a mejorar.
Este lunes se relanzó el
Consejo Nacional de Economía, con la presencia de importantes figuras del
empresariado. ¿Es una señal positiva?
-Es muy importante que se
mantengan esos espacios para que los factores claves del tejido empresarial
puedan plantear los problemas concretos que están afectando a la producción.
Ese tipo de reuniones le dan mucha información y pistas a los ministros, a los
decisores de políticas públicas. Lo importante es que se definan políticas
generales, al mayor, no que se usen para la gestión de lobby, para el cabildeo
que siempre realizan los empresarios para que les resuelvan problemas
específicos, particulares. Entonces, aquello se convierte en un escenario para
la presión, para los problemas al detal de algunos privilegiados, los que están
cercanos al ministro y que buscan arrimar la brasa para su sardina.
Usted fue ministro del
comandante Hugo Chávez. En materia de política económica y manejo del equipo en
este ámbito, ¿qué diría usted que hacía el gobierno de Chávez, que no ha
logrado hacer el del presidente Nicolás Maduro?
-Creo que había algo de su
estilo gerencial. Hugo Chávez era un presidente que le respiraba en la espalda,
le resollaba en la oreja a sus ministros, tenía un seguimiento muy cercano que
se revelaba en primer lugar en los Aló presidente. Los ministros siempre tenían
que estar allí, rindiendo cuentas, hablando de cómo iba el cumplimiento de
metas. Eso le dio al presidente Chávez una mejor comprensión de los problemas
económicos del país. Eso se extraña ahora, no se observa ese tipo de
interlocución del presidente Nicolás Maduro con los ministros de la economía.
En segundo lugar, aunque en el gobierno del presidente Chávez también hubo
mucha rotación de ministros, la “esperanza de vida al nacer” (cuando sale su
designación en Gaceta Oficial) de un ministro del área económica pasaba del
año, cerca de año y medio. Hoy en día, esa esperanza de vida se ha reducido a
menos de un año, alrededor de un semestre y eso no ayuda porque no se
estabilizan las políticas y los cambios de ministros siempre implica abortar
todo lo que hizo el anterior, pues se parte del supuesto de que si lo cambiaron
es porque no lo estaba haciendo bien. El nuevo ministro llega renegando y
cambiando lo que recibe, lo que crea muchísima incertidumbre, no solo en los
ministros y sus equipos, sino en los particulares, en los empresarios, en los
inversionistas. Esa altísima rotación en los ministros de la economía refleja
una mala escogencia de los colaboradores. Por otro lado, sigue ausente la
definición de políticas. Cuando Chávez, la política fue bastante estable, igual
que sus correcciones y ajustes, especialmente en los años de oro de la
Revolución Bolivariana, entre 2004 y 2011, con una economía que estuvo
creciendo de manera permanente, salvo la excepción generada por la crisis
económica internacional. Por otro lado, me parece que se ha hecho un exagerado
énfasis en el tema de la guerra económica, lo que ha llevado a no precisar el
importante margen de maniobra que tiene el Gobierno en las manos para derrotar
a los factores que efectivamente están conspirando. No se puede negar que un proceso
como este, que se ha planteado cambios profundos y ha afectado a poderosísimos
intereses tiene grandes enemigos. Pero muchas veces son los propios autogoles,
los errores y fallas del Gobierno los que facilitan el ataque de esos sectores
interesados en desestabilizar. Aquella tesis del presidente Chávez de la
revisión, rectificación y reimpulso no ha estado muy presente en la gestión del
presidente Maduro porque creo que él considera que revisar y rectificar ciertas
políticas sería traicionar el legado de Chávez. De alguna forma, entiende que
parte de ese legado son el control de cambio, el control de precios, los
subsidios indirectos, la estatización de empresas que terminaron secuestradas
por el burocratismo y la corrupción, y por eso no quiere revisar ninguna de
esas políticas. Pero lo que ha hecho con eso, en lugar de preservar el legado
de Chávez, ha sido fosilizarlo, ha petrificado las políticas que heredó, en
lugar de hacer lo que hubiese hecho el propio Chávez, que es revisar esas
políticas y rectificarlas, para reimpulsar la economía.
Hoja de servicios de Víctor
Álvarez
Según su resumen curricular,
“Se dedica al estudio de la economía rentista e importadora y su transformación
en una nueva economía diversificada y exportadora, sustentada en el uso inteligente
de la información y el conocimiento”.
Ha recibido los siguientes
reconocimientos:
Premio Nacional de Ciencias.
Mención Honorífica del
Premio Internacional Libertador al Pensamiento Crítico (en dos oportunidades).
Premio Ensayo Crítico de la
Asamblea Nacional.
Orden Arturo Michelena.
Premio Municipal al
Pensamiento Político.
Ha sido profesor de Teorías
del Desarrollo en la Facultad de Economía de la UCV y de Economía Política en
la Maestría de IDEA.
Fue ministro de Industrias
Básicas y Minería, presidente de la CVG, director de Pdvsa, presidente del
Banco de Comercio Exterior (Bancoex), viceministro de Industrias, director
ejecutivo del Consejo de Desarrollo Industrial y gerente de Política Científica
y Tecnológica del Conicit.
16-01-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico