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jueves, 13 de julio de 2017

Escarrá y el petróleo por @JoseAGuerra


Por José Guerra


Desde el podio del auditorio de Pdvsa, convertido en tribuna de agitación partidista, el 4 de julio habló el abogado del régimen, Hermann Escarrá. Esta vez su disquisición no fue exclusivamente para torcer el derecho sino para referirse al tema fundamental de Venezuela, el petróleo.

Declarado enemigo de Chávez, al que llamaba autócrata, ahora es la eminencia gris del gobierno de Maduro. Pero con Escarrá también otros como Fernando Travieso han planteado que en un país donde no llega el gas a las casas, apartamentos o ranchos, el negocio gasífero pase a ser controlado totalmente por el Estado, como si no hubiese sido el mismo Estado en la Pdvsa de Ramírez y sus socios, quien estatizó la distribución del gas. Resultado de todo ello: actualmente no hay bombonas de gas natural en un país con yacimientos repletos de ese recurso. Uno había visto gente irresponsable, pero estos rebosaron el vaso.

El planteamiento de Escarrá que hizo delirar a los asistentes fue el siguiente: se propondría ante la asamblea nacional constituyente que se disuelvan las empresas mixtas de la faja del Orinoco y que todas las acciones pasen a manos de Pdvsa. Es decir, que se vuelva a estatizar las empresas operadoras. Quienes aplaudieron fueron, probablemente, los mismos que en 2007 en el estado Anzoátegui dijeron que ellos podían manejar en toda su complejidad las empresas de la faja cuando el presidente Chávez tomó el control de esas empresas. Hoy, 10 años después, la producción de petróleo no para de caer al punto de que estima que el total producido alcanza ligeramente los 2.200.000 barriles diarios, una pérdida de más de 600.000 barriles desde aquel año fatídico.


Pdvsa es una empresa en literal bancarrota, que posee enormes reservas inertes de petróleo que no está en condiciones de extraer, con una deuda financiera externa que la tiene asfixiada, con cuentas por pagar con sus proveedores que genera todo tipo de atrasos, con pagos pendientes por indemnizaciones debido a juicios de todo tipo, con una nómina recrecida, que al final la termina pagando el BCV imprimiendo dinero y generando inflación, minada por la corrupción y el nepotismo. En fin, es Pdvsa una empresa destruida. Y encima de eso, el ahora vocero petrolero de Maduro, Hermann Escarrá, plantea que esa compañía, hoy arruinada, se haga cargo de la operación absoluta de los campos de la faja del Orinoco. El resultado sería un auténtico desastre para el país, cualquiera sea su gobierno.

Seis días después de aquel evento, el 10 de julio, como resultado de conversaciones con inversionistas chinos e indios en busca de recursos, un comunicado de Pdvsa expresa, sin desmentir a Escarrá, que “Petróleos de Venezuela garantiza la seguridad jurídica a los inversionistas, socios y relacionados. En el caso de las empresas mixtas, Pdvsa ha cumplido y seguirá cumpliendo las disposiciones legales que resaltan la posibilidad de hacer negocios con empresas privadas, pero siempre reservando la mayoría accionaria de la estatal”.  Es alucinante el nivel de filibusterismo con el cual se dirige una empresa petrolera que llegó a ser una de las más importantes del mundo.

Liquidada Pdvsa y con graves problemas operativos y financieros la industria petrolera venezolana, queda por delante un titánico esfuerzo de reconstruir lo destruido en materia de hidrocarburos y sobre esa base comenzar el largo camino para tener una país donde quienes nazcan y vivan en él no tengan como primera opción abandonarlo en busca de otros destinos.

11-07-17




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