Por Yedzenia Gainza, 03/06/2017
Los tarifados del régimen dirán que es una exageración, que en
Venezuela no hay hambre y las colas en los supermercados es porque hay dinero
de sobra para comprar. Ya saben, como en cualquier país del mundo donde los
ricos hacen cola en los supermercados para comprarlo todo simplemente porque
pueden permitírselo.
La marcha de las ollas vacías o marcha del hambre no es solamente la de
familiares de niños desnutridos internados en esas barracas en las que se han
convertido nuestros hospitales, tampoco la de las personas que se han visto obligadas
a buscar entre la basura algo para comer. Es la marcha de aquellos que ven
cómo el salario no les alcanza para cubrir dos baldas de la nevera, la de los
que tienen que recurrir al trueque para conseguir alimentos básicos en
cualquier hogar, la de los que deben recorrer decenas de supermercados o
cientos de kilómetros para comprar la comida que no consiguen en su barrio, la
de quienes han visto disminuir las porciones en su plato, las de quienes saltan una o más
comidas al día, la de los que dan de desayuno a sus hijos un vaso de agua
con azúcar o los mandan a la escuela con un mango para la merienda. La de
quienes escuchan a sus tripas protestar con el mismo murmullo que hacen
las ollas cuando ya no queda nada en el fondo.
Es también la marcha de quienes no pueden seguir la dieta especial
necesaria para determinadas enfermedades, la de quienes ya no tienen ni sobras
con qué alimentar a sus mascotas, la de aquellos que han sufrido una drástica
bajada de peso mientras la cúpula del régimen exhibe sin vergüenza una barriga
reflejo de la asquerosa abundancia a expensas de millones de personas.
Marchan quienes tienen que conformarse con comerse una viuda
porque ni siquiera es posible salpicarle un poco de mantequilla, los que
esperan que la corrupta GNB no se quede con los envíos hechos
por familiares en el extranjero, también aquellos que con toda la
impotencia del mundo alguna vez han tenido que acudir a un bachaquero y pagarle
diez veces o más lo que cuesta realmente un producto de primera necesidad. Es
la marcha de quienes han tenido que cerrar sus negocios porque no pueden hacer
frente a los continuos aumentos de sueldo que decreta Maduro al tiempo que
congela los precios.
#Ahora "Los niños necesitan comida, salud y medicinas", gritan médicos en el Hospital JM de los Ríos pic.twitter.com/e9hWFNNhZV— Efecto Cocuyo (@EfectoCocuyo) May 16, 2017
La marcha del hambre es la de los que tienen la mitad de sus ollas
llenas de agua porque no saben cuándo les cortarán el servicio, y mucho menos
cuándo se lo restablecerán, la de quienes hacen lo que está a su alcance
para ayudar a los demás. La de los que han aprendido a picar la mitad de la
mitad de la mitad.
No todo es oscuro y sórdido. La Venezuela generosa aún persiste. pic.twitter.com/I7iVgUZLjB— Leonardo Padrón (@Leonardo_Padron) May 30, 2017
Esta marcha debería ser también la de esos que disparan a quemarropa
para defender un régimen al que no le importa que salgan a la calle apenas con
desayuno ni que duerman en el suelo reventados por el cansancio. Debería ser la
marcha que abra los ojos a los uniformados que reprimen sin piedad a personas
que pasan las mismas penurias que ellos. Debería ser el momento de dejar de
cometer crímenes creyendo que podrán evadir su responsabilidad.
La de hoy es la manifestación de quienes no saben cuándo por fin podrán
trabajar para algo más que medio comer, la de los que sueñan con entrar a un
supermercado sin hacer cola, sin carnet de partido, sin cartilla de
racionamiento y encontrar estantes llenos de todo tipo de víveres asequibles
sin la vigilancia de ningún militar corrupto. Es la marcha de todos los
que saben que si el régimen chavista sigue en el poder, llegará el día en el
que las calles pasarán de ser el escenario de la lucha por la libertad a una
gran fosa común en la que irán cayendo uno a uno venezolanos extenuados de
tener la barriga pegada al espinazo.
La marcha del hambre es la de todos los venezolanos hambrientos de
libertad, justicia, seguridad, medicinas… Y también de pan. Porque de
este circo macabro protagonizado por asesinos con su decadente función desde
1998 ya estamos hartos.
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