Omar Jesús Villalba 05 de julio de 2017
¡Julio
llegó! Y con él hemos superado el primer trimestre de acciones de calles y
protestas. ¡Vamos ya cerca de 100 días! frente a esta noticia es necesario
sentarse a reflexionar. Pues han surgido una serie de interrogantes resultantes
de las acciones, estrategias y tácticas de nosotros en estos días de protestas
continúas. Estas preguntas, deben ser respondidas, si se espera conseguir el
objetivo que nos hemos planteados: Darle vida a una nueva Venezuela.
En
estos 100 días, o más, es mucho lo que se ha logrado, tal como he comentado en
otros artículos. También, basta con leer los medios digitales y las redes 2.0
para darnos cuenta del impacto que tienen las manifestaciones en el gobierno.
Pero, a la par que nuestro impacto se ha magnificado, ha hecho acto de
presencia una variable a la que muchos temían, y el gobierno siempre estuvo
apostando: el desgaste.
Como
un monstruo de muchas cabezas, el cansancio está alcanzando a la población. Ya
sea por la estrategia de conmoción y terror que aplica el Gobierno, o
simplemente porque la violencia se ha desbordado, lo cierto es que la
disposición del ciudadano de a pie, a pesar de que su convicción no ha
flaqueado, esta menguando. ¿Qué significado tiene aquello para
nosotros? Sencillo, muchos venezolanos sienten que no pueden con esto,
y que si bien el objetivo está claro, ya las tácticas se están quedando cortas.
Y es en este punto es que debemos reflexionar ¿En qué táctica nos hemos
afincado y cuales deberíamos cambiar?
De
acuerdo a un artículo que leí hace unas semanas, la violencia genera un impacto
que atrae, pues indigna e impacta al público. Suele, en estos ámbitos, dar pie
a un cambio de opinión en aquel ciudadano que esta indiferente. Pero, por otro
lado, tiene un efecto pernicioso cuando toda la lucha política se concentra en
ella, pues disuade al que participa en esta actividad. Y, es que ya lo dijeron
algunos psicólogos y filósofos: el ser humano se mueve por la atracción y la
repulsión.
Con
respecto a ese tema es que debemos reflexionar, no me cabe duda. La violencia
ha dominado durante estos meses, y cuando una fuerza de la naturaleza se impone
por tanto tiempo, tiende a desbordarse. Hay que ser muy tonto o iluso para
negar esta realidad, los saqueos en Valencia, Barquisimeto y Maracay, además
del incendio en Lecherías son un claro ejemplo de ello. Si le sumamos el
altísimo número de caídos, la cosa se hace más evidente. La violencia tiene su
razón de ser en la política, es por ello que esta carrera es tan peligrosa, eso
no se puede negar. Pero, la misma no puede ser la única herramienta a usar para
alcanzar los objetivos planteados en ámbito político. La violencia suele
generar más violencia, y cuando esta se vuelve una constante pasan dos cosas:
1) todo se va al garete y se impone un realidad anárquica, donde todos van
contra todos, 2) aquellos sujetos que deseamos que se unan a la lucha se verán
paralizados, porque aquel que ejercer de forma más eficiente la violencia, los
ha aterrorizado de tal manera que no saben cómo actuar.
Es por
ello, que es necesario dar un giro al timón. Ha llegado el momento de revisar
las tácticas. Hago fuerzas en resaltar en que no se entienda esto como el cese
de las acciones de calle, sino todo lo contrario. Debemos reforzar estas
actividades, pero desde otros frentes. Lo cual consistiría en avocarse a los
frentes políticos y jurídicos, que hemos dejado de lado. Es obligatorio tocar
temas, especialmente el electoral, que se volvieron invisibles en pro de la violencia
¡La elecciones regionales tienen que darse! Puesto que, a mediano plazo, de
seguir en esta táctica, de imperar la violencia corremos el riesgo de perder
todo el sustento que nos dan las bases.
Así
pues, hay que comenzar a moverse con las elecciones por venir, y mantener
nuestros reclamos. No desistir de la lucha en otros frentes políticos,
jurídicos e internacional. ¡Qué a través de la OEA no hemos visto un
resultado claro! ¡Poco es lo que puede hacer la ONU! Es cierto, pero
también debemos tener presente que hemos creado una alharaca que ha llamado la
atención de la Sociedad Internacional. En estos momentos, los ojos
del mundo voltean a ver a Venezuela; muchas veces la opinión pública
internacional puede hacer más que las mismas instituciones. ¿Tiene eso
impacto? ¿Lo tendrá? Yo creo que sí, la cuestión aquí radica en ser
pacientes sin dejar de ser activos y proactivos.
A la
par, debemos persistir en nuestra crítica contra la Asamblea Nacional
Constituyente Estamental. Aquí el mensaje va, por no darle gusto al gobierno
activando la violencia contra ella. La jugada en este punto consiste en
explicarle a la población que aquella medida no traerá la solución a sus
problemas; cosa que ni los chavistas creen, sino revisar las palabras del
presidente: Aquello que no alcancemos por los Votos, lo conseguiremos
por las ARMAS. Es por eso, que debemos llamar a no participar en ese circo,
y si se llega a realizar, recordar que por la baja participación, esa ANC
aparte de ILEGAL es ILEGITIMA.
Asimismo,
nunca debemos olvidar que esta es una lucha de varios frentes: la acción de
calle con lo político. Es imperativo, persistir en ello, y estar atentos para
cualquier momento. Hay que estar presto para medirse en cualquier escenario,
solo de esa manera podremos llevar a buen término los objetivos planteados.
Recordemos, que el gobierno no sabe qué hacer, y es por ello que se mantienen
impertérritos en su circo, y también se han enfrascado en la violencia, echad
un ojo arriba, recordad la frase del Presidente. Y, en cuanto a su discurso,
sigue siendo errático y contrapuesto. Déjenme decirlo en términos
sencillos: están totalmente entrampados.
Por
último, si realizamos este giro de timón a tiempo, con una buena jugada
estratégica y la preparación adecuada, seremos capaces de dar fin al desgaste,
reforzando las convicciones de la gran mayoría que desea ver un mejor país. Hay
un futuro brillante para Venezuela, y cada vez estamos más cerca de él, pero
para ello debemos esforzarnos aun más. Es, en la recta final, donde se debe ponerle
más ganas.
Omar
Jesus Villalba
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