Por Roberto Patiño
Con la convocatoria de la
constituyente se plantea la sustitución definitiva del sistema democrático por
un modelo dictatorial que busca sostener en el poder al actual gobierno. Es
promovida de manera falsa e hipócrita por voceros del régimen como un
instrumento, representativo del poder popular, para la paz y el diálogo.
Maduro argumenta que resolverá problemas económicos, Cabello que justificará la
represión ante amenazas conspirativas y Lucena que solventará la crisis
política.
En la realidad la convocatoria
se ha convertido en un nuevo factor de conflictividad, es desconocida y
rechazada por casi 80% de los venezolanos, y en la práctica da carta blanca al
grupo radical atrincherado en el poder para actuar sin control alguno,
profundizando la crisis que su propio modelo destructivo y corrupto propicia.
La constituyente promueve la
actuación “sin limitaciones” de fuerzas de seguridad, así como la regulación de
medios de comunicación y redes sociales. Tiene carácter
supraconstitucional, por lo que a pesar de que no abolirá la actual
Constitución, podrá actuar por encima de ella, negándola y desconociéndola
cuando se considere adecuado. La constituyente y sus integrantes podrá remover
funcionarios electos y reemplazarlos, y sus atribuciones se superponen a las de
alcaldías y gobernaciones, así como a la de los poderes públicos establecidos.
Mientras funcione, en un tiempo determinado por los mismos constituyentes, no
podrán efectuarse elecciones.
Con constituyentes
pertenecientes al PSUV y elegida en condiciones completamente ilegales,
representa en la práctica una forma de golpe de Estado. Desconoce de facto a la
gran mayoría del país que rechaza al actual gobierno y genera una perversión de
“marco legal” para oprimir y someter a esa gran mayoría.
Sobre todo, la constituyente
habla de una visión de país que niega de manera violenta, criminal e
irrespetuosa aspectos esenciales de la venezolanidad. Nuestro talante
democrático ha sido fruto de un largo proceso histórico, en el que se han
asumido necesidades de libertad, igualdad y superación, con nuestra
diversidad y pluralismo cultural. El sistema democrático, con todas sus
fallas e imperfecciones, ha permitido espacios de encuentro y diálogo, de
interacción y desarrollo, en los que han podido participar todos los actores de
nuestra sociedad.
El rechazo a la constituyente
debe ser asumido por los venezolanos activamente. Para derrotarla es necesario
movilizarse y participar de maneras no violentas y denunciar la amenaza que
representa para nuestro modo de vida democrático. Además de
manifestaciones y protestas públicas, son necesarias asambleas en las que
se discuta e ilustre con claridad la situación en comunidades y
urbanizaciones. También podemos involucrarnos en iniciativas como los comités
de defensa de la democracia, que permitan la articulación entre
diferentes actores sociales y la organización de agendas de protesta sostenibles
y efectivas. Es también necesaria la difusión de materiales, impresos y
digitales, en lugares públicos y redes sociales, que informen con
pertinencia sobre las características de la convocatoria, los objetivos que
realmente pretende alcanzar, y las consecuencias que tendrá para el país.
Rechazamos la constituyente de
manera activa y denunciamos el atentado que supone al bienestar y futuro de
todos los sectores de la sociedad. La constituyente supone el fin de la
democracia. Y la democracia no es solo un sistema político abstracto, es un
modo inclusivo y abierto de vivir y relacionarse, que hemos asumido porque
responde a lo mejor de todos los venezolanos.
Coordinador de Movimiento Mi
Convive
Miembro de Primero
Justicia
06-07-17
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