Carlos Romero Mendoza 07 de enero de 2018
@carome31
El 11
de diciembre amanece Venezuela luego de una jornada electoral que demostró,
nuevamente, el abuso del Estado y puso en evidencia aún más que sin Carnet de
la Patria no hay forma de movilizar a los electores del PSUV. Pero además, el
mapa político amaneció diseñado de una forma tal que, quizás, el régimen no
necesitará de comunas para imponer un modelo político, económico y social desde
lo local, pues ahora detenta el poder de la mayoría de las alcaldías.
Para
el politólogo John Magdaleno[1],
las elecciones de alcaldes fueron un gran desastre pronosticado. Tal conclusión
permite afirmar que no debe haber lugar a sorpresas con esos resultados del 10D
y, menos aún, con los esfuerzos del régimen por hacer creer que hubo una alta
participación electoral. Es imposible ocultar y borrar de la memoria la
ausencia de electores en los centros de votación y el silencio en las calles
durante una jornada que se aleja de manera muy contundente de la fiesta
electoral que se experimentó el pasado 16 de julio, con la consulta popular
organizada sin el CNE.
Para
Luis Vicente León (Datanálisis[2]),
el resultado de las elecciones de alcaldes no refleja el mapa de preferencias
políticas de la sociedad venezolana, pues ese mapa –destaca el analista– es
mayoritariamente opositor, pero aun así, advierte que esos resultados empeoran
dramáticamente la capacidad de lucha y motivación de la oposición.
León
afirmó que el fracaso de las elecciones de alcaldes no se mide por el número de
alcaldías que se perdieron, por el contrario, se debe medir por la incapacidad
de lograr unidad y de convertir en un símbolo claro la decisión de no
participar en la contienda.
En tal
sentido, oportuno es recordar que cuando el ciudadano ha salido a votar
ha tomado la calle y ha asumido la participación como herramienta de expresión
del 333 y 350 de la Constitución, ha sido porque hubo en ese momento un
espíritu de unidad que motivó y justificó, en valores y principios políticos,
la participación: para recabar el 1% de firmas y la legitimación de los
partidos.
Por su
parte, la Unidad, como respuesta a las elecciones del 10 de diciembre, publicó
un comunicado en el cual destacó que mientras no haya inclusión, transparencia
e igualdad de condiciones en el proceso electoral, no será posible hablar de
elecciones creíbles en Venezuela. Además, denunció que esas elecciones se
realizaron fuera del marco constitucional y, en consecuencia, lo que se vivió
el 10 de diciembre no puede calificarse como verdaderas elecciones.[3]
Como
era de esperarse, el régimen intenta hacer ver que la jornada del 10D fue
exitosa. En tal sentido, Jorge Rodríguez afirmó que nunca antes una fuerza
política había obtenido una victoria de esa naturaleza: 71% de los votos
totales y 308 alcaldías[4].
Por su parte, Nicolás Maduro destacó en unas declaraciones que esas
elecciones demostraron que el chavismo es una fuerza, una realidad, que no
puede seguir siendo subestimada en el mundo y por la derecha. Así mismo,
advirtió a la oposición que el peor error que comete es subestimar la fuerza y
el poder del chavismo[5].
Frente
a un intento de generar una percepción de su fortalecimiento en un proceso
electoral tan poco confiable, el régimen lanzó los siguientes anuncios, que
deben ser cuidadosamente analizados porque representan un intento más por
imponer el inviable y fracasado modelo comunal en el país. Esos anuncios
fueron:
1.- La
amenaza de Nicolás Maduro de hacer desaparecer del mapa político venezolano a
los partidos Voluntad Popular y Primero Justicia. Este anuncio lo hizo
escudándose en apoyar la posición de la Asamblea Nacional Constituyente en
relación con los partidos que no participaron en estas elecciones de alcaldes.
2.-
Fijó públicamente el sábado 16 de diciembre una reunión de trabajo con los
alcaldes y gobernadores, para construir un plan de trabajo, en cuyo contenido
se atenderán las dificultades en los servicios de transporte, suministro de
agua, abastecimiento de alimentos, etc….[6]
¿Cuál
será la posición y el rol de los alcaldes de oposición frente a ese plan de
trabajo? No debe sorprender que el resultado de ese taller sea una nueva
versión del Plan de la Patria. No hay que olvidar que en noviembre Nicolás
Maduro anunció la necesidad de construir un Plan de la Patria II.[7]
Las
distintas declaraciones del Presidente permiten entender que en ese plan de
trabajo se abordarán temas que tienen directa relación con el modelo comunal, a
saber:
a- La
conformación de una ciudad comunal del Siglo XXI, anunciada desde el mes de
noviembre 2017[8].
b- La
implantación de un modelo económico comunal –rescatando nuevamente la figura de
los bancos comunales– pero uniéndolo a eso que ha llamado la criptomoneda
venezolana[9].
Es
oportuno recordar que ante la crisis financiera en Argentina, dicen los
estudios, el trueque funcionó y alivió a los sectores populares para poder
subsistir ante el problema de la circulación del dinero y la necesidad de
intercambiar bienes y servicios. El trueque y la moneda comunal fueron
incorporados como instrumentos de la economía comunal en el año 2008 mediante
un Decreto Presidencial. ¿Impondrán esos instrumentos ante la escasez del
dinero y la hiperinflación?
3-
Por último, se anunció la juramentación ante la Asamblea Nacional Constituyente
de los alcaldes electos. En principio, se advirtió que tal acto se realizaría
en los propios concejos municipales con la presencia de los llamados
constituyentes, y luego se anunció un cambio en la estrategia llevando el acto
a un nivel estadal, pero garantizando que se haga frente a una representación
de la ANC.[10] Un
acto político donde, nuevamente, se evidencia la inobservancia de las
formalidades básicas de nuestra tradición democrática.
El
modelo de Estado federal descentralizado y la autonomía municipal perdieron
dos rounds importantes el 15 de octubre y el 10 de diciembre,
pero ello no significa que la batalla cívica por recuperar el orden
constitucional y democrático se ha perdido totalmente.
Frente
a esta realidad y la amenaza contra los partidos, la sociedad civil tiene la
urgente tarea de asumir la organización cívica, local o comunitaria, como
herramienta efectiva para responder a los enormes desafíos que supone un Estado
que intenta controlar a sus ciudadanos con hambre, escasez y miseria, y que
pretende arrasar con toda forma de organización política existente. La última
palabra está en manos de quienes decimos ser ciudadanos.
Carlos
Romero Mendoza
@carome31
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