Luis José Farías 17 de julio de 2017
@fariasjoseluis
Varios
amigos (Kico Bautista, Ricardo Ríos, Alberto Macías, Adalberto “El Gato” Pérez,
entre muchos otros) me han pedido echar el cuento de cómo surgió la idea de la
Consulta Soberana que vivimos este 16 de julio de 2017. Después de haberlo
pensado bastante he decidido hacerlo de modo muy sucinto.
Primero
que nada un paseo rápido, sin entrar en las numerosas vicisitudes por las
cuales pasó concebir y promover la idea de la consulta popular, convertida hoy
en la más gigantesca movilización cívica de la historia en defensa de la
democracia el 16 de julio de 2017, fecha memorable.
La
idea de la consulta popular comencé a sugerirla en septiembre de 2016 cuando
era evidente la decisión del régimen de negar entonces la realización del
referéndum revocatorio.
Puesta
en artículos de opinión en La Patilla y otros portales fue una iniciativa
conversada con muchos dirigentes de diversas organizaciones, cuyo entusiasmo no
fue el máximo. Aunque debo admitir que diversas organizaciones políticas, entre
otras mi partido Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular, la aceptaron desde un
primer momento, mientras otros, sin negarla, la vieron con reservas.
El
planteamiento inicial fue un revocatorio por iniciativa popular con aprobación
de la AN con fundamento en los artículos 71, 333 y 350 de la Constitución, que
derivó en mayo de 2017 en una propuesta de consulta popular como un modo de
desafiar democráticamente a la dictadura al negarse a pedir la opinión del
pueblo sobre las bases comiciales para convocar a una ANC.
Ya
para ese momento, la fortuna me había puesto en contacto con los amigos David
Morán, Felipe Pérez, Víctor Márquez y otros compañeros quienes por su lado
coincidían con la misma idea y habían hecho contribuciones muy importantes al
respecto. Hasta aquí dejó el cuento sobre tan histórico suceso en lo que a mi
visión toca, ya habrá oportunidad de narrar los detalles, para entrarle
rápidamente a su significado y la lectura derivada del mismo.
El
valor y la trascendencia histórica de la consulta soberana de este 16 de julio
todavía está por calibrarse. Por supuesto, su impacto derivará de sus
consecuencias que a todas luces apuntan a convertirlo en el acontecimiento
clave en el inicio de la reconstrucción democrática de la república.
La
inmensa movilización popular y ciudadana durante la consulta soberana no tiene
antecedentes ni organizativos ni en sus dimensiones, al cierre de los
escrutinios se contabilizaron 7.676.894 votos. Una participación cuyo valor
queda exaltado por haberse dado con apenas el 15% de los centros electorales
(puntos soberanos) del total de los dispuestos para cualquier evento similar y
en apenas un 33% de las mesas electorales.
Pero
lo más resaltante, es que esos 7,67 millones de personas que le dijeron NO a la
Constituyente Cubana de Maduro, le dieron un claro mandato a la AN y la FANB en
cuanto al cumplimiento de la Constitución que no pueden desconocer.
La
administración del inmenso capital político derivado de la hermosa gesta del 16
de julio, fortalecido con la solidaridad internacional que exige a la dictadura
acatar los resultados y el mandato, demanda una actitud seria, responsable y
comprometida de la dirigencia opositora sin incurrir en tentaciones.
PD:
Maduro ni siquiera fue a votar al fulano simulacro de su Constituyente Cubana.
Otrosí:
El papel de Padrino López fue vergonzoso, al permitir la impunidad de los
cuerpos paramilitares que cobraron la vida de dos personas y varios heridos.
@fariasjoseluis
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