Por Froilán Barrios
Si alguna vez ha habido una
rebelión democrática, me atrevería a decir no solo continental sino mundial,
esta se realizó el domingo 16 de julio en Venezuela, con un despliegue y una
dimensión no conocidas jamás, al no ser conducida por caudillos o apóstoles de
ningún género. Esta vez el protagonista fue el pueblo, la sociedad civil en
toda la extensión de la palabra, con el apoyo de los partidos políticos,
organizaciones sindicales, gremiales y universidades, convertidos, como
debiera ser, en instrumentos de la decisión mayoritaria de una población
hastiada de una dictadura.
Lo que afirmo no es
exageración: hubo solicitud de instalar puntos soberanos en alrededor de 1.200
ciudades en los 5 continentes, pudiendo concretarse en 270 ciudades y 2.000
centros de votación en el territorio nacional, a través de un proceso que fue
organizado en tan solo 3 semanas sin la injerencia del Estado. Todas las solicitudes
estipuladas en la Constitución para ejercer el derecho al sufragio,
específicamente la del referéndum revocatorio de 2016 y las elecciones a
gobernadores, se enfrentaron al monstruo verde en lo que se ha convertido el
CNE como bloqueador de toda consulta universal, entre tanto en tiempo récord
atendió al requerimiento del Ejecutivo al momento de imponer la elección de la
fraudulenta constituyente comunal.
Pues bien, le saltó la liebre
al régimen el pasado 16J. Luego de 110 días de protestas, de la represión
brutal que ha derivado en más de un centenar de asesinatos, del aumento a
centenares de presos políticos, miles de heridos y aporreados centenares de
periodistas, una política de terror del régimen que podría haber producido
pánico en la población, la respuesta libertaria fue el registro de
aproximadamente 7.676.000 manifestaciones ciudadanas para exigir la suspensión
inmediata de la constituyente comunal, el cese a la represión militar, respeto
a la Asamblea Nacional y el acuerdo de un gobierno de unidad nacional. En
resumen, lo que sucedió en la práctica el domingo pasado fue el referéndum
revocatorio negado el pasado año, con un contundente ¡Maduro vete ya por el
bien de la nación!
Igualmente, la jornada
demostró la espontaneidad popular de resolver mediante el sufragio y en paz la
terrible crisis histórica que estremece al país, demostrando al mismo tiempo
que sin CNE y sin el Plan República de la FANB, los ciudadanos fueron capaces
de organizarse, dotarse de una infraestructura hasta ahora reservada al Estado,
de manifiesta efectividad y eficiencia incluso superior, pues en 24 horas
presentaron los resultados del magno proceso realizado nacional e
internacionalmente.
La incontestable decisión
soberana del pueblo venezolano ha tenido como respuesta gubernamental la acción
del avestruz de enterrar la cabeza para evadir el peligro, lo que demuestra la
ceguera del régimen ante la comunidad internacional, que le exige suspender de
inmediato la constituyente fraudulenta y liberar los presos políticos.
El contraste del jaque mate
soberano, con lo acontecido en el escuálido simulacro de consulta organizado
por el CNE el 16J, motiva en la vocería oficialista una conclusión con la que
coincidimos plenamente: este es el preludio de lo que sucederá el 30 de julio,
si se atreviera a realizarlo.
19-07-17
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