Por Valentina Oropeza
Caracas, domingo 16 de julio.
Es un día soleado y caliente en plena temporada de lluvias. Lustany Franco
viste un jean ajustado, lleva el cabello suelto hasta la cintura y empuña un
altoparlante rojo y blanco con la mano derecha. “¡Pasen! ¡Sigan por aquí!”.
Desde unas cornetas a máximo volumen, los cubanos de Gente de Zona y el boricua
Marc Anthony proclaman que se formó la gozadera en un estacionamiento
abierto de la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde la oposición
instaló un punto de votación para preguntar a los electores si quieren o no una
Asamblea Constituyente. La cosa está bien dura/ la cosa está divina. Con
swing de salsa y reguetón, la fila avanza por la ruta que indica la
universitaria de 25 años. Compañeros de logística sacuden las caderas mientras
preguntan a los desconocidos si ya votaron.
Hay 50 mesas dispuestas bajo
toldos blancos para sufragar en no más de 40 segundos, estiman los
organizadores de la consulta. Sobran bolígrafos azules y negros para responder
“Sí” o “No” a tres preguntas:
1. ¿Rechaza y desconoce
la realización de una Constituyente propuesta por Nicolás Maduro sin la
aprobación previa del pueblo de Venezuela?
2. ¿Demanda a la Fuerza
Armada Nacional y a todo funcionario público obedecer y defender la
Constitución del año 1999 y respaldar las decisiones de la Asamblea Nacional?
3. ¿Aprueba que se
proceda a la renovación de los poderes públicos de acuerdo a lo establecido en
la Constitución y a la realización de elecciones libres y transparentes, así
como a la conformación de un gobierno de Unión Nacional para restituir el orden
constitucional?
Mientras los votantes deciden,
Franco vocea consignas inventadas por los jóvenes durante 110 días de
disturbios en los que se armaron con capuchas, escudos, piedras y bombas
molotov. Las vejaciones de policías y militares contra manifestantes están
registradas en fotos y videos; cientos de civiles afrontan juicios en
tribunales militares, “gran obstáculo” para las investigaciones penales del
Ministerio Público, en palabras de la Fiscal General de la República, Luisa
Ortega Díaz. Hasta este domingo en la mañana suman 92 muertos.
Los miembros de mesa están
eufóricos. ¡A ver, a ver/ ¿quién lleva la batuta?/ el estudiante/ o el
hijoeputa! Los electores ríen, se relajan, entregan la cédula, marcan su
opción dentro de los círculos, depositan la papeleta en una caja de cartón y
reciben un comprobante con su nombre y apellido escrito a mano. Para la
oposición venezolana la consulta es un “acto de desobediencia civil”
desvinculado de las competencias del Poder Electoral como organizador y árbitro
del referéndum constituyente previsto para el 30 de julio. El entusiasmo
contagia sentido de pertenencia. ¡Corran la voz/ no hay arroz/ no hay
harina/ en Miraflores lo que hay es cocaína!
Fotografía de Andrés Kerese
La UCV acoge el centro más
grande de los 2030 “puntos soberanos” que la Mesa de la Unidad Democrática
(MUD) habilitó en todo el país para demostrar que la mayoría de los venezolanos
rechaza la aprobación de una nueva Carta Magna que sustituirá la de 1999,
impulsada por un Hugo Chávez recién investido en la Presidencia, quien convocó
por decreto una consulta para garantizar el beneplácito popular a su iniciativa
de campaña.
Mientras la inflación acumule
dígitos, es inviable que Lustany Franco cumpla su plan de hacer familia y tener
tres hijos. El Fondo Monetario Internacional calcula que este año cerrará en
720% y el próximo puede alcanzar 2000%. Por eso facilita la consulta en la UCV
como representante de Acción Democrática, el partido socialdemócrata donde
milita desde los 14 años. Para Chávez era el vientre donde se engendraron todas
las perversiones que debía erradicar. Si el chavismo se mantiene en el poder y
la situación empeora, la estudiante tendrá solo un hijo. Será adeco y le tocará
inscribirse en el partido a los 9 años. “A ver si salimos de esto”.
Fotografía de Andrés Kerese
Opositora decidida sin
afiliación partidista, Nancy Isea coordina la logística para instalar un centro
de votación en el gimnasio José Joaquín Papá Carrillo, en la avenida Rómulo
Gallegos de Sebucán, al noreste de Caracas. Tiene 66 años, es ama de casa y se
levantó a las 4:00 de la mañana para garantizar la apertura del centro a las
7:00.
