Por Américo Martín
El domingo 16 viviremos la
madre de las batallas. Por estar dirigida por civiles y civilistas no será de
vida o muerte, por más que así lo deseen los asaltantes de la Asamblea Nacional
y los homicidas de más de 90 venezolanos, únicos interesados en evadir la
justicia con brochazos de sangre.
La garantía de que no se
saldrán con la suya la proporcionan la inmensa mayoría civil y –ahora puede
decirse- militar y religiosa, además de la MUD, planificadora y conductora de
la consulta del 16, los partidos que separadamente niegan el fraude
constituyente, y la comunidad internacional, nunca tan intensamente solidaria
como ahora. Con decir que ningún venezolano ha gozado de tanta simpatía
planetaria como Leopoldo y enseguida Antonio, Ceballos y la lista ilustre toda
de compatriotas apresados y reducidos a condiciones medievales. Las noticias
favorables a la lucha civil venezolana circularon más que la brillante ocupación
de Mosul por el ejército de Irak, que ya es decir.
Si movidos por la ira
–legítima, es cierto- adoptáramos los métodos y el lenguaje habitual de los que
mueven los resortes de la represión, nos condenaríamos a un aislamiento tan
abrumador como el de ellos. Nuestros compatriotas en el extranjero mantendrán
la fiesta civil y el voto popular con el entusiasmo cívico que los ha llevado a
organizarse en forma masiva y unánime. Lo demostrarán en esa nueva batalla de
San Quintín que se celebrará el domingo.
A cualquier confrontación debe
irse con banderas de paz y no de venganza, que es tan contraria a la justicia
como la constituyente a la Constitución. Es un asunto moral y también la mejor
política. Harto difícil ganar la democracia sin ganar la opinión pública de
aquí y del mundo. Si eso es “candidez”, excelente, la compro.
El domingo los venezolanos
harán que el mundo y el gobierno escuchen su voz. Será una manifestación
silenciosa pues el voto se consigna en silencio. Pero la paradoja quiere que
truene con pulmones de gigante, porque nadie escapa a una tragedia que toca
estómago, salud, libertad, educación, creatividad científica, laboral,
empresarial, cultural, artística y deportiva. Emocionante el respaldo del gran
Miguel Cabrera “a la resistencia civil venezolana” ¡Qué clase de tabla,
hermano!
Nunca habíamos vivido una
situación tan hostil y peligrosa y tampoco se había logrado una unidad tan
amplia y diversa.
¿Y después del Plebiscito qué?
La fuerza exhibida en este
histórico domingo, la crisis de Poder, el emergente chavismo crítico, el
malestar militar y la crisis económica, hacen posible la negociación con agenda
clara y supervisada. Si lo de Leopoldo fue un gesto al que sigan Ledezma,
Ceballos y todos los presos políticos, por buenos indicios se tomarán.
En elecciones se gana o se
pierde, esta vez le tocará perder al gobierno, al amparo de la Constitución y
de su elenco inmejorable de derechos y garantías. Si los terroristas
posicionados en el Poder prefieren la violencia, perderán a punta de votos y de
“cascazos” y testículos como los exhibidos antier en San Antonio de los Altos,
tierra de gloria.
16-07-17
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