Por José Toro Hardy
Vivimos el final de una etapa.
Nos dice Ricardo Haussman que entre el 2013 y el 2017 el PIB per cápita cayó en
un 40%, lo que evidencia que la catástrofe económica de Venezuela eclipsa
cualquier otra en la historia de los EEUU, Europa Occidental o América Latina.
La economía colapsó, la crisis humanitaria es dramática y la descomposición del
régimen es evidente; pero existe un sólido consenso de naciones de todo el
mundo dispuestas a colaborar con el restablecimiento de nuestra democracia.
Debemos prepararnos para “el día después”. Me permito presentar algunos lineamientos,
por ahora generales, con respecto al cómo:
– Hay que restablecer la
credibilidad en las instituciones y el equilibrio de los poderes a fin de
reinsertarnos en el concierto de las naciones democráticas.
– La venganza no debe ser un
objetivo. La idea es respetar la independencia de los poderes y corresponderá a
la justicia juzgar a quienes hayan cometido delitos.
– Se debe gobernar con firmeza
para todos. Pero el diálogo es indispensable para devolverle la armonía al
país. Nadie podría gobernar con colectivos armados amenazando la seguridad de
los ciudadanos y de los bienes.
– La problemática social es
prioritaria. Se debe buscar el máximo apoyo de la comunidad internacional y
recibir toda la ayuda humanitaria para enfrentar el tema de alimentos y
medicinas. Debe haber subsidios para los más débiles.
– La educación, la salud, la
seguridad y la justicia serán las prioridades.
– Habrá que recurrir a
créditos de organismos internacionales para reimpulsar inicialmente nuestra
economía y recuperarla de la postración en que se encuentra.
– La seguridad jurídica es
vital para lograr el restablecimiento de la confianza.
– La mejor política social es
la que es capaz de crear trabajo y devolverle el poder adquisitivo al salario.
Por ello hay que combatir la inflación atacando el mal por su raíz: el déficit
fiscal.
– Hay que devolverle la
autonomía al BCV e impedir que siga financiando el déficit que es la causa de
que hoy padezcamos la inflación más alta del mundo. El financiamiento del
déficit por esta vía ha provocado un aumento de la liquidez de un 505% en 12
meses. Al final del día esos excedentes se desvían a la compra de dólares en el
mercado paralelo dando lugar a su aumento irrefrenable.
– Al eliminar el control de
cambios se controlará en cambio su secuela de corrupciones. Restaurada la
confianza no se requerirá ese control. Hay que recuperar la estabilidad de la
moneda coadyuvando así con el objetivo de preservar su poder adquisitivo.
– Hay que eliminar los
controles de precios que distorsionan la economía y asfixian a los productores.
Hay que devolverle la flexibilidad al mercado laboral.
– Se debe estimular a
quienes producen en lugar de castigarlos. Cuando la cantidad de bienes que se
ofrecen supera la cantidad de los que se demandan, los precios bajan. Esa es la
meta.
– Estimular al máximo las
inversiones. La recuperación de Venezuela pasa por promover el mayor
crecimiento de su economía mediante un adecuado flujo de nuevas inversiones.
– Debemos recuperar la
industria petrolera. Nuestra producción ha caído en términos dramáticos
(537.000 b/d en 19 meses), las refinerías se encuentran en un estado deplorable
y ya no son capaces de producir ni siquiera la gasolina que consumimos, los
yacimientos petroleros han sufrido daños a veces irreparables, las
instalaciones están destrozadas y hemos perdido buena parte de nuestros
mercados. Las inversiones que se requieren son tan elevadas que escapan a
cualquier posibilidad de ser realizadas únicamente por el Estado. Una nueva
Apertura Petrolera, más audaz, será indispensable.
– Propiciar arreglos en todos
los arbitraje internacionales y buscar que esas inversiones regresen a
Venezuela.
– Revertir la fuga de
cerebros. Hay que establecer mecanismos para darle estímulos a los
inversionistas extranjeros que den preferencia a los profesionales venezolanos
que hoy están en el exterior. Su costo de formación fue muy alto y los
necesitamos aquí.
– Capítulo especial
merece el restablecimiento de la moral ciudadana. Quizá este es el problema más
difícil. Se deberán establecer campañas con la colaboración de todos los medios
de comunicación, la iglesia católica y todas las iglesias para enfrentar
la caótica situación moral en que estamos sumidos.
En resumen, hay que
devolverle la confianza al país. Cuando hay confianza hay inversión. Con ello
crece el empleo, lo cual estimula el consumo y lleva a que alguien más tenga
que invertir para satisfacerlo. Por esta vía la economía se encamina por un
círculo virtuoso de crecimiento que a todos favorece. ¡Sí se puede!
05-10-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico