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domingo, 14 de enero de 2018

Comités locales de dominación por @mirlamargarita


Por Mirla Pérez


El año 2018 arranca con la mayor incertidumbre de los últimos tiempos. Fuera de las sombras del poder se producen las más duras vivencias en los ciudadanos comunes. Una pregunta resuena en cada uno de nosotros: ¿podremos los venezolanos de a pie, sin dirección política, salir de este régimen? ¿Será posible enfrentarnos con un sistema que destruyó todo el aparato productivo y muestra una gran capacidad de eliminación?

El fin de semana pasado (6-7 de enero) el régimen puso a circular entre sus seguidores (a quienes llaman pueblo) el nuevo Plan de la Patria para el período 2019-2025. El lapso temporal señalado, puede plantear la coincidencia entre un nuevo período presidencial y dicho plan, sugiriendo, por lo menos, dos cosas: descarte de unas elecciones presidenciales anticipadas y seguridad de que el régimen no abandonará el poder.

El régimen socialista venezolano define pueblo como agrupaciones corporativas: trabajadores, profesionales, líderes de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), comunas, movimientos sociales, fuerzas políticas, etc. ¿Serán estas las agrupaciones que conformarán el nuevo sistema electoral?

Ya en diciembre de 2017 un diputado de la inconstitucional ANC decía que debía producirse un nuevo reglamento electoral. Pregunta fundamental: ¿elegirá el pueblo de modo directo o lo hará desde las representaciones que el régimen determine? ¿Se puede, desde un régimen totalitario, redefinir el significado de pueblo vaciándolo de sus determinaciones socio-antropológicas y colocándolo como entelequia que favorezca una ideología de la dominación?
A continuación transcribo, por lo revelador, lo que en el “Libro Verde” Gadaffi (2006, p. 29) entiende por democracia: “Primeramente el pueblo se divide en congresos populares de base. Cada congreso elige un comité para que lo dirija. El conjunto de estos comités forman los congresos populares para cada zona, diferentes de aquellos de la base para cada zona. Después, las masas de los congresos populares eligen a comités populares administrativos para sustituir a la administración del gobierno. A partir de ese momento, todos los centros de la sociedad se encuentran dirigidos por los comités populares, y estos comités que dirigen estos centros responsables ante los congresos populares de base… Así, la administración será popular y el control será popular y se pondrá fin a la definición anticuada de la democracia según la cual: la democracia es el control del gobierno por el pueblo. La definición justa que la sustituye es: la democracia es el control del pueblo por el pueblo”.


El pueblo viene a constituirse en apéndice del poder político totalitario. Este fragmento resume con claridad el camino que viene transitando el régimen socialista venezolano al sustituir la democracia liberal representativa por la democracia directa socialista. En las referencias históricas-conceptuales y políticas del chavismo está el socialismo libio, el cual termina erigiendo a los “comités populares” como la base del poder: “No hay democracia sin congresos populares y los comités en todas partes” (p. 29).

Este es el camino que busca consolidar el régimen político venezolano en este momento. Los CLAP, comités locales, es una idea poderosa para el régimen, no porque abastezcan o produzcan bienes y servicios sino porque son órganos de poder. Es al pueblo ideologizado a quien se le transfiere el poder del gobierno pero bajo su tutela. Gadaffi no lo dice, pero toda su propuesta se sostiene en la mano invisible del régimen político capaz de controlar y vigilar a toda la sociedad a partir de los comités, órganos similares a los que tienen lugar en Cuba: los comités de defensa de la revolución (CDR) o los soviets en la extinta Unión Soviética. El punto de confluencia de estos regímenes está en la organización político-territorial controlada por el poder central.

El régimen “socialista de masas” en Libia logra mantenerse en el poder por más de cinco décadas, los comités populares sustituyen al pueblo, se delega en ellos la capacidad de dirección política con claridad ideológica y organizativa, no está en duda que el poder último está en el gran dictador: Gadaffi y el órgano político que le acompaña, por tanto, no hay autonomía popular, el pueblo y la democracia son constructos falsos en la boca de regímenes como estos. Ahora bien, la estabilidad del sistema político libio no se debe únicamente al establecimiento del poder local como apéndice de la orientación política central sino a la estabilidad económica y financierade un país con poca densidad demográfica y altos ingresos económicos. Por un lado, el control funciona (en lo político, militar y religioso) y por el otro ofrece algunas garantías de bienestar a la población dadas las enormes riquezas petroleras que administra. Con esto quiero decir que no hay determinaciones políticas ni situaciones universales, pero lo que destaco es que el régimen venezolano emula las estructuras organizativas libias, sin que esto implique tener los mismos resultados, sobre todo cuando las condiciones económicas son totalmente distintas.

Mis primeras tres preguntas son en realidad tres afirmaciones que fui desarrollando a lo largo de estas líneas. El régimen no juega, elimina, se reorganiza, se radicaliza; se sabe poder. Sus ideólogos conocen los alcances y límites de la democracia liberal por eso plantean la democracia directa, juegan con el lenguaje y las intenciones. No hay ingenuidad en el poder constituido en Venezuela. Si van a elecciones lo harán a su manera.

En el pueblo, el verdadero, no ese que define el régimen a su medida, hay un gran descontento, dolor y rabia, ¿será capaz la oposición de hacer una adecuada lectura de estos tiempos? ¿Nos dejarán solos o decidirán acompañar y organizar fuera de las determinaciones del régimen?

12-01-18




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