Los 150 voluntarios que
administran la consulta en las 30 mesas del gimnasio Papá Carrillo se
identifican como “históricos”: conocen cada fase del proceso electoral porque
han sido testigos de la oposición en sufragios anteriores. Los voluntarios que
facilitaron sus datos en marchas, bloqueos de vías y asambleas de vecinos desde
que arrancaron las protestas hace casi cuatro meses se ocupan de orientar a los
electores en las filas, repartir agua y galletas entre los miembros de mesa y
desplazar a los discapacitados que no pueden subir o bajar escaleras. Muchos
integran los “comités de rescate de la democracia”, ciudadanos preparados para
ejecutar en la calle las instrucciones de los dirigentes de la MUD.
Al mediodía, los viejos llevan
la delantera en el gimnasio Papá Carrillo: tres de las cinco mesas reservadas
para electores de la tercera edad acumulan la mayor cantidad de votos según los
registros almacenados en carpetas. Cuando un policía del municipio Sucre
aparece con su cédula en mano para votar, la sala estalla en aplausos.
Fotografía de Andrés Kerese
La MUD invitó a observadores
nacionales y extranjeros para que presenciaran la jornada. Uno de ellos es el
expresidente boliviano Carlos Mesa, quien estuvo en las elecciones
parlamentarias de 2015. Desde el Centro Cultural Chacao, teatro de operaciones
de la dirigencia opositora, Mesa considera “sorprendente” que Maduro haya
reconocido la consulta opositora en cadena nacional el día anterior.
Esperaba que la ignorara por completo:
“La oposición ha convocado una
consulta interna de los partidos de la oposición con sus propios mecanismos,
sin cuadernos electorales, sin auditoría previa y posterior. Cada partido
político puede convocar sus consultas internas. Si quiere que sea legal tiene
que convocarla con el Poder Electoral. Solo pido que lo hagan en paz”.
Fotografía de Andrés Kerese
La relación entre la Asamblea
Nacional y los demás poderes públicos se rompió en enero de 2016, después
que la oposición conquistó 7,7 millones de votos y se apoderó de 65,2% de
los escaños frente a 5,6 millones de sufragios obtenidos por el chavismo, que
le reportaron 32,9% de las curules. La MUD fue despojada de la mayoría
calificada luego de que el poder comicial invalidó la elección de tres
diputados de Amazonas acusados de fraude por el chavismo. Esas votaciones no se
han repetido. El Tribunal Supremo de Justicia ha invalidado todas las
decisiones legislativas durante año y medio y el Ejecutivo no solicita la
aprobación del Legislativo para sus presupuestos ni convenios con
inversionistas extranjeros. La Fiscal se enfrentó al Poder Judicial cuando
denunció la ruptura del orden constitucional tras las sentencias contra la AN.
Después de liderar las acciones penales durante una década, Ortega se volvió
una “traidora” para Maduro desde que pidió desconocer la Constituyente. Sin
confianza mutua, la Fiscal y la MUD se apoyan contra el adversario común.
Luisa Ortega aparece fugazmente
este domingo. Abandona su despacho en el edificio principal del Ministerio
Público y se asoma para saludar, abrazar niños y recibir elogios por confrontar
a sus antiguos camaradas. No vota pero su esposo sí. Germán Ferrer es el único
diputado de la bancada chavista que acude a recibirla al Hemiciclo cuando
necesita un espaldarazo de la Asamblea Nacional.
Pasado el mediodía corre el
rumor de que hay muertos en Catia, feudo tradicional del chavismo al oeste de
Caracas, donde impera el temor a los ataques de civiles armados que defienden
al gobierno a punta de pistola. Ninguno de los dirigentes opositores que
deambulan por los pasillos del Centro Cultural Chacao tiene información
precisa. Horas más tarde, la Fiscalía confirma que asesinaron a una enfermera
de 61 años. Se llamaba Xiomara Scott. Cuatro mujeres más fueron heridas cuando
“un grupo de motorizados armados dispararon” contra la larga fila de
simpatizantes opositores que se disponían a votar en la avenida Sucre, cerca de
la Iglesia del Carmen.
A 160 metros de distancia de
donde murió Scott, en la misma acera, militantes del chavismo esperaban ver a
Maduro probar las máquinas de votación en el Liceo Miguel Antonio Caro durante
el simulacro de la Constituyente que convocó para este domingo. Solo
aparecieron la primera dama Cilia Flores y la excanciller Delcy Rodríguez. El
mandatario nunca llegó.
Maduro impulsa una Asamblea
Nacional Constituyente compuesta por 540 miembros: 364 serán escogidos
territorialmente, 168 de acuerdo a sectores definidos por el gobierno
(campesinos y pescadores, empresarios, pensionados, estudiantes, trabajadores,
discapacitados, comunas y consejos comunales) y 8 representantes
indígenas, en un diseño que, según expertos electorales, garantiza la
sobrerrepresentación del voto chavista.
A las 4:00 de la tarde, cuando
la MUD llama a cerrar los centros que ya no tienen electores, la entrada del
gimnasio Papá Carrillo se llena de opositores entusiastas que celebran como si
el Consejo Nacional Electoral hubiese anunciado el triunfo de un candidato
opositor a la Presidencia. Una mujer le dice a otra que con los votos del exterior
seguro alcanzan los 11 millones, un salto a la estratósfera con respecto a los
7,7 millones de sufragios que obtuvieron en los últimos comicios.
Fotografía de Andrés Kerese
El parlamentario Miguel
Pizarro entra al complejo deportivo contagiado de la alegría que recogió
durante la jornada. Vio colas largas y sostenidas barrio adentro en Petare. En
la barriada 5 de Julio amenazaron por megáfonos a los vecinos con retirarles la
bolsa de comida que distribuye el gobierno a través de los Comités Locales de
Abastecimiento y Producción desde abril de 2016, para mitigar la escasez de
alimentos. Ni se inmutaron, afirma Pizarro. Haber acompañado a su padre y
hermanos a votar en el exterior, desde la cámara de su teléfono móvil, es lo
que realmente conmueve hasta las lágrimas al diputado de brazos tatuados que se
formó en las filas del movimiento estudiantil. “Lo de hoy no es un cheque en
blanco. Es un compromiso de coherencia”.
Fotografía de Andrés Kerese
Los expresidentes Laura
Chinchilla (Costa Rica), Andrés Pastrana (Colombia), Jorge Quiroga (Bolivia) y
Miguel Rodríguez (Costa Rica) recorrieron centros todo el día y la experiencia
les pareció “inédita”. Como antesala al anuncio de los resultados, previsto por
los organizadores para las 8:00 de la noche, las figuras más pesadas de la
observación internacional concluyen que los gobiernos de otros países no podrán
ignorar la consulta.
Tres horas después, cerca de
la medianoche, la rectora de la UCV, Cecilia García Arocha, confirma solemne
que 7.186.170 electores participaron en la iniciativa con 95% de los sufragios
escrutados. La diáspora venezolana aportó más de 600 mil. Otros cuatro rectores
convalidan el escrutinio como garantes del referéndum, con el compromiso de
destruir los votos para evitar represalias de las autoridades contra los
participantes. Los canales privados Venevisión y Televen transmiten en vivo,
para sorpresa de los opositores. Dejaron de cubrir noticias de la disidencia
venezolana años atrás para mantener la cordialidad con el gobierno. La Asamblea
Nacional difunde la alocución por el canal digital Capitolio TV. La directiva
del Legislativo nunca tomó el control de ANTV, la estación oficial del
Parlamento, porque el chavismo entregó la concesión a los trabajadores del
Poder Legislativo cuando perdió la mayoría.
Sobre la tarima del Centro
Cultural Chacao no cabe un dirigente más de la MUD. El presidente de la
Asamblea Nacional, Julio Borges, se ubica a la cabeza del pelotón, frente al
micrófono, para ofrecer la interpretación política de la jornada: con una
votación superior a los 7 millones de sufragios, Maduro está “revocado”. Faltan
dos semanas para el referéndum y la consulta opositora inyecta combustible para
avanzar hacia la “hora cero”: protestar en las calles y paralizar el país hasta
que el gobierno reconozca que la mayoría rechaza la Constituyente. “Ojalá que
el gobierno entienda eso. Nos toca a nosotros hacer que el gobierno entienda
eso”.
Tres días antes de la
consulta, el especialista en temas electorales Héctor Briceño pronosticó en su
cuenta de Twitter que la oposición movilizaría 6,5 millones de personas el 16
de julio. En la madrugada del lunes 17 recibe un mensaje por Whatsapp: “¿Por
qué no salen los chavistas descontentos?”. “En una elección sí salen. En una
elección ese número no es más de 2/3 de lo que tienen, es decir, la oposición
debe tener más de 9 millones de votos”.
Predicción para la Constituyente del 30
de julio: 2 millones de votos.
19-07-17
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